:lvg: | 10/03/2010
Los comuneros de Xuño denuncian la proliferación de vertidos incontrolados en sus propiedades e, incluso, el depósito de animales muertos.
Sanitarios al aire libre. Los restos de un cuarto de baño fueron abandonados en una de las márgenes de una pista
Subir al monte de Xuño es una auténtica delicia. Espectaculares vistas de la ría de Muros-Noia acompañan al visitante en su caminata y durante la misma se pueden divisar unos parajes en los que la naturaleza sigue virgen. Árboles y grandes praderas conviven con ganado mostrenco pero, como siempre, la mano del hombre también se deja ver de vez en cuando. No hay conciencia y unos pocos se empeñan en destrozar y agredir el medio ambiente.
Los responsables de la comunidad de montes de Xuño ya no saben que hacer. Cada vez que dan una vuelta por los terrenos casi siempre se encuentran una desagradable sorpresa: un nuevo vertedero incontrolado.
La lucha por mantener viva la llama del medio ambiente es titánica. El secretario del colectivo, Manuel Santos es rotundo: «Xa non sabemos o que imos facer». Los desaprensivos no se cortan ni un pelo. Aprovechan las poco transitadas pistas de tierra y asfalto de la zona para echar desperdicios que tenían que ser depositados en los puntos limpios de cualquier municipio barbanzano.
Pero los desalmados no tienen escrúpulos. Con tal de desprenderse de restos inservibles hacen cualquier cosa y recorren kilómetros para esparcir sus miserias por el monte.
Iniciativas
Los responsables de la comunidad de montes tienen grandes proyectos para la masa forestal de la parroquia y sus terrenos. Quieren que la explotación sea rentable y también pretenden diversificar la actividad. Pero sus iniciativas chocan de frente con aquellos que solo piensan que el monte sirve de basurero.
La comunidad de Xuño está integrada por algo más de 150 personas. Cuentan con unas 445 hectáreas y mucha ilusión. Repoblaciones recientes y en cartera otras plantaciones con árboles autóctonos y también con un fin didáctico, que los niños de la localidad participen en las mismas y aprendan a amar y a respetar la naturaleza.
Manuel Santos conoce palmo a palmo la zona. Con paciencia y mucha resignación va recorriendo todos los lugares donde hay depósitos de basura ilegales. La primera parada es una cuneta donde los restos de un viejo tejado dan sombra a un saco en el que se puede apreciar la silueta de tres perros muertos putrefactos.
Un poco más adelante, un montón de ruedas afean una pequeña atalaya verde y rodeada de pequeños pinos. Cajas vacías de cerveza se entremezclan con un montón de papeles en los que aparecen copias de presupuestos y catálogos de motores marinos. Por si fuera poco, cristales y sanitarios de un baño viejo se entremezclan con el verdor del tojo, que busca el sol entre la cerámica.
Asamblea
La gota que colmó el vaso de la paciencia de los comuneros fue el hallazgo de los cadáveres de los perros. El lunes alertaron de su presencia a los agentes del Seprona, que abrieron una investigación para intentar identificar a sus propietarios
Hace unas semanas hubo una asamblea general en la que se mostró un vídeo con todos los basureros que hay en el monte. La directiva pidió a los asistentes colaboración para dar con los autores. Cualquier vehículo sospechoso puede ser objeto de un implacable seguimiento.
Pero los directivos de la entidad no se quedarán de brazos cruzados. Volverán a limpiar el monte las veces que haga falta.
En los próximos días se dirigirán al Concello de Porto do Son para que les eche una mano. Un tractor o un camión servirán para sacar de sus propiedades las toneladas de basura que gente sin escrúpulos dejó al lado de las pistas de los montes de Xuño. El propósito es la retirada inmediata de todos los restos que hay desperdigados por el terreno forestal.
Todavía queda mucho por hacer para cambiar la mentalidad de las personas. Y eso lo saben en la comunidad de montes. Por ello, quieren que los más pequeños aprendan cuanto antes a amar y a respetar la naturaleza y pondrán su empeño en ello.
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