:lvg: | 26/9/2010
Tres décadas después de que tuvieran lugar en la comarca las primeras protestas, los concellos siguen sin hacer cumplir la ley sobre instalación de tiendas al aire libre
Cada verano, con la consiguiente llegada de visitantes, vuelve a salir a la luz la recurrente polémica sobre las acampadas libres en la comarca, un litigio que enfrenta a empresarios turísticos y a las Administraciones públicas desde hace más de tres décadas. De hecho, ya se tiene constancia de problemas por la instalación de tiendas de campaña y autocaravanas en la zona en el año 1980. Fue concretamente en la playa pobrense de Cabío, donde el apercibimiento del por entonces gobernador civil de A Coruña al alcalde Segundo Durán para que corrigiese la situación irregular de los numerosos campistas que se congregaban en la zona dio lugar a la creación de lo que vino en llamarse Acampada de Emergencia, uno de los primeros lugares mínimamente ordenados en los que estaba permitida esta actividad en territorio barbanzano. Esta improvisada y rápida solución dio lugar, paradójicamente, a la creación de lo que hoy es el cámping Ría de Arosa.
Y es que, si bien la normativa autonómica señala, con carácter general, la prohibición expresa de la acampada libre, es decir, aquella que se realiza fuera de los establecimientos especialmente autorizados para ello, en todo el territorio gallego resulta relativamente sencillo encontrar a campistas en las inmediaciones de los principales arenales de municipios como Muros, Noia, Ribeira, Porto do Son, A Pobra o Boiro, o incluso en otros lugares de interés turístico como A Curota o las inmediaciones del monte Pindo.
Este hecho ha sido denunciado de forma constante, durante los últimos años por los establecimientos hosteleros de la comarca, que no esconden su indignación ante la permisividad que muestran los ayuntamientos con esta modalidad de turismo de bajo coste que, según dicen, incide de forma directa en sus economías.
Duras críticas
Los empresarios de la comarca agrupados en el colectivo Aetán -Asociación de Empresarios Turísticos Arousa Norte- son tradicionalmente los más críticos con lo que consideran una clara negligencia de los municipios y de la Administración autonómica a la hora de velar por el cumplimiento de la ley: «Dende o punto de vista empresarial, resulta curioso que sexan as propias Administracións, pechando os ollos ante un claro e evidente incumprimento da lei, as que estean axudando a enterrar un sector que crea riqueza e postos de traballo na comarca», apunta Manuel Domingo Rodríguez, presidente de Aetán. Este hombre carga con dureza contra los concellos, a los que culpa de promover la acampada ilegal lejos de intentar prohibirla, tal y como les obliga la legislación vigente. «Os concellos, lonxe de tentar erradicala, o que fan é promover a acampada ilegal no seu territorio. Non ten sentido que os que deben vixiar por que se cumpran as leis sexan precisamente os que promoven a ilegalidade», añade.
En este sentido, el Ayuntamiento de Boiro es uno de los que está en el punto de mira del principal responsable de Aetán, tanto por el hecho de disponer de un área específica para aparcar caravanas en Praia Xardín, como por la nula colaboración con los cámpings de la zona. «O caso de Boiro resulta especialmente escandaloso, pois utiliza un espazo privilexiado que é de todos, en primeira liña de praia, para dar un servizo gratuíto á xente que non acostuma a deixar nin un só euro na zona e prexudicando aos establecementos que pagamos aquí os nosos impostos. Outro tanto sucede con algunhas actividades que organizan anualmente, nas que nin sequera se fala con nós, limitándose a crear eles mesmos sitios para que os visitantes poidan acampar», apunta en alusión a la concentración de motos que tiene lugar cada verano en el municipio.
Los concellos se amparan en la normativa vigente para justificar la existencia de acampadas coincidiendo con fiestas populares. La Lei de Turismo en Galicia, publicada a finales del 2008, no hace ninguna referencia explícita a la acampada libre, por lo que rige lo establecido en el decreto de la Xunta de septiembre de 2006. En ella aparece reflejada la figura de la acampada itinerante, que no es otra que aquella que se realiza por un período no superior a dos noches en un lugar que no tiene que estar especialmente indicado para ello pero que debe, sin embargo, cumplir ciertos requisitos que raramente son exigidos por las autoridades locales.
Entre ellos figura alguno tan evidentemente incumplido como el hecho de que los grupos de acampados no pueden estar compuestos por más de nueve personas distribuidas en tres tiendas o autocaravanas que, a su vez, deberán estar separados de otros probables asentamientos por más de 500 metros. Del mismo modo, las acampadas itinerantes solo estarán permitidas si se realizan a más de tres kilómetros de un cámping autorizado, fuera de los núcleos urbanos y a más de cien metros de cauces de ríos y carreteras.
Con todo lo anterior resulta tan evidente que la normativa sobre la acampada libre dista de ser cumplida en la comarca como que, visto lo visto durante los últimos años, parece poco probable que los municipios se decidan a tomar cartas en el asunto.
