«Ninguna otra disciplina artística requiere la entrega de la danza».
Sus pies nacieron para el ballet y no hubo forma de pararlos; los resultados se ven en escenarios de Galicia y España.
Quería ser bailarín y puso todo su empeño en ello. Cuando lo consiguió, quería más. Vicente Colomer no se conformaba con limitarse a reproducir posiciones predeterminadas, ni a seguir compases que otros marcaban, este ribeirense pretendía, además, que danza y tradición gallega formaran un solo cuerpo. Así nació, en el 2003, Nova Galega de Danza, una compañía que sorprendió por esa perfecta conjunción entre tradición y vanguardia y por la arriesgada apuesta de incluir siempre música en directo en sus espectáculos; una música única, hecha a medida de cada coreografía.
Nova Galega de Danza nació rompiendo moldes, ganando adeptos entre quienes nunca se imaginarían presenciando un espectáculo de danza contemporánea. El ribeirense recuerda una actuación en la pontevedresa plaza de A Ferrería: «Vino a verme un matrimonio de Ribeira. El marido lo hizo por compromiso. Cuando acabó el espectáculo yo estuve en el camerino durante un buen rato y cuando salí él me esperaba fuera con los ojos llenos de lágrimas. Estaba muy emocionado».
Vicente Colomer se inició en un clásico ribeirense, Aires da Dorna, de la mano de Javier Pato: «Es un grupo que sube al escenario con gran dignidad y profesionalidad. Dejé de tener ilusión por nada que no fuese bailar, para mi la semana comenzaba el sábado porque había clase».
Consciente de que su futuro estaba ligado a los escenarios y de que había llegado el momento de dar el salto, Colomer se marcha a A Coruña y pasa a formar parte de Rey de Viana. Allí conoce a Jaime Díaz, otro hombre con la danza circulándole por las venas, y así comienza a tejerse Nova Galega de Danza: «Siempre supe que tenía que hacer algo relacionado con la danza gallega. Jaime y yo teníamos las mismas inquietudes. Sabíamos que nos queríamos dedicar a esto y con este estilo de danza, sabíamos que había un campo inmenso por explorar».
Pasar de las ideas a la realidad fue un camino difícil. Entre otras cosas, porque en el baile no hay moldes: «Este es un oficio en el que tienes que hacerte a tí mismo. No está tan reglado como otras carreras artísticas. Estudias en un conservatorio, pero después tienes que buscarte la vida. Un bailarín tiene que tener mucha capacidad de sacrificio. Ninguna otra disciplina artística requiere la entrega de la danza». El nacimiento de Nova Galega de Danza obligó a Vicente Colomer y a Jaime Díaz a convertirse en empresarios: «Esta parte es la que menos me gusta, pero no queda otro remedio».
Faceta docente
Su total inmersión en el mundo de la danza y haberse convertido en director de su propia compañía mantienen a Vicente Colomer alejado de su Ribeira natal. Es una distancia en kilómetros, pero no en sentimientos ni en vinculación con su tierra. De hecho, desde 1988 da clases de baile en Porto do Son: «El mérito no es mío, sino de los bailarines del grupo municipal. Alguno lleva desde el principio».
Ahora, además, imparte clases de contemporáneo en la escuela de ballet de Ribeira. Un nuevo reto y la oportunidad de desarrollar otra faceta que le complace, la de la formación.
Por eso, aunque Ribeira a veces parece lejos, para Vicente Colomer siempre está cerca. De todos los rincones del municipio, el bailarín se queda con la playa de O Vilar: «Sigo teniendo la sensación de inmensidad que tenía cuando era niño. Es la playa más maravillosa que conozco. No tiene nada que envidiar a las perlas del Caribe».
A Vicente Colomer se le iluminan los ojos cuando habla de O Vilar porque recuerda los momentos de los que, cuando era niño, disfrutó en este lugar: «Solo íbamos dos o tres familias de todo el municipio. Era una época en la que la gente en Galicia no iba a playas de mar abierto. Además de nosotros y un par de familias más, acudían unos alemanes. Yo creo que algunos extranjeros nos descubrieron arenales». Las cosas han cambiado desde entonces y ahora esta playa es de las más concurridas. Miles de personas acuden cada año para disfrutarla, como hace Colomer siempre que puede.
