:lvg: | 25/04/2010
Cambeiro, Coroso, Os Pasales y O Paraíso forman parte de la lista de locales que precedieron a los pubs y discotecas; la música en directo era su principal baza.
No siempre hubo pubs en la comarca, ni discotecas o bares de copas de esos que, bajo ni se sabe qué epígrafe fiscal, abren cuando quieren y cierran al alba. Aunque a muchos, sobre todo a los más jóvenes, les cueste creerlo hubo un tiempo en el que la movida en Barbanza tenía lugar en las salas de fiestas. Locales en los que la música corría siempre a cargo de una orquesta e, incluso, en ocasiones especiales, muy contadas, de algún artista de renombre de los de la época.
Arrancaba la década de los setenta y locales como Cambeiro, Madrid o As Delicias, desconocidos para muchos, olvidados para otros e imborrables para los que iniciaron allí su adolescencia, pasaron momentos especialmente agradables o incluso conocieron a la que, años después, acabaría siendo su pareja, eran el epicentro de la diversión. El único lugar en el que bailar o beber, con la dictadura dando sus últimos coletazos, no era visto por nadie con malos ojos.
Son precisamente estos condicionantes emotivo-sentimentales los que hacen que resulte imposible nombrar un local de referencia de entre la veintena que estuvieron en activo hasta bien entrados los años 80, momento desde el cual fueron cediendo terreno en favor de las discotecas. «Cada un tiña o seu encanto», coinciden en señalar los que eran asiduos de varios. En Ribeira, a la ya nombrada sala Cambeiro se unía otra ubicada en las inmediaciones de la playa de Coroso, en el mismo espacio que el verano pasado ocupó la restauradora Toñi Vicente. Por este local, que vivió su apogeo a mediados de la década de los sesenta, pasaron artistas como Juan Pardo, el Dúo Dinámico o el mismísimo Julio Iglesias.
No menos sonados eran los espectáculos de la sala pobrense Os Potes, a cuyo escenario se subieron, entre otros, Los Bravos. En Rianxo, el local de referencia era Os Ánxeles, mientras que en la parte norte de la comarca había dos lugares de culto que se llenaban hasta los topes cada sábado. Eran Os Pasales, en Noia, y O Paraíso, en Muros. Hasta estos dos locales, que curiosamente ahora están ocupados por sendos supermercados, se acercaban incluso jóvenes de las zonas limítrofes de Barcala, Fisterra o Soneira. Otro tanto sucedía en las salas de Pino de Val y A Picota, hasta que estas fueron cediendo terreno a la Xallas de Santa Comba, que durante dos décadas fue un sitio de visita obligatorio para la juventud barbanzana.
Las salas de fiesta han cerrado y son muchos los que las echan de menos. Los aficionados al baile son legión y lo demuestra el hecho de que las orquestas siguen teniendo su público fiel. Muchos vecinos de la comarca se suben a su coche cada fin de semana en busca de un sitio donde «botar unhas pezas».
No siempre hubo pubs en la comarca, ni discotecas o bares de copas de esos que, bajo ni se sabe qué epígrafe fiscal, abren cuando quieren y cierran al alba. Aunque a muchos, sobre todo a los más jóvenes, les cueste creerlo hubo un tiempo en el que la movida en Barbanza tenía lugar en las salas de fiestas. Locales en los que la música corría siempre a cargo de una orquesta e, incluso, en ocasiones especiales, muy contadas, de algún artista de renombre de los de la época.
Arrancaba la década de los setenta y locales como Cambeiro, Madrid o As Delicias, desconocidos para muchos, olvidados para otros e imborrables para los que iniciaron allí su adolescencia, pasaron momentos especialmente agradables o incluso conocieron a la que, años después, acabaría siendo su pareja, eran el epicentro de la diversión. El único lugar en el que bailar o beber, con la dictadura dando sus últimos coletazos, no era visto por nadie con malos ojos.
