La recesión económica golpeó duramente a las empresas constructoras, obligando a muchas de ellas a paralizar edificaciones que ya tenían en marcha. En numerosos casos, abandonaron los solares sin desmontar las grúas y sin vallar adecuadamente los terrenos en los que se alzan los esqueletos de hormigón. Esta situación es una constante fuente de problemas para los vecinos y para los gobiernos, ya que los ciudadanos recurren a los ejecutivos locales para expresar sus quejas y reclamar soluciones.
En el caso boirense, el Concello tuvo que dirigirse a varias promotoras ante la manifiesta situación de inseguridad en la que estaban sus obras inacabadas. Los livianos cierres están a merced de los fuertes vientos y en muchos casos acaban en el medio de zonas de paso.
También en Porto do Son, el Ayuntamiento ha recibido numerosas protestas de residentes en la calle Outeiro porque el camino se ve parcialmente invadido por una valla que tan pronto se inclina hacia la calzada como hacia el lado contrario.
Otro problema es que muchos armazones no están debidamente tapados y se convierten en lugares en los que se acumulan todo tipo de residuos, convirtiéndose en un foco insalubre.
Los ejecutivos tienen a veces grandes dificultades para localizar a los promotores porque muchas empresas ya no existen y deben arreglar ellos los desperfectos.
La Voz de Galicia 7/2/2010
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