:lvg: | 28/03/2010
Solo se trataba de una operación de crédito para pagar facturas pendientes a las que dos resoluciones judiciales obligaban a hacer frente, pero el asunto fue suficiente para destapar la caja de Pandora y que, una vez más, el pleno sonense acabase a la gresca. Bueno, más que acabar, empezó a la gresca, y cuando se cumplía una hora desde el inicio de la sesión, el PP abandonaba la sala tras la expulsión de su portavoz, Manuel Tomé.
Visto lo visto, y por banal que sea su contenido, las sesiones plenarias de Porto do Son parecen condenadas a convertirse en un espectáculo de bastante mal gusto. Eso al menos opinaban los vecinos que el viernes, como es habitual, llenaron el salón de plenos y que entre cuchicheos repetían una expresión muy significativa: «¡Que vergonza!».
Lo cierto es que la reunión de la corporación se pareció más a un patio de colegio que a un foro de discusión sobre cuestiones relativas al gobierno del municipio. Las interrupciones, los cuchicheos, las intervenciones fuera de turno y las interpelaciones entre concejales fueron una constante que el alcalde, Xoán Pastor Rodríguez, se vio incapaz de frenar.
Las llamadas al orden comenzaron desde el primer punto de debate, una ordenanza tipo sobre tráfico y seguridad vial que finalmente se aprobó con la abstención de todos los grupos de la oposición. Fue en el siguiente asunto a tratar cuando acabó por armarse el belén. Entre la tensión por las salidas de tono de los ediles, se desarrolló una discusión que comenzó la concejala popular Asunción Torres, quien lamentó que, además de que hubiese que esperar a sendas resoluciones judiciales para pagar unas facturas de los años 2005 y 2006, hubiese que hacer frente además a los intereses correspondientes.
Torres dijo también que, con el PP en la alcaldía, había sido imposible pagar esas deudas «porque vós vos puxéstedes de acordo para non deixarnos aprobar uns orzamentos nos que estaba prevista unha partida para facer fronte a facturas pendentes. Vós, con tal de amolarnos, o único que fixéstedes foi poñer atrancos á nosa xestión sen importarvos que as nosas propostas foran boas para Porto do Son».
Entre medias hubo interrupciones y avisos de expulsión para otro edil popular y para el independiente Gonzalo Pérez, que a continuación dijo que era «unha pena» que no se pagara a las empresas que trabajan para el Concello y que, «aínda por riba, chuléanse sacándose fotos nas obras que non pagan, iso é de vergonza e de verdadeiro cinismo».
Luego habló Xabier Quiñoy, instando al gobierno local a hacer un esfuerzo por liquidar las deudas con los proveedores; el portavoz del BNG, que indicó que está previsto que los presupuestos vayan a pleno el mes que viene; y el socialista Ramón Quintás. En este punto volvieron a repetirse escenas de tensión, pero no fue hasta el segundo turno cuando los avisos de expulsión acabaron materializándose con el abandono de la sala por parte del PP en pleno.
Sin embargo, la discusión continuó con González Pérez, que el viernes parecía estar él solo contra el mundo e incluso replicó al público y que llamó «ditadores» al ejecutivo, defendió al PP, al que «non lle deixástedes facer nada, quitásteslles o goberno a golpe de timón», y acusó a Quintáns de ser el culpable de la situación. En medio de tanto barullo, surgió la voz de Quiñoy pidiendo una junta de portavoces para «intentar que este tipo de escenas non se repitan».
Visto lo visto, y por banal que sea su contenido, las sesiones plenarias de Porto do Son parecen condenadas a convertirse en un espectáculo de bastante mal gusto. Eso al menos opinaban los vecinos que el viernes, como es habitual, llenaron el salón de plenos y que entre cuchicheos repetían una expresión muy significativa: «¡Que vergonza!».
Lo cierto es que la reunión de la corporación se pareció más a un patio de colegio que a un foro de discusión sobre cuestiones relativas al gobierno del municipio. Las interrupciones, los cuchicheos, las intervenciones fuera de turno y las interpelaciones entre concejales fueron una constante que el alcalde, Xoán Pastor Rodríguez, se vio incapaz de frenar.
Las llamadas al orden comenzaron desde el primer punto de debate, una ordenanza tipo sobre tráfico y seguridad vial que finalmente se aprobó con la abstención de todos los grupos de la oposición. Fue en el siguiente asunto a tratar cuando acabó por armarse el belén. Entre la tensión por las salidas de tono de los ediles, se desarrolló una discusión que comenzó la concejala popular Asunción Torres, quien lamentó que, además de que hubiese que esperar a sendas resoluciones judiciales para pagar unas facturas de los años 2005 y 2006, hubiese que hacer frente además a los intereses correspondientes.
Torres dijo también que, con el PP en la alcaldía, había sido imposible pagar esas deudas «porque vós vos puxéstedes de acordo para non deixarnos aprobar uns orzamentos nos que estaba prevista unha partida para facer fronte a facturas pendentes. Vós, con tal de amolarnos, o único que fixéstedes foi poñer atrancos á nosa xestión sen importarvos que as nosas propostas foran boas para Porto do Son».
Entre medias hubo interrupciones y avisos de expulsión para otro edil popular y para el independiente Gonzalo Pérez, que a continuación dijo que era «unha pena» que no se pagara a las empresas que trabajan para el Concello y que, «aínda por riba, chuléanse sacándose fotos nas obras que non pagan, iso é de vergonza e de verdadeiro cinismo».
Luego habló Xabier Quiñoy, instando al gobierno local a hacer un esfuerzo por liquidar las deudas con los proveedores; el portavoz del BNG, que indicó que está previsto que los presupuestos vayan a pleno el mes que viene; y el socialista Ramón Quintás. En este punto volvieron a repetirse escenas de tensión, pero no fue hasta el segundo turno cuando los avisos de expulsión acabaron materializándose con el abandono de la sala por parte del PP en pleno.
Sin embargo, la discusión continuó con González Pérez, que el viernes parecía estar él solo contra el mundo e incluso replicó al público y que llamó «ditadores» al ejecutivo, defendió al PP, al que «non lle deixástedes facer nada, quitásteslles o goberno a golpe de timón», y acusó a Quintáns de ser el culpable de la situación. En medio de tanto barullo, surgió la voz de Quiñoy pidiendo una junta de portavoces para «intentar que este tipo de escenas non se repitan».
Que el PSOE y el BNG iban a boicotear al PP al frente del Ayuntamiento no había que ser muy listo para adivinarlo. Lo peor de todo es que gracias a ese boicot y a la in-Justicia, tengamos que ser todos los sonenses los que paguemos los intereses que esas facturas generaron y no los causantes en demorar los pagos.
¿Quién tiene el poder de pagar las facturas en los ayuntamientos, los vecinos o los políticos?
Me parece acertada la intervención del señor Quiñoy pero no esta de más recordarle que a lo mejor parte de esas facturas, se generaron cuando sostenía como alcalde al señor Quintáns.
En esta ocasión el señor Pérez estuvo muy acertado, porque alguna de esas obras seguro que salió retratada en la revista del PSOE previa a las elecciones del 2007.
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