:lvg: | 27/2/2011
«Furacán», un barco que se hundió en pleno mes de agosto. La madrugada más larga de su vida. Un armador muy conocido.
A pesar de que era verano, la madrugada del 28 de agosto del 2009 en aguas de la ría de Muros-Noia parecía más bien de auténtico invierno. El viento soplaba con fuerza e incluso esa noche, muchas embarcaciones de artes menores optaron por quedarse en tierra para evitar sorpresas. Sin embargo, el Furacán, un barco de madera y algo más de nueve metros de eslora con base en Portosín, y con sus tres tripulantes a bordo, salió a buscar las nasas porque, al parecer, las tenían en mal sitio. Fue la última travesía de una nave que en la actualidad descansa en unos astilleros de O Freixo, pues cuando estaba a punto de llegar a puerto, zozobró. En el suceso murió el patrón, Carlos Queiro Otero, saliendo con vida del percance los marineros Santiago Díaz Garrido, de 22 años, natural de Noia, y el peruano Raúl Cama.
El accidente conmocionó a la opinión pública de la comarca, pues el barco estaba a tan solo unos quinientos metros del muelle de Portosín. El propietario de la nave fue el único muerto, al quedarse al lado del Furacán.
Pero la vida sigue. Y tras más de un año y medio del accidente, los dos marineros que se salvaron de la tragedia continúan saliendo todos los días a faenar.
Una imagen imborrable
El barco zozobró sobre la una de la madrugada. El marinero noiés recuerda que antes de dar vuelta el barco, estuvieron a punto de ir a pique en dos ocasiones, pero a la tercera «cando nos demos conta xa estabamos debaixo do Furacán. Non sei como saímos, pero os tres subimos á quilla onde permanecemos varias horas. Carlos estaba moi nervioso e agarrado a min. Mireille aos ollos e díxenlle, ponte tranquilo porque nos van vir coller. Pero cando o barco foi ó fondo, púxeme de pé e gritei, saltade. Cando mirei para atrás solo me seguía Raúl. A Carlos xa o perdín de vista».
Tanto el como su compañero pasaron unas tres horas en el agua. Nadando pero «co vento que facía, non nos moviamos do sitio e iso que estabamos a uns cincocentos metros do peirao. Pero o que máis nos desesperaba era que viamos barcos e a pesares dos gritos, non nos vían, era desesperante».
El naufragio del «Furacán» conmocionó al colectivo pesquero de Porto do Son y de la comarca, pues su armador, Carlos Queiro, era muy conocido entre las gentes de la zona. Dos días después del accidente, sus compañeros le tributaron un homenaje en el mar. La Voz de Galicia informaba el 30 de agosto del siniestro en el que murió uno de los tripulantes de la embarcación y del que salieron con vida los otros dos marineros.
Raúl Cama es marinero de una embarcación de artes menores que también tiene su base en Portosín.
Mientras, el noiés Santiago Díaz Garrido, que el día del accidente tenía 22 años, sigue viviendo del mar. El Alborada, también con base en la localidad sonense, es su centro de trabajo.
El joven pasó tres meses muy malos tras el accidente pero poco a poco se fue recuperando y el mar era su destino. Recuerda que el primer día que puso un pie a bordo «temblábanme as pernas. Aínda hoxe cando saímos fóra da ría teño medo, moito medo e sobre todo, cando hai mal tempo».
La vida a bordo de Santiago Díaz ya no es igual. Reconoce que ahora tiene puesto el chaleco salvavidas o si lo tiene que quitar «está sempre á man».
En ningún momento pensó en cambiar de trabajo pues «para min o mar, é todo. Gústame este traballo e son moi feliz neste oficio. Isto é o meu e non o vou cambiar por nada».
A pesar de que regresó al mar por voluntad propia, este joven noiés es incapaz de borrar de su cabeza el suceso. «Cada día acórdome do que pasou esa noite e cada vez que paso polo sitio, pónseme a carne de galiña, pero hai que tirar para diante».
Con las fuerzas ya agotadas y después de tragar bastante agua, «non sentía o corpo, foi cando vin pasar o barco Chaínza. Púxenme a asubiar coma un tolo ata que me escoitou un mariñeiro. Foi a nosa salvación, pois se pasa media hora máis, non o contamos». A pesar del incidente, la vida sigue para Díaz y el mar seguirá siendo su sustento.
