:lvg: | 02/03/2010
Familiares, políticos, deportistas y amigos le rindieron un homenaje «a unha persoa moi querida».
Si al fallecido sonense Emilio García, presidente fundador del club deportivo Porto do Son, le preguntasen donde querría pasar a la eternidad, seguramente, elegiría el campo de fútbol sonense. Durante muchos años de su vida, y sobre todo desde su jubilación, estuvo en él «case tanto tempo como na casa», como ayer recordaban desde la entidad deportiva y en él, gracias a un busto descubierto anteayer, va a quedarse. El acto en el que al fin se pudo ver su escultura fue un sencillo pero emotivo homenaje.
Políticos -estuvieron numerosos miembros de la corporación-, familiares -acudió su viuda, una hermana y varios sobrinos- y numerosos miembros del club deportivo sonense, tanto directivos como jugadores, se dieron cita en el campo de fútbol para descubrir el busto. La tarde no estaba demasiado cálida, pero pronto se tornó de esta forma. Unos y otros se quedaron sorprendidos de la gran semejanza entre la figura pétrea y el rostro de Emilio García, cuyo nombre, por cierto, también lleva el terreno de juego.
Con esmero
Luego, quizás inspirados por esa figura que ya lo controla todo del campo desde el pedestal pétreo, todos recordaron esos pequeños detalles que hicieron del homenajeado una persona «tan querida». Recordaron su dedicación al club, el hecho de que pasó por diversos puestos de la directiva y que se encargaba de mimar y cuidar el campo con todo el esmero del mundo hasta que, en febrero del pasado año, falleció. Tanto el alcalde como varios miembros del club pronunciaron palabras en su honor. Y a los pies de la escultura se posaron unas flores. Para entonces, la emotividad mandaba, tanto en los rostros de los mayores como de los pequeños.
Políticos -estuvieron numerosos miembros de la corporación-, familiares -acudió su viuda, una hermana y varios sobrinos- y numerosos miembros del club deportivo sonense, tanto directivos como jugadores, se dieron cita en el campo de fútbol para descubrir el busto. La tarde no estaba demasiado cálida, pero pronto se tornó de esta forma. Unos y otros se quedaron sorprendidos de la gran semejanza entre la figura pétrea y el rostro de Emilio García, cuyo nombre, por cierto, también lleva el terreno de juego.
Con esmero
Luego, quizás inspirados por esa figura que ya lo controla todo del campo desde el pedestal pétreo, todos recordaron esos pequeños detalles que hicieron del homenajeado una persona «tan querida». Recordaron su dedicación al club, el hecho de que pasó por diversos puestos de la directiva y que se encargaba de mimar y cuidar el campo con todo el esmero del mundo hasta que, en febrero del pasado año, falleció. Tanto el alcalde como varios miembros del club pronunciaron palabras en su honor. Y a los pies de la escultura se posaron unas flores. Para entonces, la emotividad mandaba, tanto en los rostros de los mayores como de los pequeños.
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