Cada verano, con la consiguiente llegada de visitantes, vuelve a salir a la luz la recurrente polémica sobre las acampadas libres en la comarca, un litigio que enfrenta a empresarios turísticos y a las Administraciones públicas desde hace más de tres décadas. De hecho, ya se tiene constancia de problemas por la instalación de tiendas de campaña y autocaravanas en la zona en el año 1980. Fue concretamente en la playa pobrense de Cabío, donde el apercibimiento del por entonces gobernador civil de A Coruña al alcalde Segundo Durán para que corrigiese la situación irregular de los numerosos campistas que se congregaban en la zona dio lugar a la creación de lo que vino en llamarse Acampada de Emergencia, uno de los primeros lugares mínimamente ordenados en los que estaba permitida esta actividad en territorio barbanzano. Esta improvisada y rápida solución dio lugar, paradójicamente, a la creación de lo que hoy es el cámping Ría de Arosa.
Y es que, si bien la normativa autonómica señala, con carácter general, la prohibición expresa de la acampada libre, es decir, aquella que se realiza fuera de los establecimientos especialmente autorizados para ello, en todo el territorio gallego resulta relativamente sencillo encontrar a campistas en las inmediaciones de los principales arenales de municipios como Muros, Noia, Ribeira, Porto do Son, A Pobra o Boiro, o incluso en otros lugares de interés turístico como A Curota o las inmediaciones del monte Pindo.
Este hecho ha sido denunciado de forma constante, durante los últimos años por los establecimientos hosteleros de la comarca, que no esconden su indignación ante la permisividad que muestran los ayuntamientos con esta modalidad de turismo de bajo coste que, según dicen, incide de forma directa en sus economías.
Duras críticas
Los empresarios de la comarca agrupados en el colectivo Aetán -Asociación de Empresarios Turísticos Arousa Norte- son tradicionalmente los más críticos con lo que consideran una clara negligencia de los municipios y de la Administración autonómica a la hora de velar por el cumplimiento de la ley: «Dende o punto de vista empresarial, resulta curioso que sexan as propias Administracións, pechando os ollos ante un claro e evidente incumprimento da lei, as que estean axudando a enterrar un sector que crea riqueza e postos de traballo na comarca», apunta Manuel Domingo Rodríguez, presidente de Aetán. Este hombre carga con dureza contra los concellos, a los que culpa de promover la acampada ilegal lejos de intentar prohibirla, tal y como les obliga la legislación vigente. «Os concellos, lonxe de tentar erradicala, o que fan é promover a acampada ilegal no seu territorio. Non ten sentido que os que deben vixiar por que se cumpran as leis sexan precisamente os que promoven a ilegalidade», añade.
En este sentido, el Ayuntamiento de Boiro es uno de los que está en el punto de mira del principal responsable de Aetán, tanto por el hecho de disponer de un área específica para aparcar caravanas en Praia Xardín, como por la nula colaboración con los cámpings de la zona. «O caso de Boiro resulta especialmente escandaloso, pois utiliza un espazo privilexiado que é de todos, en primeira liña de praia, para dar un servizo gratuíto á xente que non acostuma a deixar nin un só euro na zona e prexudicando aos establecementos que pagamos aquí os nosos impostos. Outro tanto sucede con algunhas actividades que organizan anualmente, nas que nin sequera se fala con nós, limitándose a crear eles mesmos sitios para que os visitantes poidan acampar», apunta en alusión a la concentración de motos que tiene lugar cada verano en el municipio.
Los concellos se amparan en la normativa vigente para justificar la existencia de acampadas coincidiendo con fiestas populares. La Lei de Turismo en Galicia, publicada a finales del 2008, no hace ninguna referencia explícita a la acampada libre, por lo que rige lo establecido en el decreto de la Xunta de septiembre de 2006. En ella aparece reflejada la figura de la acampada itinerante, que no es otra que aquella que se realiza por un período no superior a dos noches en un lugar que no tiene que estar especialmente indicado para ello pero que debe, sin embargo, cumplir ciertos requisitos que raramente son exigidos por las autoridades locales.
Entre ellos figura alguno tan evidentemente incumplido como el hecho de que los grupos de acampados no pueden estar compuestos por más de nueve personas distribuidas en tres tiendas o autocaravanas que, a su vez, deberán estar separados de otros probables asentamientos por más de 500 metros. Del mismo modo, las acampadas itinerantes solo estarán permitidas si se realizan a más de tres kilómetros de un cámping autorizado, fuera de los núcleos urbanos y a más de cien metros de cauces de ríos y carreteras.
Con todo lo anterior resulta tan evidente que la normativa sobre la acampada libre dista de ser cumplida en la comarca como que, visto lo visto durante los últimos años, parece poco probable que los municipios se decidan a tomar cartas en el asunto.
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