Son precisamente estos condicionantes emotivo-sentimentales los que hacen que resulte imposible nombrar un local de referencia de entre la veintena que estuvieron en activo hasta bien entrados los años 80, momento desde el cual fueron cediendo terreno en favor de las discotecas. «Cada un tiña o seu encanto», coinciden en señalar los que eran asiduos de varios. En Ribeira, a la ya nombrada sala Cambeiro se unía otra ubicada en las inmediaciones de la playa de Coroso, en el mismo espacio que el verano pasado ocupó la restauradora Toñi Vicente. Por este local, que vivió su apogeo a mediados de la década de los sesenta, pasaron artistas como Juan Pardo, el Dúo Dinámico o el mismísimo Julio Iglesias.
No menos sonados eran los espectáculos de la sala pobrense Os Potes, a cuyo escenario se subieron, entre otros, Los Bravos. En Rianxo, el local de referencia era Os Ánxeles, mientras que en la parte norte de la comarca había dos lugares de culto que se llenaban hasta los topes cada sábado. Eran Os Pasales, en Noia, y O Paraíso, en Muros. Hasta estos dos locales, que curiosamente ahora están ocupados por sendos supermercados, se acercaban incluso jóvenes de las zonas limítrofes de Barcala, Fisterra o Soneira. Otro tanto sucedía en las salas de Pino de Val y A Picota, hasta que estas fueron cediendo terreno a la Xallas de Santa Comba, que durante dos décadas fue un sitio de visita obligatorio para la juventud barbanzana.
Las salas de fiesta han cerrado y son muchos los que las echan de menos. Los aficionados al baile son legión y lo demuestra el hecho de que las orquestas siguen teniendo su público fiel. Muchos vecinos de la comarca se suben a su coche cada fin de semana en busca de un sitio donde «botar unhas pezas».
Una pequeña corrección. La sala de fiestas Os Pasales de Noia solo abría los domingos.
En Porto do Son hubo dos salas que rivalizaban entre si. Una estaba en pleno casco urbano al lado del cine, de la que tomó prestado el nombre: Avenida y la otra en Xuño: Cantaruxa. Por la de Porto do Son pasaron varios artistas de renombre, entre ellos el Dúo Gala.
La vieja sala de Xuño dio paso a una nueva sala y que antes de cerrar definitivamente sus puertas, se reconvirtió en discoteca. Con la sala Avenida pasó otro tanto y como discoteca pasó a denominarse Avenida 80. En esa misma época, en el edificio que albergaba el antiguo cuartel de la Guardia Civil, también se instaló otra discoteca hasta que las dos casi al mismo tiempo, cerraron definitivamente sus puertas.
La última discoteca que hubo en la zona fue la Azteca, en la playa de la Ornanda.
Remontándonos unos años más atrás, los jóvenes, o sea, nuestros abuelos y padres, también disfrutaron de otras salas de fiestas que casi hubo en todas las parroquias del Porto do Son. Incluidas las tres mencionadas, las hubo Caamaño, Queiruga, Nebra y Portosín, que suplieron a las añoradas fiadas... pero esa ya es otra Historia.
3 comentarios:
Me alegra saber que alguien recuerda Los Pasales, crei que no encontraría nada en toda la web. alguien que conocí en los Pasales hace 30 años ha vuelto ahora a mi vida. Curioso, eh?
Dios mio cantos recordos, e que ven se pasaba naqueles tempos, sin duvida moito mellor que ahora, antes habia vida en todas as parroquias e ahora queremos sair un pouco pa divirtirnos e andamos como cans perdidos sin saber a donde ir, damos unhas voltiñas e voltamos pa casa pork para os de 40 non ai sitio, nin somos mozos nin vellos, enton teremos que ir pa o sofa da nosa casa a mirar a tele.
Una corrección: "Con la sala Avenida pasó otro tanto y como discoteca pasó a denominarse Avenida 80. En esa misma época, en el edificio que albergaba el antiguo cuartel de la Guardia Civil, también se instaló otra discoteca hasta que las dos casi al mismo tiempo, cerraron definitivamente sus puertas".
Avenida 80 ardió en agosto del 89 y Atlántica seguía abierta en el 95 aunque no tardó en cerrar.
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