:lvg: | 27/9/2009
Los socialistas siguen considerando urgente presentar una moción de censura.
Desde que las elecciones situaron al Partido Popular como fuerza más votada en Porto do Son, en mayo del 2007, una pregunta copó las conversaciones de muchos vecinos: ¿Serían capaces PSOE y BNG de forjar un pacto de izquierdas, o acabaría gobernando Manuel Tomé hasta el final? Han pasado dos años desde esa fecha y, por el momento, los conservadores siguen ocupando el poder en solitario. Sin embargo, no puede decirse que socialistas y nacionalistas hayan estado demasiado quietos. Aunque el Bloque prefiere esperar para desvelar qué hizo y qué no hizo en este tiempo, los del puño y la rosa sí han hablado, dejando claro que llevan intentando pactar con el BNG desde el 2008 y que llegaron a ofrecer la alcaldía a los frentistas. Luego, dieron su versión de las negociaciones, que a continuación se detalla.
El PSOE señala el inicio de las conversaciones en diciembre del 2008. En ese momento, ya se negocia con la condición de que Ramón Quintáns renuncie y que sea Xoán Pastor el que acceda al cargo de alcalde. No en vano, tanto antes como después de las elecciones, los frentistas se cansaron de decir que jamás le devolverían la alcaldía a Ramón Quintáns. Se habló de un reparto de concejalías al 50%. ¿Qué falló? Al parecer, los nacionalistas empezaron a exigir más cosas, como la comisión de Obras e Servizos o la creación de un nuevo órgano, que sería una portavocía municipal para Ánxela Franco. Se les concedió. Pero hubo que volver a rehacer el pacto cuando solicitaron también una oficina en la casa de Cultura para el concejal Xoán León. Finalmente, esa exigencia también fue atendida.
Tres a tres
La cuerda del diálogo se rompió cuando el BNG pidió tener a cuatro concejales en la junta de gobierno, lo que dejaría a los socialistas con solo dos pese a haber sacado en los comicios un edil más. Aún así, el PSOE dice que hizo una última propuesta por escrito, que consistía en un reparto tres a tres en la junta de gobierno y que el alcalde no pudiese ejercer su voto de calidad, teniendo que aprobarse todo por unanimidad. Al parecer, los nacionalistas jamás contestaron a este documento.
Así las cosas, pasó el tiempo. Y no fue hasta hace dos meses cuando, siempre según el PSOE, a iniciativa del partido del puño y la rosa, se retomaron las conversaciones. Al parecer, nada más empezar a hablar, Ánxela Franco planteó que cualquier tipo de pacto pasaba porque ella fuese alcaldesa. Los socialistas decidieron hacer entonces una contrapropuesta. Cedían la alcaldía al BNG, pero, respondiendo al veto de Ramón Quintáns, exigían que Ánxela Franco no fuese la que llevase el bastón de mando, es decir, daban la posibilidad de que otro edil nacionalista presidiese la corporación. Según el PSOE, tampoco aceptaron. Entonces, cambiaron las tornas totalmente.
Se empezó a negociar de otra forma. Los socialistas indicaron que lo que harían sería no entrar a gobernar, y que hubiese un ejecutivo del BNG en minoría. «Entendíamos nós que se querían o poder por simple ambición, a ver se empachaban», señalan desde el partido del puño y la rosa. Así se llegó a la que, según esta fuente, fue la última reunión entre las partes, celebrada el día 7 de septiembre; una cita donde, según esta versión, el Bloque comunicó que estaba dispuesto a gobernar en solitario.
Consultas
Al parecer, los frentistas animaron a la otra formación a entrar en el ejecutivo e insistieron en preguntar qué querían los ediles del PSOE a cambio de la alcaldía. «Contestóuselle que nada, só ter acceso á documentación do Concello». Finalmente, se acordó que llevarían esta decisión a su respectivas asambleas y que lo consultarían con las direcciones de los partidos
A partir de ahí, el 10 de septiembre, Quintáns y Pastor se reunieron con la secretaria de organización del PSOE gallego, Mar Barcón, que les comunicó que se iba a poner en contacto con el BNG para pedirle que cumpla el pacto firmado por las dos formaciones políticas a nivel gallego, «que segue vixente». El PSOE dice también que ese mismo día fue la asamblea nacionalista en O Son, y que se le dio el visto bueno a lo acordado.
Finalmente, el PSOE afirma que la desconfianza se volvió a apoderar de los ediles por comentarios del BNG y que, al celebrarse la asamblea de militantes, se decidió que cualquier acuerdo pasaba por lo siguiente: «O alcalde ten que ser do PSOE, que ten máis edís».
Desde que las elecciones situaron al Partido Popular como fuerza más votada en Porto do Son, en mayo del 2007, una pregunta copó las conversaciones de muchos vecinos: ¿Serían capaces PSOE y BNG de forjar un pacto de izquierdas, o acabaría gobernando Manuel Tomé hasta el final? Han pasado dos años desde esa fecha y, por el momento, los conservadores siguen ocupando el poder en solitario. Sin embargo, no puede decirse que socialistas y nacionalistas hayan estado demasiado quietos. Aunque el Bloque prefiere esperar para desvelar qué hizo y qué no hizo en este tiempo, los del puño y la rosa sí han hablado, dejando claro que llevan intentando pactar con el BNG desde el 2008 y que llegaron a ofrecer la alcaldía a los frentistas. Luego, dieron su versión de las negociaciones, que a continuación se detalla.