La Voz de Galicia 21/11/2009
Sus pies nacieron para el ballet y no hubo forma de pararlos; los resultados se ven en escenarios de Galicia y España.
Quería ser bailarín y puso todo su empeño en ello. Cuando lo consiguió, quería más. Vicente Colomer no se conformaba con limitarse a reproducir posiciones predeterminadas, ni a seguir compases que otros marcaban, este ribeirense pretendía, además, que danza y tradición gallega formaran un solo cuerpo. Así nació, en el 2003, Nova Galega de Danza, una compañía que sorprendió por esa perfecta conjunción entre tradición y vanguardia y por la arriesgada apuesta de incluir siempre música en directo en sus espectáculos; una música única, hecha a medida de cada coreografía.
Nova Galega de Danza nació rompiendo moldes, ganando adeptos entre quienes nunca se imaginarían presenciando un espectáculo de danza contemporánea. El ribeirense recuerda una actuación en la pontevedresa plaza de A Ferrería: «Vino a verme un matrimonio de Ribeira. El marido lo hizo por compromiso. Cuando acabó el espectáculo yo estuve en el camerino durante un buen rato y cuando salí él me esperaba fuera con los ojos llenos de lágrimas. Estaba muy emocionado».
Vicente Colomer se inició en un clásico ribeirense, Aires da Dorna, de la mano de Javier Pato: «Es un grupo que sube al escenario con gran dignidad y profesionalidad. Dejé de tener ilusión por nada que no fuese bailar, para mi la semana comenzaba el sábado porque había clase».
Consciente de que su futuro estaba ligado a los escenarios y de que había llegado el momento de dar el salto, Colomer se marcha a A Coruña y pasa a formar parte de Rey de Viana. Allí conoce a Jaime Díaz, otro hombre con la danza circulándole por las venas, y así comienza a tejerse Nova Galega de Danza: «Siempre supe que tenía que hacer algo relacionado con la danza gallega. Jaime y yo teníamos las mismas inquietudes. Sabíamos que nos queríamos dedicar a esto y con este estilo de danza, sabíamos que había un campo inmenso por explorar».
Pasar de las ideas a la realidad fue un camino difícil. Entre otras cosas, porque en el baile no hay moldes: «Este es un oficio en el que tienes que hacerte a tí mismo. No está tan reglado como otras carreras artísticas. Estudias en un conservatorio, pero después tienes que buscarte la vida. Un bailarín tiene que tener mucha capacidad de sacrificio. Ninguna otra disciplina artística requiere la entrega de la danza». El nacimiento de Nova Galega de Danza obligó a Vicente Colomer y a Jaime Díaz a convertirse en empresarios: «Esta parte es la que menos me gusta, pero no queda otro remedio».
Faceta docente
Su total inmersión en el mundo de la danza y haberse convertido en director de su propia compañía mantienen a Vicente Colomer alejado de su Ribeira natal. Es una distancia en kilómetros, pero no en sentimientos ni en vinculación con su tierra. De hecho, desde 1988 da clases de baile en Porto do Son: «El mérito no es mío, sino de los bailarines del grupo municipal. Alguno lleva desde el principio».
Ahora, además, imparte clases de contemporáneo en la escuela de ballet de Ribeira. Un nuevo reto y la oportunidad de desarrollar otra faceta que le complace, la de la formación.
Por eso, aunque Ribeira a veces parece lejos, para Vicente Colomer siempre está cerca. De todos los rincones del municipio, el bailarín se queda con la playa de O Vilar: «Sigo teniendo la sensación de inmensidad que tenía cuando era niño. Es la playa más maravillosa que conozco. No tiene nada que envidiar a las perlas del Caribe».
A Vicente Colomer se le iluminan los ojos cuando habla de O Vilar porque recuerda los momentos de los que, cuando era niño, disfrutó en este lugar: «Solo íbamos dos o tres familias de todo el municipio. Era una época en la que la gente en Galicia no iba a playas de mar abierto. Además de nosotros y un par de familias más, acudían unos alemanes. Yo creo que algunos extranjeros nos descubrieron arenales». Las cosas han cambiado desde entonces y ahora esta playa es de las más concurridas. Miles de personas acuden cada año para disfrutarla, como hace Colomer siempre que puede.
La Voz de Galicia 21/11/2009
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