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La tímida lluvia no mermó la asistencia a la romería de Loreto
Las sardinas, de tan frescas que llegaron, «no cogían la sal». Con los preparativos del plato principal para los romeros daba ayer comienzo una de las fiestas más multitudinarias de Porto do Son: la de Loreto. Desde media mañana, vecinos de toda la comarca llegaban en sus vehículos a las inmediaciones de la Agueira para agenciarse el mejor sitio y disfrutar de una buena comida campestre. Los capachos llenos de bebida y manjares como tortilla, empanada, paella y hasta langostinos desfilaban por el campamento de Loreto mientras una decena de personas se esforzaba en asar unos 600 kilos de sardinas llegadas directamente de Portosín. «¿Que levas aí?», preguntaba un joven ya acampado en la zona. «Levo nada, unhas bandexas que tiña na casa», contestaba el vecino. Lo que escondía el paño era una de las numerosas empanadas de las que ayer se dieron buena cuenta en la romería.
Hacia las 14.30 horas, recién comenzada la sardiñada, la Policía Local calculaba que en la zona estaban sacando las sillas de playas y extendiendo los manteles para la comida unas 3.000 personas. Las nubes y la niebla no pudieron con las ganas de pasarlo bien de sonenses, turistas y personas llegadas desde Noia hasta Muros. Según los cálculos de los agentes, la previsión de entre 4.000 y 5.000 comensales que se había realizado en días anteriores iba a cumplirse de sobra.
La cola ante las sardinas comenzaba a formarse. Las primeras habían salido a las 13.00 horas y los platos de los que pasaban frente a las brasas salían llenos del suculento manjar. En total, se habían comprado 600 kilos de pescado, que según la organización, era probable que se acabasen antes de las 15.30 horas. Para acompañar, 200 kilos de pan y 600 litros de vino. Pero para tomarse una buena taza había que adquirir una jarra o un porrón de olería de Buño, a un precio de 10 euros, que servirá para financiar, en parte, los gastos de organización.
De todos modos, el mal tiempo ayudó a evitar aglomeraciones para conseguir la sardina. «No están viniendo tan de golpe», explicaba una de las jóvenes ante las brasas.
Las sardinas, de tan frescas que llegaron, «no cogían la sal». Con los preparativos del plato principal para los romeros daba ayer comienzo una de las fiestas más multitudinarias de Porto do Son: la de Loreto. Desde media mañana, vecinos de toda la comarca llegaban en sus vehículos a las inmediaciones de la Agueira para agenciarse el mejor sitio y disfrutar de una buena comida campestre. Los capachos llenos de bebida y manjares como tortilla, empanada, paella y hasta langostinos desfilaban por el campamento de Loreto mientras una decena de personas se esforzaba en asar unos 600 kilos de sardinas llegadas directamente de Portosín. «¿Que levas aí?», preguntaba un joven ya acampado en la zona. «Levo nada, unhas bandexas que tiña na casa», contestaba el vecino. Lo que escondía el paño era una de las numerosas empanadas de las que ayer se dieron buena cuenta en la romería.
Hacia las 14.30 horas, recién comenzada la sardiñada, la Policía Local calculaba que en la zona estaban sacando las sillas de playas y extendiendo los manteles para la comida unas 3.000 personas. Las nubes y la niebla no pudieron con las ganas de pasarlo bien de sonenses, turistas y personas llegadas desde Noia hasta Muros. Según los cálculos de los agentes, la previsión de entre 4.000 y 5.000 comensales que se había realizado en días anteriores iba a cumplirse de sobra.
La cola ante las sardinas comenzaba a formarse. Las primeras habían salido a las 13.00 horas y los platos de los que pasaban frente a las brasas salían llenos del suculento manjar. En total, se habían comprado 600 kilos de pescado, que según la organización, era probable que se acabasen antes de las 15.30 horas. Para acompañar, 200 kilos de pan y 600 litros de vino. Pero para tomarse una buena taza había que adquirir una jarra o un porrón de olería de Buño, a un precio de 10 euros, que servirá para financiar, en parte, los gastos de organización.
De todos modos, el mal tiempo ayudó a evitar aglomeraciones para conseguir la sardina. «No están viniendo tan de golpe», explicaba una de las jóvenes ante las brasas.
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