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Un ave exótica reconoce a su dueña meses después de ser robada
En Porto do Son vive un loro que es una belleza. Con su plumaje gris y su cola roja, dicen que hasta parece un general. Tanto llama la atención que se la llamó también a un par de delincuentes de la zona. Los rateros esperaron a que sus dueños se ausentaran de casa, forzaron una ventana y se llevaron al pájaro como botín. Una torpeza, pues Lolo, aunque tenga plumas, es listo como una ardilla. Estando en una tienda de venta de animales, el ave vio a sus dueños. Estos buscaban un ejemplar que ocupase el vacío que él les había dejado. Pero fue ver entrar a sus amos por la puerta de la pajarería y empezar a chillar como un loco, llamando su atención y propiciando entonces el reencuentro.
Los supuestos autores de la sustracción ocuparán el mes que viene el banquillo de los acusados para responder por un delito de robo con fuerza en casa habitada, por el que el fiscal pide que sean condenados a dos años y medio de prisión.
A Lolo se lo llevaron de su casa el 28 de febrero del 2010. Fueron dos jóvenes, primos entre ellos. Buscaron un hueco por el que introducirse en el domicilio y no les quedó otra que romper una ventana. Lo hicieron y no se llevaron más que la jaula de Lolo. Ni buscaron joyas ni electrodomésticos. Iban a lo que iban, a por el loro. Por el estado en el que apareció, debieron de tratarlo bien. Y se pusieron a buscar un comprador. Como no era cosa de anunciarlo en un periódico, se presentaron en una tienda de mascotas diciéndole al propietario que se habían encontrado un pájaro en el monte. Estaban dispuestos a vendérselo a un buen precio. Pero el hombre, honrado, les hizo saber que las cosas no son así, que la venta de animales exóticos tiene su protocolo y que un loro indocumentado no se le compra al primero que entra por la puerta. Les informó que, cuando menos, deberían dejar pasar tres meses, que es el plazo estipulado para que sus propietarios lo reclamen.
Pura casualidad
Si no aparecen los amos, el loro, en teoría, es para quien lo encontró. Y así quedaron. Los rateros dejaron el loro en la pajarería a la espera de que nadie lo echase en falta. Pero eso era imposible. Porque Lolo es el ojito derecho de su dueña. Lleva casi seis años con ella, los de la edad del pájaro, y esa fue la única ocasión en que lo perdió de vista.
Semanas después, esta mujer, acompañada de su esposo, se presentó en la pajarería por pura casualidad. Quería adquirir otro loro y le habían dicho que en esa tienda había uno como el que ella tenía, de raza yaco. Y según declaró en el cuartel de la Guardia Civil, nada más entrar por la puerta, el ave la vio y comenzó a silbar. Le pidieron explicaciones al propietario del negocio y este les contó cómo había llegado el loro a sus manos, informándole, además, de quiénes fueron las personas que se lo habían llevado.
La Guardia Civil procedió a su detención y un juez les imputó el delito. Aparte de la pena de prisión que pide el fiscal para ellos, solicita también que le paguen a la propietaria del loro los 165 euros en que valoraron su ventana. La Justicia, en cambio, no se acordó de Lolo. No recibirá nada por todo lo que pasó.
La propietaria acudió a una pajarería a comprar otro loro y se lo encontró
Dos jóvenes lo habían robado en una casa de Porto de A Carballosa, en Porto do Son
En Porto do Son vive un loro que es una belleza. Con su plumaje gris y su cola roja, dicen que hasta parece un general. Tanto llama la atención que se la llamó también a un par de delincuentes de la zona. Los rateros esperaron a que sus dueños se ausentaran de casa, forzaron una ventana y se llevaron al pájaro como botín. Una torpeza, pues Lolo, aunque tenga plumas, es listo como una ardilla. Estando en una tienda de venta de animales, el ave vio a sus dueños. Estos buscaban un ejemplar que ocupase el vacío que él les había dejado. Pero fue ver entrar a sus amos por la puerta de la pajarería y empezar a chillar como un loco, llamando su atención y propiciando entonces el reencuentro.
Los supuestos autores de la sustracción ocuparán el mes que viene el banquillo de los acusados para responder por un delito de robo con fuerza en casa habitada, por el que el fiscal pide que sean condenados a dos años y medio de prisión.
A Lolo se lo llevaron de su casa el 28 de febrero del 2010. Fueron dos jóvenes, primos entre ellos. Buscaron un hueco por el que introducirse en el domicilio y no les quedó otra que romper una ventana. Lo hicieron y no se llevaron más que la jaula de Lolo. Ni buscaron joyas ni electrodomésticos. Iban a lo que iban, a por el loro. Por el estado en el que apareció, debieron de tratarlo bien. Y se pusieron a buscar un comprador. Como no era cosa de anunciarlo en un periódico, se presentaron en una tienda de mascotas diciéndole al propietario que se habían encontrado un pájaro en el monte. Estaban dispuestos a vendérselo a un buen precio. Pero el hombre, honrado, les hizo saber que las cosas no son así, que la venta de animales exóticos tiene su protocolo y que un loro indocumentado no se le compra al primero que entra por la puerta. Les informó que, cuando menos, deberían dejar pasar tres meses, que es el plazo estipulado para que sus propietarios lo reclamen.
Pura casualidad
Si no aparecen los amos, el loro, en teoría, es para quien lo encontró. Y así quedaron. Los rateros dejaron el loro en la pajarería a la espera de que nadie lo echase en falta. Pero eso era imposible. Porque Lolo es el ojito derecho de su dueña. Lleva casi seis años con ella, los de la edad del pájaro, y esa fue la única ocasión en que lo perdió de vista.
Semanas después, esta mujer, acompañada de su esposo, se presentó en la pajarería por pura casualidad. Quería adquirir otro loro y le habían dicho que en esa tienda había uno como el que ella tenía, de raza yaco. Y según declaró en el cuartel de la Guardia Civil, nada más entrar por la puerta, el ave la vio y comenzó a silbar. Le pidieron explicaciones al propietario del negocio y este les contó cómo había llegado el loro a sus manos, informándole, además, de quiénes fueron las personas que se lo habían llevado.
La Guardia Civil procedió a su detención y un juez les imputó el delito. Aparte de la pena de prisión que pide el fiscal para ellos, solicita también que le paguen a la propietaria del loro los 165 euros en que valoraron su ventana. La Justicia, en cambio, no se acordó de Lolo. No recibirá nada por todo lo que pasó.
La propietaria acudió a una pajarería a comprar otro loro y se lo encontró
Dos jóvenes lo habían robado en una casa de Porto de A Carballosa, en Porto do Son
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