:lvg: | 12/1/2011
El Consejo de Ministros aprobó una propuesta para elevar la edad de jubilación a los 67 años. Desde 1919, esta se situaba en los 65. La finalidad de esta decisión es hacer económicamente viable el futuro del sistema público de pensiones. Pero, ¿es razonable? Ciertamente, la respuesta no es simple y, si quiere adecuarse a la realidad y estar formulada desde los intereses generales, hay que introducir en ella matices y excepciones. Sin embargo, hay más razones para estar a favor que para estar en contra.
El principal argumento a favor está basado en una constatación obvia. Por un lado, la entrada de jóvenes en el mercado laboral es cada vez más tardía, debido sobre todo a que son más los que cursan estudios. Por otro, también es una evidencia que la vida de las personas se alarga cada vez más, situándose en la actualidad, como promedio, alrededor de los 80 años. Si tenemos en cuenta ambos factores, fácilmente llegamos a una conclusión: las aportaciones de los trabajadores a las arcas públicas disminuyen y, por el contrario, aumenta con extraordinaria rapidez el número de beneficiarios de las pensiones de jubilación. Por tanto, el sistema tiende a hacerse económicamente insostenible y es cada vez mayor el riesgo de déficit en la Seguridad Social.
Si solamente se tuviera en cuenta este argumento, sería muy difícil refutar la conveniencia de aumentar la edad de jubilación, desde luego más justa que disminuir las exiguas cantidades que perciben los pensionistas. De ahí que resulte imprescindible introducir ciertas matizaciones a esta solución, que traerá cola.
A mi modo de ver, está justificado alargar la vida laboral en dos años siempre que se tengan en cuenta estas excepciones y estos matices. El debate está ahí. Se trata de una materia que nos afecta a casi todos y que casi todos podemos entender si se nos explican las razones de cada posición. Y estas razones, por supuesto, deben argumentarse desde los intereses generales. El sistema de pensiones de jubilación es un ejemplo de solidaridad entre generaciones.
Quizás, en general, estamos demasiado acostumbrados a exigir derechos y a no hacernos cargo de los deberes que estos derechos comportan. En este caso, uno no tiene el derecho a jubilarse a una determinada edad, sino que tiene el derecho a una pensión suficiente siempre que esta sea viable también para quienes nos sucedan. O lo que es lo mismo: tenemos el deber de hacer sostenible para futuro un sistema, como mínimo, semejante, aunque no sea idéntico, al que ahora disfrutamos.
Ahora solo se habla del aumento la edad de jubilación a los 67. Actualmente, con 30 años cotizados, te pueden jubilar a partir de los 60, aplicándose a cada año el coeficiente reductor. La rebaja en la pensión es aproximadamente del 40%. Hay montones de oficios duros, que no se pueden aguantar hasta los 67. Y si te jubilan a los 60, con los preceptivos 30 años cotizados, ¿cuál sería la pensión a recibir? Echen una ojeada a las pensiones de los políticos: con ocho años tumbados en el escaño, pensión máxima. La jubilación a los 67 no les preocupa, no van a tirar piedras sobre su tejado.
El principal argumento a favor está basado en una constatación obvia. Por un lado, la entrada de jóvenes en el mercado laboral es cada vez más tardía, debido sobre todo a que son más los que cursan estudios. Por otro, también es una evidencia que la vida de las personas se alarga cada vez más, situándose en la actualidad, como promedio, alrededor de los 80 años. Si tenemos en cuenta ambos factores, fácilmente llegamos a una conclusión: las aportaciones de los trabajadores a las arcas públicas disminuyen y, por el contrario, aumenta con extraordinaria rapidez el número de beneficiarios de las pensiones de jubilación. Por tanto, el sistema tiende a hacerse económicamente insostenible y es cada vez mayor el riesgo de déficit en la Seguridad Social.
Si solamente se tuviera en cuenta este argumento, sería muy difícil refutar la conveniencia de aumentar la edad de jubilación, desde luego más justa que disminuir las exiguas cantidades que perciben los pensionistas. De ahí que resulte imprescindible introducir ciertas matizaciones a esta solución, que traerá cola.
A mi modo de ver, está justificado alargar la vida laboral en dos años siempre que se tengan en cuenta estas excepciones y estos matices. El debate está ahí. Se trata de una materia que nos afecta a casi todos y que casi todos podemos entender si se nos explican las razones de cada posición. Y estas razones, por supuesto, deben argumentarse desde los intereses generales. El sistema de pensiones de jubilación es un ejemplo de solidaridad entre generaciones.
Quizás, en general, estamos demasiado acostumbrados a exigir derechos y a no hacernos cargo de los deberes que estos derechos comportan. En este caso, uno no tiene el derecho a jubilarse a una determinada edad, sino que tiene el derecho a una pensión suficiente siempre que esta sea viable también para quienes nos sucedan. O lo que es lo mismo: tenemos el deber de hacer sostenible para futuro un sistema, como mínimo, semejante, aunque no sea idéntico, al que ahora disfrutamos.
Ahora solo se habla del aumento la edad de jubilación a los 67. Actualmente, con 30 años cotizados, te pueden jubilar a partir de los 60, aplicándose a cada año el coeficiente reductor. La rebaja en la pensión es aproximadamente del 40%. Hay montones de oficios duros, que no se pueden aguantar hasta los 67. Y si te jubilan a los 60, con los preceptivos 30 años cotizados, ¿cuál sería la pensión a recibir? Echen una ojeada a las pensiones de los políticos: con ocho años tumbados en el escaño, pensión máxima. La jubilación a los 67 no les preocupa, no van a tirar piedras sobre su tejado.
Cuanta razón hay en este articulo, lo malo es que callamos como corderos que llevan al matadero. Esto es lo más parecido a una Dictadura o al aparheit africano, donde unos ciudadanos tenían más derechos que otros.
2 comentarios:
Los políticos no tocarán ni uno solo de sus derechos. Mejor dicho, ni uno solo de sus privilegios. Recortarán nuestros derechos, pero para defenderlos ya tenemos a nuestros sindicatos, que los defenderán con mucha firmeza y amenaza de huelga general, pero solo hasta que consigan unos miles de millones de euros más en subvenciones para los que tendremos que pagar más impuestos. ¡Así está la cosa!
Quienes no tendrán problemas con su pensión serán estos "pájaros". Curioso, ¿no?.
http://www.elpais.com/articulo/economia/Aznar/ficha/Endesa/asesor/externo/Latinoamerica/elpepueco/20110111elpepueco_5/Tes
http://www.elpais.com/articulo/economia/Gas/Natural/ficha/Felipe/Gonzalez/consejero/independiente/elpepieco/20101218elpepieco_8/Tes
De los sindicatos mejor no hablar. Como se nota que no viven de las cuotas de los afiliados.
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