:ecg: | 29/9/2010
Virginia R. Mateos Vigo
Hace pocos días me llegó un correo explicando la nueva reforma laboral aprobada por el Gobierno hace unos meses. Expone la escabechina que pueden hacer legalmente las empresas con los trabajadores sin apenas coste económico y la situación de total desamparo, legal y económico en la que nos encontramos los pobres asalariados después de dicha reforma. Y reclama ir a la huelga y pasar el correo a otros currelas, alegando que las huelgas generales siempre han servido. (¿Servido? ¿A quién? ¿A los sindicatos? No sabe, no contesta).
Vamos a ver: en primer lugar, que yo sepa, la dichosa reforma ya está aprobada. Y nunca se ha oído decir (ni de este gobierno, ni de ninguno) que se haya echado atrás una reforma por las protestas callejeras. ¿De verdad creen estos cándidos sindicatos que el Gobierno va a retroceder? ¿O lo que quieren es hacérnoslo creer a los trabajadores y así tener una excusa para montarla?
¿Para qué va a servir la huelga? Todavía no lo sé. Objetivamente, la primera perjudicada sería yo que, de momento, ese día no lo cobraría; el segundo, mi empresario, que es quien me da de comer (no los sindicatos), ¿y voy a perjudicar yo a quien me da de comer? Los únicos beneficiados que me salen, de momento, son los sindicatos y todavía no sé muy bien por qué.
Y hasta la fecha no han hecho nada por mí; más bien hemos hecho los demás por ellos que les estamos pagando con impuestos y no hemos recibido nada a cambio y el paro sigue aumentando vertiginosamente.
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