25 enero 2012

Bajas y defunciones tienen a las parroquias de la zona en cuadro

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La escasez de sacerdotes complica las sustituciones en los templos

La escasez de vocaciones religiosas es notoria en la comarca. Cada vez que enferma o fallece un párroco es difícil sustituirle. Tanto es así que en ocasiones se pide apoyo de curas retirados, que acceden a volver a la actividad. Pese a todo, en ocasiones, y tras muchas peticiones, el Arzobispado envía algunas caras nuevas a la zona. Ocurrió así en Aguiño, donde después de que los feligreses insistiesen mucho al fin se nombró párroco a David Mohedano, que en septiembre fue recibido con bombas de palenque. Cinco año llevaban los aguiñenses sin cura propio. Este es solo uno de los muchos cambios que se registraron en distintas parroquias barbanzanas.

Desafortunadamente, en los últimos tiempos hubo que lamentar el fallecimiento de varios párrocos emblemáticos. Ocurrió con el sacerdote de Artes, Juan Bautista Nemiña, que falleció solo unos días antes de la fecha elegida por los vecinos para tributarle un homenaje. Le sustituyó, ya estando enfermo, Aurelio Parada, que estaba retirado y volvió a la actividad. Este sacerdote también da misas en las iglesias sonenses de San Benito y San Pedro.

Otro de los curas al que se le dio el último adiós fue al boirense Francisco Justo Carou, que estuvo tiempo enfermo. En un principio, y antes de que muriese, le sustituyó en las celebraciones Manuel Lamela Blanco, al que en noviembre los vecinos de Boiro despidieron. Desde entonces se hizo cargo de la parroquia de Santa Baia Rogelio Freijo, que ayer aseguró estar «moi contento».


Un sentido adiós

Más recientemente, y pese a no contar con una edad avanzada, también falleció el párroco noiés José Luis Fuentes, que dejó un grato recuerdo entre sus vecinos. Dado que su salud era delicada, le prestaba apoyo el cura Javier Porro, que actualmente dice misas tanto en San Martiño como en O Obre.

Incluso en Santa Uxía hubo cambios aunque, afortunadamente, son temporales. El sacerdote Cesáreo Canaval está hospitalizado desde finales de año y en su lugar oficia su hermano Ramiro Canaval, ya habitual en la parroquia. Cesáreo Canaval dijo desde el hospital: «Estoy prácticamente recuperado». También estuvo enfermo el párroco de Araño y Asados, pero ya volvió a la actividad.

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