:lvg: | 5/3/2011
Los escolares de la comarca dieron la bienvenida a Don Carnal con desfiles y festivales
La esperan como agua de mayo. Es la fiesta que les permite dar rienda suelta a ese hormiguero de ideas de color y desorbitadas que a lo largo del año factura su imaginación. Contarlos resultaría imposible, pero decir que fueron varios miles los escolares de la comarca que ayer se mimetizaron de sus personajes favoritos para dar la bienvenida a Don Carnal es un hecho que nadie puede negar. Y es que el entroido ya llegó. Aunque para hoy hay decenas de actividades relacionadas con el carnaval, ayer fueron los colegios los que llevaron la batuta en ese laborioso proceso que es organizar.
De Carnota a Rianxo, no faltó ilusión y música. Además de los dulces típicos que estos pequeños forofos de la fiesta más pagana del año devoraron alegremente. Un ejemplo fue el que se vivió en las calles de Boiro, Ribeira y A Pobra, donde los centros se hermanaron, un año más, para desfilar. Los atuendos más diversos tomaron las calles. En el caso ribeirense, una charanga se encargó de amenizar a la comitiva en su recorrido.
En la parte más alta de la comarca -Muros, Carnota y Mazaricos- los patios de los colegios e institutos sirvieron de pasarela para que los oriundos matriculados luciesen, juntos o por separado, las ideas que llevaron a la práctica.
En la misma ría pero en su lado opuesto, el Concello sonense reservó la plaza de España para que los niños de todos los centros educativos disfrutasen de la mañana protegidos por una carpa. Aquí, cabe destacar el homenaje que un grupo de pequeños devotos hizo al entroido del oriente ourensano, recreando ellos mismos las máscaras tradicionales de lugares como Verín.
Comer y beber
Sin duda, son los actos más habituales durante los días que dura esta fiesta. En la escuela de A Silva, en Lousame, también hubo todo tipo de actividades y fue en sus propias instalaciones donde pasaron la mañana.
Por su parte, en el colegio crucense de Santa María do Castro unificaron criterios para realizar un mercado medieval. En las escuelas ribeirenses de Aguiño y Carreira, los chavales, acompañados de padres y docentes, tuvieron la oportunidad de saborear dulces.
La esperan como agua de mayo. Es la fiesta que les permite dar rienda suelta a ese hormiguero de ideas de color y desorbitadas que a lo largo del año factura su imaginación. Contarlos resultaría imposible, pero decir que fueron varios miles los escolares de la comarca que ayer se mimetizaron de sus personajes favoritos para dar la bienvenida a Don Carnal es un hecho que nadie puede negar. Y es que el entroido ya llegó. Aunque para hoy hay decenas de actividades relacionadas con el carnaval, ayer fueron los colegios los que llevaron la batuta en ese laborioso proceso que es organizar.
De Carnota a Rianxo, no faltó ilusión y música. Además de los dulces típicos que estos pequeños forofos de la fiesta más pagana del año devoraron alegremente. Un ejemplo fue el que se vivió en las calles de Boiro, Ribeira y A Pobra, donde los centros se hermanaron, un año más, para desfilar. Los atuendos más diversos tomaron las calles. En el caso ribeirense, una charanga se encargó de amenizar a la comitiva en su recorrido.
En la parte más alta de la comarca -Muros, Carnota y Mazaricos- los patios de los colegios e institutos sirvieron de pasarela para que los oriundos matriculados luciesen, juntos o por separado, las ideas que llevaron a la práctica.
En la misma ría pero en su lado opuesto, el Concello sonense reservó la plaza de España para que los niños de todos los centros educativos disfrutasen de la mañana protegidos por una carpa. Aquí, cabe destacar el homenaje que un grupo de pequeños devotos hizo al entroido del oriente ourensano, recreando ellos mismos las máscaras tradicionales de lugares como Verín.
Comer y beber
Sin duda, son los actos más habituales durante los días que dura esta fiesta. En la escuela de A Silva, en Lousame, también hubo todo tipo de actividades y fue en sus propias instalaciones donde pasaron la mañana.
Por su parte, en el colegio crucense de Santa María do Castro unificaron criterios para realizar un mercado medieval. En las escuelas ribeirenses de Aguiño y Carreira, los chavales, acompañados de padres y docentes, tuvieron la oportunidad de saborear dulces.
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