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La agenda de Javier Expósito echa humo incluso en sus vacaciones, por lo que le resulta difícil encontrar un hueco para resumir todo lo que ha hecho por la cultura barbanzana, aunque su modestia le impide reconocerlo con estas mismas palabras. Lo que tampoco hace falta que diga es que es una persona muy activa, apasionada de su trabajo como abogado y de su faceta como coleccionista de gravados de todo el mundo, una afición que le llevó a constituir el centro cultural ribeirense, que ya cuenta con 26.000 ejemplares, que se dice pronto. «Cuando comencé a tener serias dificultades para guardar en mi casa todas las obras pensé en hacer un museo. Así también he llegado a cumplir un sueño».
Escoge su rincón favorito sin dudar y este, lejos de este encontrarse entre este sinfín de obras, está en Nebra, en la casa en la que creció y que ha sido convertida en el Hotel Rústico de O Son. A ella dice acudir siempre que sus compromisos profesionales se lo permiten, encontrando un remanso de paz, idóneo para pensar y para tomar decisiones. Aún así, y debido a su trabajo, son muchos los viajes que lo han convertido en un ciudadano del mundo, llegando a visitar los más recónditos países, de los que se ha traído algunos de los grabados más hermosos de su colección.
Como elegante caballero, rehúsa hablar del dinero que se ha gastado en las obras que ha adquirido durante los últimos años, aunque asegura que muchas veces riñe consigo mismo por las cantidades que ha llegado a invertir: «El arte es un vicio como el tabaco, pero tiene la ventaja de que no llega a matar». Y aunque cuesta hacer recuento del tiempo que lleva dedicando a su afición, afirma que son más de tres décadas las que han pasado desde que empezó a juntar los fondos que ahora componen su gigante colección.
Es curioso también como Javier Expósito se para a pensar antes de explicar de dónde le viene tanta pasión por el arte, señalando finalmente que puede ser cosas de los genes, ya que su abuelo era profesor de pintura en Noia. Inevitablemente, al hablar de su abuelo y de los años que lleva coleccionado se da cuenta de la edad que tiene y que, todo hay que decirlo, no aparenta ni de apariencia ni de espíritu: «Soy feliz con mi trabajo y con los años que tengo, si no trabajara estaría realmente aburrido».
Sueños y proyectos
Consolidar el Museo del Grabado de Artes como un referente mundial es uno de los objetivos del alma máter de este centro cultural, si bien asegura que su sueño es ver como la comarca de Barbanza se involucra en conservar toda su cultura. «Tenemos un gran museo en el rural, no todo el arte está en las ciudades y esto tiene sus cosas buenas, aunque soy consciente de que si estuviera en A Coruña tendríamos otras miras».
Al preguntarle por la situación en la que se encuentra arte en la comarca, señala que está en un momento álgido, a pesar de la crisis, y que el grabado ya no es ya el gran desconocido. Con todo, lamenta que las visitas al museo sean escasas, demandando la implicación de los centros educativos para mostrar a los niños sus contenidos. Y como la pérdida del arte y de la cultura barbanzana y gallega le duelen en el alma, no olvida antes de despedirse lamentar la pérdida de Isaac Díaz Pardo para Galicia.
Javier Expósito
63 años, la próxima semana serán 64.
Abogado
Su casa de Nebra, convertida en el Hotel Rústico de O Son, y en la que asegura encontrar un lugar idóneo para pensar y tomar decisiones.
Relacionada
«No tengo una lista de grabados para comprar, me obsesionaría»
Escoge su rincón favorito sin dudar y este, lejos de este encontrarse entre este sinfín de obras, está en Nebra, en la casa en la que creció y que ha sido convertida en el Hotel Rústico de O Son. A ella dice acudir siempre que sus compromisos profesionales se lo permiten, encontrando un remanso de paz, idóneo para pensar y para tomar decisiones. Aún así, y debido a su trabajo, son muchos los viajes que lo han convertido en un ciudadano del mundo, llegando a visitar los más recónditos países, de los que se ha traído algunos de los grabados más hermosos de su colección.
Como elegante caballero, rehúsa hablar del dinero que se ha gastado en las obras que ha adquirido durante los últimos años, aunque asegura que muchas veces riñe consigo mismo por las cantidades que ha llegado a invertir: «El arte es un vicio como el tabaco, pero tiene la ventaja de que no llega a matar». Y aunque cuesta hacer recuento del tiempo que lleva dedicando a su afición, afirma que son más de tres décadas las que han pasado desde que empezó a juntar los fondos que ahora componen su gigante colección.
Es curioso también como Javier Expósito se para a pensar antes de explicar de dónde le viene tanta pasión por el arte, señalando finalmente que puede ser cosas de los genes, ya que su abuelo era profesor de pintura en Noia. Inevitablemente, al hablar de su abuelo y de los años que lleva coleccionado se da cuenta de la edad que tiene y que, todo hay que decirlo, no aparenta ni de apariencia ni de espíritu: «Soy feliz con mi trabajo y con los años que tengo, si no trabajara estaría realmente aburrido».
Sueños y proyectos
Consolidar el Museo del Grabado de Artes como un referente mundial es uno de los objetivos del alma máter de este centro cultural, si bien asegura que su sueño es ver como la comarca de Barbanza se involucra en conservar toda su cultura. «Tenemos un gran museo en el rural, no todo el arte está en las ciudades y esto tiene sus cosas buenas, aunque soy consciente de que si estuviera en A Coruña tendríamos otras miras».
Al preguntarle por la situación en la que se encuentra arte en la comarca, señala que está en un momento álgido, a pesar de la crisis, y que el grabado ya no es ya el gran desconocido. Con todo, lamenta que las visitas al museo sean escasas, demandando la implicación de los centros educativos para mostrar a los niños sus contenidos. Y como la pérdida del arte y de la cultura barbanzana y gallega le duelen en el alma, no olvida antes de despedirse lamentar la pérdida de Isaac Díaz Pardo para Galicia.
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63 años, la próxima semana serán 64.
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