:lvg: | 9/10/2010
El ente gallego debe reembolsar el coste de las obras realizadas por el Concello.
Mas que ríos, cabe decir que son mareas de tinta las que ha producido y producirá la eterna reforma de la fachada marítima sonense. Primero se pidió que se hiciera, cuando ya estaba proyectada se decidió de una manera un tanto oscura -ya que el Concello no conoció la decisión hasta meses después de ser asumida- que se anulara, y ahora las mismas partes implicadas están rehaciendo el camino hace tantos años iniciado para volver a levantar lo que será «un proyecto de referencia en toda la costa gallega».
Este latiguillo, pronunciado por el ente gallego después de la primera reunión mantenida hace un par de semanas entre las partes implicadas, tendrá una segunda parte este mes, cuando los mismos protagonistas se reúnan, pero esta vez a pie de pista, para visualizar lo que hasta ahora ni siquiera está trazado sobre el papel. Pero este encuentro, según para quien se mire, es muy esperado.
Para el grupo de gobierno, formado por socialistas y nacionalistas, será la oportunidad perfecta y esperada para mostrar «coas probas na man» al presidente popular de este ente adscrito a la Consellería do Mar, Álvarez-Campana, las facturas que el Concello está guardando como oro en paño. Estos recibos muestran los diferentes pagos realizados con fondos municipales, y que sirvieron para costear las más de diez actuaciones con las que se parchearon las precariedades más urgentes que evidenciaba la corteza de esta parte de la villa y que son competencia del departamento autonómico.
Chapuzas varias
Además de ser necesario que los operarios municipales se enfundaran los monos de trabajo en varias ocasiones, también se requirió la contratación de empresas externas para solventar las peticiones vecinales, que en verano fueron muchas y muy variadas.
«Tivemos que cambiar plaquetas na rúa, ademais de desatascar o saneamento. A última vez foi hai uns días e tivemos que mobilizar a motobomba sendo unha xornada festiva. Neste punto é necesario aclarar que aínda que sexa persoal e maquinaria municipal, iso tamén ten un custe que os verdadeiros responsables de asumilo terán que dar conta del» explicaba la segunda del ejecutivo municipal sonense, Ánxela Franco.
Fue la misma teniente de alcalde la que denunció que «foron varias as veces que tivemos que contratar unha comentadora para inxectar cemento en varios punto da fachada, xa que no caso contrario había lugares nos que a situación non podía continuar así».
Aceras, viales o glorietas son las superficies sobre las que tuvieron que actuar los diferentes trabajadores bajo la orden y el dinero de todos los sonenses. Para la portavoz del ejecutivo local se trata de algo que espera tenga solución, «xa que o señor Campana no último encontro que mantivemos en Santiago para tratar o tema da nova fachada marítima se comprometeu a traer solucións para facer fronte a estes pagos adiantados polo Concello, así como para solucionar de forma urxente as actuacións máis necesarias na zona portuaria».
Ahora solo queda esperar. Lo que parece seguro es que estos agujeros, tanto físicos como económicos, seguirán trayendo cola.
Mas que ríos, cabe decir que son mareas de tinta las que ha producido y producirá la eterna reforma de la fachada marítima sonense. Primero se pidió que se hiciera, cuando ya estaba proyectada se decidió de una manera un tanto oscura -ya que el Concello no conoció la decisión hasta meses después de ser asumida- que se anulara, y ahora las mismas partes implicadas están rehaciendo el camino hace tantos años iniciado para volver a levantar lo que será «un proyecto de referencia en toda la costa gallega».
Este latiguillo, pronunciado por el ente gallego después de la primera reunión mantenida hace un par de semanas entre las partes implicadas, tendrá una segunda parte este mes, cuando los mismos protagonistas se reúnan, pero esta vez a pie de pista, para visualizar lo que hasta ahora ni siquiera está trazado sobre el papel. Pero este encuentro, según para quien se mire, es muy esperado.
Para el grupo de gobierno, formado por socialistas y nacionalistas, será la oportunidad perfecta y esperada para mostrar «coas probas na man» al presidente popular de este ente adscrito a la Consellería do Mar, Álvarez-Campana, las facturas que el Concello está guardando como oro en paño. Estos recibos muestran los diferentes pagos realizados con fondos municipales, y que sirvieron para costear las más de diez actuaciones con las que se parchearon las precariedades más urgentes que evidenciaba la corteza de esta parte de la villa y que son competencia del departamento autonómico.
Chapuzas varias
Además de ser necesario que los operarios municipales se enfundaran los monos de trabajo en varias ocasiones, también se requirió la contratación de empresas externas para solventar las peticiones vecinales, que en verano fueron muchas y muy variadas.
«Tivemos que cambiar plaquetas na rúa, ademais de desatascar o saneamento. A última vez foi hai uns días e tivemos que mobilizar a motobomba sendo unha xornada festiva. Neste punto é necesario aclarar que aínda que sexa persoal e maquinaria municipal, iso tamén ten un custe que os verdadeiros responsables de asumilo terán que dar conta del» explicaba la segunda del ejecutivo municipal sonense, Ánxela Franco.
Fue la misma teniente de alcalde la que denunció que «foron varias as veces que tivemos que contratar unha comentadora para inxectar cemento en varios punto da fachada, xa que no caso contrario había lugares nos que a situación non podía continuar así».
Aceras, viales o glorietas son las superficies sobre las que tuvieron que actuar los diferentes trabajadores bajo la orden y el dinero de todos los sonenses. Para la portavoz del ejecutivo local se trata de algo que espera tenga solución, «xa que o señor Campana no último encontro que mantivemos en Santiago para tratar o tema da nova fachada marítima se comprometeu a traer solucións para facer fronte a estes pagos adiantados polo Concello, así como para solucionar de forma urxente as actuacións máis necesarias na zona portuaria».
Ahora solo queda esperar. Lo que parece seguro es que estos agujeros, tanto físicos como económicos, seguirán trayendo cola.
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