11 noviembre 2010

La lluvia de estos días evidencia el necesario «lifting» de la AC-550


:lvg: | 11/11/2010
Baches y grietas agudizan las dificultades a la hora de conducir por esta arteria comarcal

Más que con un bisturí, la solución pasaría por la utilización de una máquina pavimentadora. Y es que las arrugas y heridas que evidencia la AC-550 son un problema que nada tiene que ver con la precisión milimétrica de la cirugía, siendo más urgente y razonable el uso de una bacheadora. Sobre todo ahora, que con la llegada de los meses en donde las precipitaciones se convierten en el pan nuestro de cada día para los miles de usuarios particulares y transportistas que recorren el pavimento de esta calzada, la suma de todos estos factores no hace más que acrecentar el peligro innato que supone estar en circulación.

El trazado de esta vía que une Noia y Ribeira, previo paso por el núcleo urbano de Porto do Son, suma un total de 34 kilómetros. Saliendo de Noia, y después de abandonar el puente del malecón, el conductor puede comprobar como la amortiguación del vehículo, pesado o ligero, comenzará a suplicar una tregua que no alcanzará -y siempre de forma esporádica- hasta pasados unos kilómetros. La calle de Catro Camiños, que desemboca en la zona de Testal y Taramancos es uno de los puntos en donde el asfaltado adquiere un peor aspecto, aumentando el riesgo de los peatones ante los múltiples coches que de manera improvisada estacionan frente a los talleres y tiendas asentadas a ambos lados de esta carretera. La situación no cambia en el siguiente tramo, que se corresponde con Boa. Es aquí en donde los baches y los desniveles obligan al chófer a exprimir su pericia, sobre todo cuando el viento y la lluvia condicionan aún más la conducción sobre esta parte del recorrido.

Frontera sonense

Es el núcleo fronterizo de Miñortos donde las curvas se radicalizan. Ahora, coincidiendo con la llegada del otoño, el volumen del tráfico es mucho más reducido, requiriendo aún así la máxima atención esta parte de la AC-550 hasta su llegada a Portosín, en donde el pavimento evidencia las mismas irregularidades. La llegada a la villa capitalina del municipio sonense se realiza en las mismas circunstancias, agravándose en las últimas curvas que desembocan en la fachada marítima de la localidad.

Los 22 kilómetros que distan hasta el término de Ribeira son un oasis en este tramo de la carretera AC-550, sobre todo después de las actuaciones realizadas durante los meses de verano. Obras que ocasionaron molestias a oriundos y turistas, pero que ahora suponen una mejora en la conducción, incluyendo a los peatones, ya que las aceras fueron una parte importante de estas reformas.

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