17 abril 2010

Es el momento de dejar paso a las caras nuevas, aunque a veces es para peor

:lvg: | 17/04/2010
Retirado de la política, sus ocupaciones actuales son la preparación de conservas caseras, la escritura y los paseos.

Ahora observa los toros desde la barrera. Con la tranquilidad de verse retirado de su actividad industrial y política. Una situación de la que dice que «es el momento de dejar paso a las caras nuevas, aunque veces es para peor la renovación». Antonio González Groveiro gobernó el Concello sonense durante dieciséis años, o lo que es lo mismo, cuatros legislaturas. Tiempo que precedió a sus 12 años en la oposición para retirarse finalmente de la vida política.

El presente lo asume con normalidad y «sin rencores», dice. «Me entretengo con mis cosas y no me aburro. Me gusta caminar», actividad que practica en las inmediaciones de su vivienda, retirada de Porto do Son.

Otra de sus aficiones es la preparación de licores, en donde además de los tradicionales en Galicia, «preparo uno de flores con receta secreta que es un éxito cuando lo llevo a las comidas con mis amigos», reconoce con suficiencia antes de seguir desvelando que las conservas son otra de sus especialidades: «Atún, sardinas y mejillones son los productos que preparo», concluye.

Memoria y literatura

Las vivencias políticas que acumula en su memoria son muchas. Un patrimonio que desvela está escribiendo, «no sé si para publicarlas, lo que quiero es no perderlas».

Historias reales que reconstruye como historietas, salvaguardando la identidad de sus protagonistas y que tuvieron como localización real las dependencias municipales: «Cuando se devolvieron los montes a los vecinos, que por cierto fuimos el primer concello de Galicia en hacerlo en 1980, había un pleito relacionado con una parcela de monte cuyo valor era de 200 ducados, tal y como figuraba en unos documentos muy antiguos. Ante esta situación había un concejal que no entendía como el valor de una extensión tan grande de monte podía haberse vendido por 200 cigarrillos de la marca de tabaco Ducados», concluye con una sonrisa en la boca. Un gesto que ligado a un segundo de cavilación, provoca la siguiente consideración: «antes los cargos municipales no tenían tantos títulos académicos, ya que se escogía a la gente por el carisma que tenían entre los vecinos de las parroquias».

Ladrillo y medio ambiente

El urbanismo es otro de los temas que torea al recapitular su etapa como gestor público, a pesar de las polémicas creadas por asociaciones vecinales como la de Xuño, cuyos integrantes se movilizaron en varias ocasiones para impedir «aberraciones urbanísticas», tal y como afirmó uno de sus miembros, Pepe Vila, en La Voz hace hoy siete días.

En este sentido, Groveiro apunta que «la construcción fue el eje central de Porto do Son durante mucho tiempo y en la actualidad la normativa que está vigente es de la época en la que estaba yo al frente del gobierno. Algo que en su día no votamos para que fuese eterna y que conlleva polémica por no haberse cambiado».

Poniéndolo en el hipotético caso de que regresara al frente de la alcaldía de su villa natal, y preguntándole cuál sería la primera situación que resolvería, Antonio González Groveiro no vacila en aseverar que el Plan Xeral de Ordenación Municipal, «ya que la normativa urbanística vigente es del año 1994 y esto solo provoca un caos en el municipio que necesita una rápida solución para no empeorar la actual».

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Con todos estos actos más que defender a Garzón, lo están perjudicando y dividiendo a España.

Su experiencia vital y política, ligada a su interés y conocimiento de la actualidad a través de la prensa, le animan a entrar al trapo de cualquier tema sin atender a la distancia geográfica. La polémica sobre el juez Garzón y los distintos posicionamientos que los agentes políticos y sociales manifiestan a favor y en contra provocan esta exhortación: «en un Estado de derecho calificar al Tribunal Supremo de fascista está fuera de lugar. Además con todos estos actos más que defender a Baltasar Garzón, lo están perjudicando y dividiendo a Española en los bandos de siempre».
Efectivamente, ese PXOM tan criticado en su día por su delfín, el señor Quintáns y por el Bloque, se estiró más que un chicle y eso que prometieron derogarlo en cuanto lo apartasen del poder. Gracias a las argucias legales consiguieron "jubilarlo", pero el PXOM sigue ahí y la destrucción del pueblo aunque no quiera verse, también.

La Constitución española dice que todos los españoles somos iguales ante la Ley y punto. Que quienes en su día repudiaron al señor Garzón por "apretarle" las tuercas al PSOE ahora lo defiendan, es inexplicable y solo pasa con gente que se hace llamar asimismo progresista.
Poner en duda la imparcialidad del Tribunal Supremo, solo se discute en países dictatoriales.

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