A pesar de que era verano, la madrugada del 28 de agosto del 2009 en aguas de la ría de Muros-Noia parecía más bien de auténtico invierno. El viento soplaba con fuerza e incluso esa noche, muchas embarcaciones de artes menores optaron por quedarse en tierra para evitar sorpresas. Sin embargo, el Furacán, un barco de madera y algo más de nueve metros de eslora con base en Portosín, y con sus tres tripulantes a bordo, salió a buscar las nasas porque, al parecer, las tenían en mal sitio. Fue la última travesía de una nave que en la actualidad descansa en unos astilleros de O Freixo, pues cuando estaba a punto de llegar a puerto, zozobró. En el suceso murió el patrón, Carlos Queiro Otero, saliendo con vida del percance los marineros Santiago Díaz Garrido, de 22 años, natural de Noia, y el peruano Raúl Cama.
El accidente conmocionó a la opinión pública de la comarca, pues el barco estaba a tan solo unos quinientos metros del muelle de Portosín. El propietario de la nave fue el único muerto, al quedarse al lado del Furacán.
Pero la vida sigue. Y tras más de un año y medio del accidente, los dos marineros que se salvaron de la tragedia continúan saliendo todos los días a faenar.
Una imagen imborrable
El barco zozobró sobre la una de la madrugada. El marinero noiés recuerda que antes de dar vuelta el barco, estuvieron a punto de ir a pique en dos ocasiones, pero a la tercera «cando nos demos conta xa estabamos debaixo do Furacán. Non sei como saímos, pero os tres subimos á quilla onde permanecemos varias horas. Carlos estaba moi nervioso e agarrado a min. Mireille aos ollos e díxenlle, ponte tranquilo porque nos van vir coller. Pero cando o barco foi ó fondo, púxeme de pé e gritei, saltade. Cando mirei para atrás solo me seguía Raúl. A Carlos xa o perdín de vista».
Tanto el como su compañero pasaron unas tres horas en el agua. Nadando pero «co vento que facía, non nos moviamos do sitio e iso que estabamos a uns cincocentos metros do peirao. Pero o que máis nos desesperaba era que viamos barcos e a pesares dos gritos, non nos vían, era desesperante».
El naufragio del «Furacán» conmocionó al colectivo pesquero de Porto do Son y de la comarca, pues su armador, Carlos Queiro, era muy conocido entre las gentes de la zona. Dos días después del accidente, sus compañeros le tributaron un homenaje en el mar. La Voz de Galicia informaba el 30 de agosto del siniestro en el que murió uno de los tripulantes de la embarcación y del que salieron con vida los otros dos marineros.
Raúl Cama es marinero de una embarcación de artes menores que también tiene su base en Portosín.
Mientras, el noiés Santiago Díaz Garrido, que el día del accidente tenía 22 años, sigue viviendo del mar. El Alborada, también con base en la localidad sonense, es su centro de trabajo.
El joven pasó tres meses muy malos tras el accidente pero poco a poco se fue recuperando y el mar era su destino. Recuerda que el primer día que puso un pie a bordo «temblábanme as pernas. Aínda hoxe cando saímos fóra da ría teño medo, moito medo e sobre todo, cando hai mal tempo».
La vida a bordo de Santiago Díaz ya no es igual. Reconoce que ahora tiene puesto el chaleco salvavidas o si lo tiene que quitar «está sempre á man».
En ningún momento pensó en cambiar de trabajo pues «para min o mar, é todo. Gústame este traballo e son moi feliz neste oficio. Isto é o meu e non o vou cambiar por nada».
A pesar de que regresó al mar por voluntad propia, este joven noiés es incapaz de borrar de su cabeza el suceso. «Cada día acórdome do que pasou esa noite e cada vez que paso polo sitio, pónseme a carne de galiña, pero hai que tirar para diante».
Con las fuerzas ya agotadas y después de tragar bastante agua, «non sentía o corpo, foi cando vin pasar o barco Chaínza. Púxenme a asubiar coma un tolo ata que me escoitou un mariñeiro. Foi a nosa salvación, pois se pasa media hora máis, non o contamos». A pesar del incidente, la vida sigue para Díaz y el mar seguirá siendo su sustento.
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