:lvg: | 23/9/2010
La Xunta todavía no ha dado respuesta a la solicitud que formuló una familia de Nebra, en Porto do Son, para reclamar una parada de autobús para su hija, que vive a más de dos kilómetros de la más cercana. Se trata de Ángela Touriñán, una joven de 13 años vecina de la aldea de Pedra do Lobo. Su familia, desesperada, hizo pública su situación hace unos días, pero desde la Consellería aún no han contestado si aceptan o no dicha petición.
Ángela Touriñán comenzó este año a estudiar en el instituto de Porto do Son. Hasta este momento, un autobús pasaba a recoger a la chica al lado de su casa. Pero la familia se quedó atónita cuando les anunciaron que no estaba previsto que el autobús pasase por allí este año. El director del instituto, Bernardo Campos, envió una solicitud pidiendo esta parada. Por ahora no ha obtenido respuesta afirmativa ni negativa, pero sí recibió una llamada de la Xunta esta semana interesándose por este asunto.
Miedo
La madre de Ángela Touriñán, Carmen González, está desesperada, pues la joven está obligada a andar una gran distancia hasta la parada.
Además, lo peor de todo es que buena parte del trayecto discurre por un sendero deshabitado, con distintas bifurcaciones, sin farolas que den luz en las oscuras mañanas de invierno y entre frondosa vegetación. Por eso, tanto la alumna como su madre tienen miedo, y piden una pronta solución.
Ángela Touriñán comenzó este año a estudiar en el instituto de Porto do Son. Hasta este momento, un autobús pasaba a recoger a la chica al lado de su casa. Pero la familia se quedó atónita cuando les anunciaron que no estaba previsto que el autobús pasase por allí este año. El director del instituto, Bernardo Campos, envió una solicitud pidiendo esta parada. Por ahora no ha obtenido respuesta afirmativa ni negativa, pero sí recibió una llamada de la Xunta esta semana interesándose por este asunto.
Miedo
La madre de Ángela Touriñán, Carmen González, está desesperada, pues la joven está obligada a andar una gran distancia hasta la parada.
Además, lo peor de todo es que buena parte del trayecto discurre por un sendero deshabitado, con distintas bifurcaciones, sin farolas que den luz en las oscuras mañanas de invierno y entre frondosa vegetación. Por eso, tanto la alumna como su madre tienen miedo, y piden una pronta solución.
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