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Dicho lo dicho la semana pasada, a una la pueden tildar de poco concreta; casi al uso y estilo de los políticos. Con lo cual la pregunta sería en qué concreto eso de cuidar y valorizar nuestra originalidad como estrategia para desarrollar, en nuestro ámbito y competencias, el turismo. Pues bien, está claro que nuestro principal activo es el medio: las playas y los montes, la ría y la sierra. Un conjunto único que nos permite pasar de playas de postal a una montaña con vistas en diez minutos. Por eso a veces da pena que nos gastemos tanto en actos promocionales o ferias y no en cuestiones básicas. ¡Y no digo que lo primero no sea necesario!
Si hacemos un recorrido por nuestros parajes más vendibles, ni te cuento los otros, nos damos cuenta de que faltan papeleras o contenedores, estos no se vacían con la frecuencia debida y, por tanto, son pasto de los animales, no hay duchas o las hay sin agua, los accesos son inadecuados, faltan áreas de esparcimiento y las que hay muchas veces son tercermundistas, la información -cuando la hay- es insuficiente, en los puntos de interés no hay oferta adecuada de hostelería, no se hacen respetar las normas de orden e higiene, casetas de información sin informantes? Todas ellas cuestiones que se pueden corregir o mejorar sin grandes inversiones, impensables, por otra parte, a día de hoy. Y si me piden que sea más concreta les pongo un ejemplo: hay una enorme dejadez por parte de los consistorios en las ordenanzas sobre el acceso de perros a las playas, por lo menos en las más concurridas. Esto se acentúa a última hora de la tarde cuando a los arenales se bajan los perros, casi nunca atados, para darse su carrerilla, bañarse y marcar territorio en todas sus variedades. Visto que los carteles no son suficientes, las policías locales deberían hacer campaña informativa en los primeros días y punitiva en los siguientes. Coste: cero.
Otro ejemplo lo encontramos en la de la multitud de fiestas gastronómicas que se celebran si un mínimo control, bajo la filosofía del «o que non mata engorda». No es de recibo que eventos de este tipo, que no cumplen ciertos requisitos higiénicos y sanitarios, o que su puesta en escena va en detrimento de la imagen del producto, sean promocionados y subvencionados por las diferentes Administraciones; porque a muchos políticos, con tal de hacerse una foto multitudinaria, se la trae al pairo y no reparan en el daño que están provocando. Coste: otro cero.
En resumen se trata de bajarse a pie de playa, de monte o de nuestros enclaves de interés para observar de cerca las carencias más básicas de nuestra oferta. A mayores contamos con un buen número de iniciativas privadas en el turismo rural de calidad, por tanto podemos escuchar lo que esos visitantes esperan de nosotros con un coste mínimo. Estoy convencida de que sus expectativas son extrapolables a los demás potenciales demandantes. A buen seguro que su perfil no será el del que busca playa pura o el weekend drinking, que para eso ya está el Levante y las islas.
Si hacemos un recorrido por nuestros parajes más vendibles, ni te cuento los otros, nos damos cuenta de que faltan papeleras o contenedores, estos no se vacían con la frecuencia debida y, por tanto, son pasto de los animales, no hay duchas o las hay sin agua, los accesos son inadecuados, faltan áreas de esparcimiento y las que hay muchas veces son tercermundistas, la información -cuando la hay- es insuficiente, en los puntos de interés no hay oferta adecuada de hostelería, no se hacen respetar las normas de orden e higiene, casetas de información sin informantes? Todas ellas cuestiones que se pueden corregir o mejorar sin grandes inversiones, impensables, por otra parte, a día de hoy. Y si me piden que sea más concreta les pongo un ejemplo: hay una enorme dejadez por parte de los consistorios en las ordenanzas sobre el acceso de perros a las playas, por lo menos en las más concurridas. Esto se acentúa a última hora de la tarde cuando a los arenales se bajan los perros, casi nunca atados, para darse su carrerilla, bañarse y marcar territorio en todas sus variedades. Visto que los carteles no son suficientes, las policías locales deberían hacer campaña informativa en los primeros días y punitiva en los siguientes. Coste: cero.
Otro ejemplo lo encontramos en la de la multitud de fiestas gastronómicas que se celebran si un mínimo control, bajo la filosofía del «o que non mata engorda». No es de recibo que eventos de este tipo, que no cumplen ciertos requisitos higiénicos y sanitarios, o que su puesta en escena va en detrimento de la imagen del producto, sean promocionados y subvencionados por las diferentes Administraciones; porque a muchos políticos, con tal de hacerse una foto multitudinaria, se la trae al pairo y no reparan en el daño que están provocando. Coste: otro cero.
En resumen se trata de bajarse a pie de playa, de monte o de nuestros enclaves de interés para observar de cerca las carencias más básicas de nuestra oferta. A mayores contamos con un buen número de iniciativas privadas en el turismo rural de calidad, por tanto podemos escuchar lo que esos visitantes esperan de nosotros con un coste mínimo. Estoy convencida de que sus expectativas son extrapolables a los demás potenciales demandantes. A buen seguro que su perfil no será el del que busca playa pura o el weekend drinking, que para eso ya está el Levante y las islas.
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