:lvg: | 04/05/2010
Una vecina encontró en la playa una carta dentro de una botella, a la que piensa responder por correo ordinario
Cada uno tiene su particular forma de comunicarse y de expresar sus sentimientos. Pero hay modos más originales que otros. El de enviar mensajes por mar dentro de una botella es uno de los más cautivadores. Uno de esos mensajes que navegan por las aguas del mundo esperando encontrar un destinatario llegó la semana pasada a Porto do Son, concretamente a la playa de San Pedro de Muro.
Y fue a parar a manos de Ángeles Pazos, una vecina que pasea casi todas las tardes por esa zona: «La encontré en una laguna que hay en esa playa y que desemboca en el mar. Voy por ahí a menudo a pasear con mi perro, pero nunca antes había encontrado nada parecido», explica esta mujer.
El mensaje llegó en una botella de cristal, con remite de Bélgica, aunque no está firmado y tampoco pone fecha. El problema es que Ángeles Pazos todavía no ha podido descifrar todo el contenido de la carta, pues está escrita en flamenco y a mano, por lo que no son legibles todas las letras para traducir el total de la epístola. Aun así, sabe que el manuscrito comienza con una sugerente frase: «Mi querido tesoro Helena». Después, ha conseguido traducir varias palabras o frases sueltas, lo que le ha dado la idea de que probablemente se trate de un escrito de amor.
«Tras encontrar la botella, miré el contenido con un grupo de amigas con las que había quedado y entre todas hicimos el descubrimiento y empezamos a fantasear con que si sería la herencia de un viejo belga», bromea Pazos. Luego, ya en casa, junto a su marido, comenzaron la minuciosa labor de traducir la carta y de conocer algo más sobre el misterioso origen de la epístola. «Buscamos información sobre Roeselare, la ciudad belga que aparece en el remite del papel e incluso utilizamos el Google Earth para encontrar la casa », explica esta vecina.
Muchas incógnitas
Pero nada saben sobre el remitente, ni sobre el objetivo de la carta, ni sobre quién será Helena, ni cuánto tiempo hace que la carta lleva vagando perdida por el mar. Ángeles Pazos ha quedado prendada de este documento, de unas palabras cuyo secreto aún no ha podido desvelar y cuya caligrafía la ha engatusado. Lo primero que hará será enviar una carta, por correo ordinario, a la dirección que aparece en el mensaje que ella encontró. Mientras espera noticias, tiene intención de enmarcar el papel para colgarlo en alguna pared de su casa.
Cada uno tiene su particular forma de comunicarse y de expresar sus sentimientos. Pero hay modos más originales que otros. El de enviar mensajes por mar dentro de una botella es uno de los más cautivadores. Uno de esos mensajes que navegan por las aguas del mundo esperando encontrar un destinatario llegó la semana pasada a Porto do Son, concretamente a la playa de San Pedro de Muro.
Y fue a parar a manos de Ángeles Pazos, una vecina que pasea casi todas las tardes por esa zona: «La encontré en una laguna que hay en esa playa y que desemboca en el mar. Voy por ahí a menudo a pasear con mi perro, pero nunca antes había encontrado nada parecido», explica esta mujer.
El mensaje llegó en una botella de cristal, con remite de Bélgica, aunque no está firmado y tampoco pone fecha. El problema es que Ángeles Pazos todavía no ha podido descifrar todo el contenido de la carta, pues está escrita en flamenco y a mano, por lo que no son legibles todas las letras para traducir el total de la epístola. Aun así, sabe que el manuscrito comienza con una sugerente frase: «Mi querido tesoro Helena». Después, ha conseguido traducir varias palabras o frases sueltas, lo que le ha dado la idea de que probablemente se trate de un escrito de amor.
«Tras encontrar la botella, miré el contenido con un grupo de amigas con las que había quedado y entre todas hicimos el descubrimiento y empezamos a fantasear con que si sería la herencia de un viejo belga», bromea Pazos. Luego, ya en casa, junto a su marido, comenzaron la minuciosa labor de traducir la carta y de conocer algo más sobre el misterioso origen de la epístola. «Buscamos información sobre Roeselare, la ciudad belga que aparece en el remite del papel e incluso utilizamos el Google Earth para encontrar la casa », explica esta vecina.
Muchas incógnitas
Pero nada saben sobre el remitente, ni sobre el objetivo de la carta, ni sobre quién será Helena, ni cuánto tiempo hace que la carta lleva vagando perdida por el mar. Ángeles Pazos ha quedado prendada de este documento, de unas palabras cuyo secreto aún no ha podido desvelar y cuya caligrafía la ha engatusado. Lo primero que hará será enviar una carta, por correo ordinario, a la dirección que aparece en el mensaje que ella encontró. Mientras espera noticias, tiene intención de enmarcar el papel para colgarlo en alguna pared de su casa.
0 comentarios:
Publicar un comentario