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El fuego apareció esta semana en los concellos de Ribeira, Lousame, Boiro, Muros y Outes en los mismos lugares que ya ardieron hace días
Los incendiarios están repitiendo este verano un mismo patrón de conducta en Barbanza. También las localizaciones geográficas en cada ayuntamiento para iniciar sus repulsivas y dramáticas acciones, casi siempre buscando la complicidad del fuerte viento que sopla en la comarca desde hace días y que solo el jueves por la noche dio una pequeña tregua. Los incendios registrados entre el martes y el jueves en Ribeira, Outes y el gran foco que comenzó en Lousame y siguió en Boiro son un claro ejemplo.
El caso de Santa Uxía es muy ilustrativo. El día 20 de este mes, en A Carballa, comenzaron a arder poco antes de las 21.00 horas tres focos. Otro más lo hacía de manera simultanea en A Conlleira. La falta de viento facilitó que en cinco horas todo estuviese controlado. Los días pasaron hasta llegar al lunes por la noche, cuando se iniciaron pequeños focos en estos mismos lugares, que fueron controlados a tiempo. Lo malo es que, 24 horas después, las llamas hicieron acto de presencia otra vez en A Carballa y A Conlleira.
Los vecinos de Tállara, en Lousame, y Moimenta, en Boiro, saben bien lo que significa plantar cara a las llamas. Sin ir más lejos, el día 17 fueron varios los medios aéreos que sobrevolaron estas poblaciones para apagar 22 hectáreas. El jueves, la situación fue mucho peor, el balance oficial de hectáreas calcinadas al cierre de esta edición llegó a las 450.
El incendio que comenzó el jueves por la noche en Outes lo hizo en la misma zona en la que se apagó otro el 19 de julio. En aquella ocasión fueron 50 hectáreas las arrasadas en el entorno del núcleo de Cernadas. En esta, la rápida intervención hizo posible que el fuego no avanzase, arrojando un balance de uno 20.000 metros quemados.
En Muros, esta semana, dos focos quemaron unas 18 hectáreas -8 el miércoles y 10 el jueves- en la zona de Louro, una zona especialmente castigada en el 2006.
Los incendiarios están repitiendo este verano un mismo patrón de conducta en Barbanza. También las localizaciones geográficas en cada ayuntamiento para iniciar sus repulsivas y dramáticas acciones, casi siempre buscando la complicidad del fuerte viento que sopla en la comarca desde hace días y que solo el jueves por la noche dio una pequeña tregua. Los incendios registrados entre el martes y el jueves en Ribeira, Outes y el gran foco que comenzó en Lousame y siguió en Boiro son un claro ejemplo.
El caso de Santa Uxía es muy ilustrativo. El día 20 de este mes, en A Carballa, comenzaron a arder poco antes de las 21.00 horas tres focos. Otro más lo hacía de manera simultanea en A Conlleira. La falta de viento facilitó que en cinco horas todo estuviese controlado. Los días pasaron hasta llegar al lunes por la noche, cuando se iniciaron pequeños focos en estos mismos lugares, que fueron controlados a tiempo. Lo malo es que, 24 horas después, las llamas hicieron acto de presencia otra vez en A Carballa y A Conlleira.
Los vecinos de Tállara, en Lousame, y Moimenta, en Boiro, saben bien lo que significa plantar cara a las llamas. Sin ir más lejos, el día 17 fueron varios los medios aéreos que sobrevolaron estas poblaciones para apagar 22 hectáreas. El jueves, la situación fue mucho peor, el balance oficial de hectáreas calcinadas al cierre de esta edición llegó a las 450.
El incendio que comenzó el jueves por la noche en Outes lo hizo en la misma zona en la que se apagó otro el 19 de julio. En aquella ocasión fueron 50 hectáreas las arrasadas en el entorno del núcleo de Cernadas. En esta, la rápida intervención hizo posible que el fuego no avanzase, arrojando un balance de uno 20.000 metros quemados.
En Muros, esta semana, dos focos quemaron unas 18 hectáreas -8 el miércoles y 10 el jueves- en la zona de Louro, una zona especialmente castigada en el 2006.
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