Esqueletos de hormigón convertidos en vertederos, destierres llenos de agua y maleza, y viviendas compradas en su día con el fin de levantar nuevos bloques que se caen a pedazos constituyen el legado que ha dejado en Barbanza el bum de la construcción. Nadie supo prever la crisis y ahora todos son víctimas de sus consecuencias.
La Voz de Galicia 7/2/2010
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