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La falta de imprevistos fue la tónica general en las sesiones de investidura de la comarca
Salvo algunas excepciones, como el caso de Porto do Son, donde es habitual que el público abarrote el salón de plenos, pocos de los alcaldes elegidos ayer volverán a darse semejante baño de masas en una sesión de la corporación como el que recibieron ayer en los once municipios de la comarca. Bueno, en realidad, en diez de los once ayuntamientos de la zona, ya que Outes rompió la tónica general al contar con solo siete personas como espectadores.
Eso sí, no faltaron tampoco en el concello outiense las cámaras, que en las sesiones de investidura de ayer se propagaron por todos los salones. El que más y el que menos llevaba consigo aparatos fotográficos o teléfonos móviles para inmortalizar momentos como las lágrimas emocionadas de Adolfo Muíños al finalizar el pleno, al que no faltaron los muchachos de Vai de Roda, agrupación a la que pertenece el alcalde, o las muestras de cariño recibidas por el ex edil muradano Belarmino Maneiro. Él tuvo que abandonar la política en el pasado mandato por enfermedad y ayer regresó a la casa consistorial, donde le esperaban los abrazos de amigos y conocidos.
Pero, pese a la emoción que reinó en algunas sesiones, en otras el ceremonial de la toma de posesión resultó un poco largo y Rosalía, que acudió al pleno ribeirense con sus tíos abuelos Rosa García Pose y José Antonio Ventoso, aprovechó para echarse una siesta.
También al alcalde sonense, Luis Oujo, se le alargó la investidura, en su caso porque tenía que salir pitando hacia una boda a la que llegaba tarde. Aún así, tuvo tiempo de recoger, de manos del ex regidor Xoán Pastor Rodríguez, el móvil y las llaves del concello. Este traspaso de «poderes» también tuvo lugar en Boiro, mientras que en A Pobra, a falta de relevo dado que Isaac Maceiras continuará como alcalde, hubo brindis con champán para cerrar el acto.
Menos cordial discurrió la jornada en Noia, donde seguidores y detractores del gobierno recién elegido rivalizaron en aplausos y abucheos durante la concurrida sesión.
Salvo algunas excepciones, como el caso de Porto do Son, donde es habitual que el público abarrote el salón de plenos, pocos de los alcaldes elegidos ayer volverán a darse semejante baño de masas en una sesión de la corporación como el que recibieron ayer en los once municipios de la comarca. Bueno, en realidad, en diez de los once ayuntamientos de la zona, ya que Outes rompió la tónica general al contar con solo siete personas como espectadores.
Eso sí, no faltaron tampoco en el concello outiense las cámaras, que en las sesiones de investidura de ayer se propagaron por todos los salones. El que más y el que menos llevaba consigo aparatos fotográficos o teléfonos móviles para inmortalizar momentos como las lágrimas emocionadas de Adolfo Muíños al finalizar el pleno, al que no faltaron los muchachos de Vai de Roda, agrupación a la que pertenece el alcalde, o las muestras de cariño recibidas por el ex edil muradano Belarmino Maneiro. Él tuvo que abandonar la política en el pasado mandato por enfermedad y ayer regresó a la casa consistorial, donde le esperaban los abrazos de amigos y conocidos.
Pero, pese a la emoción que reinó en algunas sesiones, en otras el ceremonial de la toma de posesión resultó un poco largo y Rosalía, que acudió al pleno ribeirense con sus tíos abuelos Rosa García Pose y José Antonio Ventoso, aprovechó para echarse una siesta.
También al alcalde sonense, Luis Oujo, se le alargó la investidura, en su caso porque tenía que salir pitando hacia una boda a la que llegaba tarde. Aún así, tuvo tiempo de recoger, de manos del ex regidor Xoán Pastor Rodríguez, el móvil y las llaves del concello. Este traspaso de «poderes» también tuvo lugar en Boiro, mientras que en A Pobra, a falta de relevo dado que Isaac Maceiras continuará como alcalde, hubo brindis con champán para cerrar el acto.
Menos cordial discurrió la jornada en Noia, donde seguidores y detractores del gobierno recién elegido rivalizaron en aplausos y abucheos durante la concurrida sesión.
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