El PSOE señala el inicio de las conversaciones en diciembre del 2008. En ese momento, ya se negocia con la condición de que Ramón Quintáns renuncie y que sea Xoán Pastor el que acceda al cargo de alcalde. No en vano, tanto antes como después de las elecciones, los frentistas se cansaron de decir que jamás le devolverían la alcaldía a Ramón Quintáns. Se habló de un reparto de concejalías al 50%. ¿Qué falló? Al parecer, los nacionalistas empezaron a exigir más cosas, como la comisión de Obras e Servizos o la creación de un nuevo órgano, que sería una portavocía municipal para Ánxela Franco. Se les concedió. Pero hubo que volver a rehacer el pacto cuando solicitaron también una oficina en la casa de Cultura para el concejal Xoán León. Finalmente, esa exigencia también fue atendida.
Tres a tres
La cuerda del diálogo se rompió cuando el BNG pidió tener a cuatro concejales en la junta de gobierno, lo que dejaría a los socialistas con solo dos pese a haber sacado en los comicios un edil más. Aún así, el PSOE dice que hizo una última propuesta por escrito, que consistía en un reparto tres a tres en la junta de gobierno y que el alcalde no pudiese ejercer su voto de calidad, teniendo que aprobarse todo por unanimidad. Al parecer, los nacionalistas jamás contestaron a este documento.
Así las cosas, pasó el tiempo. Y no fue hasta hace dos meses cuando, siempre según el PSOE, a iniciativa del partido del puño y la rosa, se retomaron las conversaciones. Al parecer, nada más empezar a hablar, Ánxela Franco planteó que cualquier tipo de pacto pasaba porque ella fuese alcaldesa. Los socialistas decidieron hacer entonces una contrapropuesta. Cedían la alcaldía al BNG, pero, respondiendo al veto de Ramón Quintáns, exigían que Ánxela Franco no fuese la que llevase el bastón de mando, es decir, daban la posibilidad de que otro edil nacionalista presidiese la corporación. Según el PSOE, tampoco aceptaron. Entonces, cambiaron las tornas totalmente.
Se empezó a negociar de otra forma. Los socialistas indicaron que lo que harían sería no entrar a gobernar, y que hubiese un ejecutivo del BNG en minoría. «Entendíamos nós que se querían o poder por simple ambición, a ver se empachaban», señalan desde el partido del puño y la rosa. Así se llegó a la que, según esta fuente, fue la última reunión entre las partes, celebrada el día 7 de septiembre; una cita donde, según esta versión, el Bloque comunicó que estaba dispuesto a gobernar en solitario.
Consultas
Al parecer, los frentistas animaron a la otra formación a entrar en el ejecutivo e insistieron en preguntar qué querían los ediles del PSOE a cambio de la alcaldía. «Contestóuselle que nada, só ter acceso á documentación do Concello». Finalmente, se acordó que llevarían esta decisión a su respectivas asambleas y que lo consultarían con las direcciones de los partidos
A partir de ahí, el 10 de septiembre, Quintáns y Pastor se reunieron con la secretaria de organización del PSOE gallego, Mar Barcón, que les comunicó que se iba a poner en contacto con el BNG para pedirle que cumpla el pacto firmado por las dos formaciones políticas a nivel gallego, «que segue vixente». El PSOE dice también que ese mismo día fue la asamblea nacionalista en O Son, y que se le dio el visto bueno a lo acordado.
Finalmente, el PSOE afirma que la desconfianza se volvió a apoderar de los ediles por comentarios del BNG y que, al celebrarse la asamblea de militantes, se decidió que cualquier acuerdo pasaba por lo siguiente: «O alcalde ten que ser do PSOE, que ten máis edís».
Muy desesperado vemos al PSOE para desbancar al PP del poder en Porto do Son, mientras en Silleda, convoca manifestaciones para que no les hagan lo mismo contra su alcaldesa.
La desesperación tiene que ser mucha y grande para unirse al Bloque que no acató las ordenes dictadas desde Santiago, para que en todos los ayuntamientos donde fuese posible gobernar los dos partidos y cerrar las puertas a las listas más votadas. En campaña sabían perfectamente que la única forma que tenían para gobernar iba a ser de ese modo.
¿No tendrá algo que ver esa desesperación para evitar los cientos de inspecciones sobre presuntas infracciones urbanísticas?
Por último la desesperación del Bloque para "pillar" las riendas del Ayuntamiento tienen que ser y muchas, ya que para poder hacerlo deben contar con el voto de un transfuga, que de las filas del PP se pasó a Alternativa Vecinal de Porto do Son, para terminar recalando en el PSOE.
Esta visto que en política a veces es mejor morderse un poco la lengua.
La opinión de la calle de gente no partidista es que de momento están contentos con este alcalde, otra cosa es si escuchamos a los partidistas.
Por último leyendo las supuestas peticiones del Bloque, más bien parece que quieren carta blanca y se olvidan que fueron la tercera opción política de los sonenses. De acceder algún día a regir nuestros destinos, esperemos que no nos manden a beber Coca Cola, como le pasó a una vecina de Baroña.
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