:ecg: | 14/11/2010
Los episodios de caballos abatidos a tiros, o mutilados con prácticas deleznables siguen con el debate sobre cómo regular la presencia del ganado mostrenco. los dueños de cultivos se les acaba la paciencia; a los de los caballos, con culpables difíciles de encontrar, también.
Esta vez fueron dos yeguas, una de ellas preñada. Aparecieron abatidas a tiros junto a un sendero en Cequeril, en el vecino municipio de Cuntis. Antes fue en Campo Lameiro, otras veces en Cerdedo ... Los perdigones, los lazos, e incluso macabras técnicas letales como las manzanas rellenas de alfileres o retorcidos atropellos, han acabado en los últimos años con cerca de una veintena de caballos de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo.
El colectivo, que organiza la afamada Rapa das Bestas, tiene identificada a toda su cabaña, y cómo exige la normativa, muchos ejemplares ya cuentan con microchip. Siempre pagan los desperfectos a los que avistan la sombra de los animales campando por sus propiedades. Hasta ahora, por parte de la asociación, no se ha registrado ningún caso grave de daños. La mayoría de las veces, como explica Iván Sanmartín, miembro y abogado de la asociación, lo que se producen son roturas de cierres en las fincas, por las que tratan de llegar a un acuerdo económico razonable con los propietarios.
Pero hay quien prefiere buscar soluciones drásticas tomándose la justicia por su mano. Los montes de la zona sur de A Estrada, donde también pasta ganado vacuno en libertad, han sido testigos de negros y vengativos episodios, al más puro estilo far west, que han estado siempre latentes pero que cada vez se vuelven más crueles.
Pero no solo los equinos están en el punto de mira de los que juegan a ser cuatreros. Hay quien se las ingenia para confeccionar incluso armas caseras y enrevesadas trampas para llevarse por delante a las vacas. Ocurrió en Souto, también en el municipio de A Estrada este mismo año. Y antes en Quireza (Cerdedo), donde hallaron varios ejemplares acuchillados por una especie de lanza afilada. Las denuncias siguen llegando al Seprona, pero la dificultad para identificar a los culpables, desmoraliza a los que ven, impotentes como las matanzas vuelven impunes.
Al otro lado del conflicto están los dueños de cultivos. Comparten la sensación de hastío, pero por otros motivos. Dicen estar hartos de ver cómo los caballos entran en sus fincas dañando la cosecha. En inviernos crudos, la falta de alimentos en los montes conduce a los animales cuesta abajo, hacia la aldea, en busca de provisiones. Lo saben bien en Requián, en la parroquia de Frades, al otro extremo del ayuntamiento de A Estrada. Allí, rodeados de abruptos montes, llevan años sufriendo las incursiones equinas de las manadas que bajan desde Couselo, en Cuntis.
La ley permite atrapar a los animales otorgando a sus dueños (mediante bando municipal) un plazo para recuperarlos y hacerse cargo de los daños. Si además están sin identificar, el trámite sigue con la subasta pública de los ejemplares, una maniobra que se viene repitiendo en el municipio de A Estrada desde hace años. El mes pasado, de doce caballos apresados en Requián sólo dos encontraron dueño en la puja, cuyos fondos resarcen en parte a los vecinos afectados.
La normativa también permite sacrificar en último caso a las reses, siguiendo las directrices de sanidad animal.
En O Son y Muros. A Estrada no es el único territorio donde persiste el conflicto. En Porto do Son recuperaban este verano el curro de A Enxa, después de ocho años sin celebrarse tras una sonada guerra entre las comunidades de montes y los ganaderos que acabó con un acuerdo para el pago de los daños en cosechas. Además, este mismo mes comenzaba el marcaje con microchip de la cabaña en varios puntos del municipio sonense. En Lousame también se ha vivido más de una situación similar, incluso con fallidas subastas de caballos a los que un vecino pilló in fraganti en sus propiedades.
El lado más salvaje del problema, por el que incluso el pasado año se llegaron a proponer batidas (en este caso para el ganado vacuno) en la costa lucense, se extiende también al municipio de Muros. En el monte de Paxareiras siguen apareciendo caballos con graves heridas provocadas por la colocación de cepos en las patas. Las fracturas y deformaciones les provocan en muchos casos una lenta agonía.
El ganado mostrenco, presente en otros muchos montes gallegos también está en tela de juicio por su implicación en accidentes de tráfico, al igual que otra fauna como el jabalí. La problemática en estos casos es de otro calado, mientras siguen las voces que piden regular, de forma más exhaustiva, la presencia de animales en libertad, que no todos ven con los mismos ojos.
