22 febrero 2012

Los castros gallegos, primeros poblados fortificados de la Península


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Los castros gallegos fueron los primeros poblados fortificados de la península ibérica y su formación se enmarca en un proceso de igualdad social y, por tanto, de superación de las desigualdades que hasta entonces beneficiaban a unas élites.

Esta es una de las líneas argumentales sobre la cultura castreña gallega en la obra Atlantic Europe in the First Millennium BC: Crossing the divide, publicada por la prestigiosa editorial Oxford University Press. Se trata de la monografía más avanzada y completa sobre la Europa atlántica en el primer milenio antes de Cristo, de la que son autores Xosé-Lois Armada, arqueólogo gallego del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencias do Patrimonio (CSIC Santiago), y Tom Moore, profesor de la Universidad de Durham (Reino Unido).

La obra expone, a través de las contribuciones de 50 especialistas en protohistoria del Occidente europeo, los principales planteamientos teóricos y metodológicos sobre el primer milenio a. de C. en España, Portugal, Francia, los Países Bajos, el Reino Unido e Irlanda,

Para Felipe Criado, director del Incipit, entidad colaboradora, «la trascendencia de este trabajo para Galicia es que «introduce los avances del estudio sobre la Edad del Hierro y la cultura castreña de Galicia en la bibliografía internacional».

Xosé-Lois Armada destaca que la obra plantea el debate histórico sobre «si se puede hablar realmente de celtas en Galicia», y apuesta por exponer los diferentes planteamientos y referirse más bien a la cultura castreña gallega.

Pero cuando se le pregunta por su propia opinión, Armada dice que no tiene dudas «sobre la existencia de una lengua celta que vincularía a Galicia con zonas de Irlanda, el Reino Unido o Francia». Sin embargo, no cree que pueda hablarse con propiedad «de una cultura celta» gallega y recuerda en ese sentido que «los torques, símbolo de poder, aparecen en otros muchos sitios», como, por ejemplo, Andalucía. Lo mismo puede decirse de las deidades, como «el culto al dios Lug», que aparece en otras zonas de Europa.

«La cuestión -prosigue el autor del trabajo- es saber si esos vínculos se producen por el hecho de ser pueblos celtas o por un entorno geográfico y unas condiciones sociales» que favorecen el intercambio.

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