Los vecinos de la comarca barbanzana despidieron el carnaval con los distintos rituales propios del miércoles de ceniza.
El carnaval ha llegado a su fin. Hay que dejar el disfraz y aparcar la diversión descontrolada hasta mejor ocasión. No es una buena noticia. Numerosos asistentes no pudieron reprimir las lágrimas ante tan triste despedida en Barbanza. En Porto do Son se honró a Felipiño, mientras que en Rianxo Toribio fue el protagonista, recibiendo el sepelio a partir de las siete de la tarde.
El acompañamiento de Felipe de Ribeira salió del auditorio municipal, pasando por las calles principales de la ciudad hasta llegar a la plaza de Mariñeiros. El encargado de oficiar la misa fue el señor obispo de Moldes y la eminencia reverendísima Doctor da Folla Seca, que llegó acompañado por el gobernador del carnaval, Pedro Pateiro. Fue la propia familia de Felipe de Ribeira la que suplicó encarecidamente el más riguroso luto durante los actos de sepelio, así como las más fervientes manifestaciones de dolor por tan irrepetible perdida.
En Noia, los asistentes al velatorio y posterior entierro de la sardina pudieron degustar un chocolate con churros. Mientras, en la localidad de Muros las exequias precedieron a la lectura del correspondiente responso y el sepelio.
Tradición y premios
Serra de Outes, por su parte, celebró su clásico desfile de comparsas y disfraces. En la salida, el cortejo fúnebre estuvo encabezado por la sardina, recorriendo las calles de la localidad hasta llegar a la plaza del Bosque, donde se hizo la entrega de los premios en metálico a los vencedores. Una jornada festiva en donde la protagonista, la sardina, ya no volverá a serlo hasta la próxima noche de san Juan.
El acompañamiento de Felipe de Ribeira salió del auditorio municipal, pasando por las calles principales de la ciudad hasta llegar a la plaza de Mariñeiros. El encargado de oficiar la misa fue el señor obispo de Moldes y la eminencia reverendísima Doctor da Folla Seca, que llegó acompañado por el gobernador del carnaval, Pedro Pateiro. Fue la propia familia de Felipe de Ribeira la que suplicó encarecidamente el más riguroso luto durante los actos de sepelio, así como las más fervientes manifestaciones de dolor por tan irrepetible perdida.
En Noia, los asistentes al velatorio y posterior entierro de la sardina pudieron degustar un chocolate con churros. Mientras, en la localidad de Muros las exequias precedieron a la lectura del correspondiente responso y el sepelio.
Tradición y premios
Serra de Outes, por su parte, celebró su clásico desfile de comparsas y disfraces. En la salida, el cortejo fúnebre estuvo encabezado por la sardina, recorriendo las calles de la localidad hasta llegar a la plaza del Bosque, donde se hizo la entrega de los premios en metálico a los vencedores. Una jornada festiva en donde la protagonista, la sardina, ya no volverá a serlo hasta la próxima noche de san Juan.
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