Esta vez fueron dos yeguas, una de ellas preñada. Aparecieron abatidas a tiros junto a un sendero en Cequeril, en el vecino municipio de Cuntis. Antes fue en Campo Lameiro, otras veces en Cerdedo ... Los perdigones, los lazos, e incluso macabras técnicas letales como las manzanas rellenas de alfileres o retorcidos atropellos, han acabado en los últimos años con cerca de una veintena de caballos de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo.
El colectivo, que organiza la afamada Rapa das Bestas, tiene identificada a toda su cabaña, y cómo exige la normativa, muchos ejemplares ya cuentan con microchip. Siempre pagan los desperfectos a los que avistan la sombra de los animales campando por sus propiedades. Hasta ahora, por parte de la asociación, no se ha registrado ningún caso grave de daños. La mayoría de las veces, como explica Iván Sanmartín, miembro y abogado de la asociación, lo que se producen son roturas de cierres en las fincas, por las que tratan de llegar a un acuerdo económico razonable con los propietarios.
Pero hay quien prefiere buscar soluciones drásticas tomándose la justicia por su mano. Los montes de la zona sur de A Estrada, donde también pasta ganado vacuno en libertad, han sido testigos de negros y vengativos episodios, al más puro estilo far west, que han estado siempre latentes pero que cada vez se vuelven más crueles.
Pero no solo los equinos están en el punto de mira de los que juegan a ser cuatreros. Hay quien se las ingenia para confeccionar incluso armas caseras y enrevesadas trampas para llevarse por delante a las vacas. Ocurrió en Souto, también en el municipio de A Estrada este mismo año. Y antes en Quireza (Cerdedo), donde hallaron varios ejemplares acuchillados por una especie de lanza afilada. Las denuncias siguen llegando al Seprona, pero la dificultad para identificar a los culpables, desmoraliza a los que ven, impotentes como las matanzas vuelven impunes.
Al otro lado del conflicto están los dueños de cultivos. Comparten la sensación de hastío, pero por otros motivos. Dicen estar hartos de ver cómo los caballos entran en sus fincas dañando la cosecha. En inviernos crudos, la falta de alimentos en los montes conduce a los animales cuesta abajo, hacia la aldea, en busca de provisiones. Lo saben bien en Requián, en la parroquia de Frades, al otro extremo del ayuntamiento de A Estrada. Allí, rodeados de abruptos montes, llevan años sufriendo las incursiones equinas de las manadas que bajan desde Couselo, en Cuntis.
La ley permite atrapar a los animales otorgando a sus dueños (mediante bando municipal) un plazo para recuperarlos y hacerse cargo de los daños. Si además están sin identificar, el trámite sigue con la subasta pública de los ejemplares, una maniobra que se viene repitiendo en el municipio de A Estrada desde hace años. El mes pasado, de doce caballos apresados en Requián sólo dos encontraron dueño en la puja, cuyos fondos resarcen en parte a los vecinos afectados.
La normativa también permite sacrificar en último caso a las reses, siguiendo las directrices de sanidad animal.
En O Son y Muros. A Estrada no es el único territorio donde persiste el conflicto. En Porto do Son recuperaban este verano el curro de A Enxa, después de ocho años sin celebrarse tras una sonada guerra entre las comunidades de montes y los ganaderos que acabó con un acuerdo para el pago de los daños en cosechas. Además, este mismo mes comenzaba el marcaje con microchip de la cabaña en varios puntos del municipio sonense. En Lousame también se ha vivido más de una situación similar, incluso con fallidas subastas de caballos a los que un vecino pilló in fraganti en sus propiedades.
El lado más salvaje del problema, por el que incluso el pasado año se llegaron a proponer batidas (en este caso para el ganado vacuno) en la costa lucense, se extiende también al municipio de Muros. En el monte de Paxareiras siguen apareciendo caballos con graves heridas provocadas por la colocación de cepos en las patas. Las fracturas y deformaciones les provocan en muchos casos una lenta agonía.
El ganado mostrenco, presente en otros muchos montes gallegos también está en tela de juicio por su implicación en accidentes de tráfico, al igual que otra fauna como el jabalí. La problemática en estos casos es de otro calado, mientras siguen las voces que piden regular, de forma más exhaustiva, la presencia de animales en libertad, que no todos ven con los mismos ojos.
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