Miles de personas visitan cada año el castro sonense; una vez allí se dan cuenta de que la Administración necesita dar un paso adelante para preservar el lugar
El castro de Baroña, en Porto do Son, recibe un goteo constante de turistas. Así lo afirmó en varias ocasiones el regidor sonense, Manuel Tomé, quien explicó varias veces que dicho yacimiento arqueológico es el segundo más visitado de Galicia, después del situado en el monte de Santa Tecla. Consciente de la potencialidad del castro, el Concello de Porto do Son, junto con Patrimonio, trabaja en la confección de un plan especial de protección para el lugar; un ambicioso proyecto que todavía está dando sus primeros pasos, pero que no solo los políticos y especialistas en materias relacionadas con la arqueología reclaman, sino que también piden a gritos quienes se acercan a visitar las construcciones circulares.
En esta línea, ayer eran varios los visitantes que se pronunciaban en referencia al asunto. Entre ellos se encontraba un joven que se acercaba por primera vez al lugar. Uno de los aspectos que más llamó la atención de este visitante fue el maravilloso paraje natural, en el que pasó la noche albergado en su tienda de campaña. Sin embargo, a medida que la conversación avanzaba, este hombre dejaba caer que «el castro podría estar mejor conservado». Así, este campista explicaba que las construcciones circulares tienen algunas piedras sueltas, y que lo más correcto, siempre desde su parecer, es que se fijaran de alguna manera para que el yacimiento no siguiese deteriorándose.
Asimismo, este visitante dejaba claro que la conservación del lugar no solo depende de la Administración, sino que también de la conciencia de los ciudadanos. «Hay que tener un poco más de conciencia, evitar tirar papeles al suelo y no mover las piedras de su lugar original. Y esos aspectos solo dependen de quienes se acercan aquí», puntualizaba el muchacho.
En la misma línea se expresaba Óscar Mauján, un madrileño que ya había recorrido el castro de Neixón. Así, este hombre explicaba que uno de los aspectos que más le chocaban es el hecho de que en determinadas áreas de las construcciones circulares creciese la hierba, llegando incluso a sobrepasar la altura de la base de la antigua vivienda.
Más señalización
Pero esto no es todo, puesto que quienes se acercan hasta el castro destacan la escasa señalización que hay, así como la dificultad de los accesos. En este sentido hablaba el austríaco Siegfried Reiter, quien en un casi perfecto español apuntaba que la zona debería de estar mejor señalizada. Asimismo, Reiter también echaba en falta la existencia de algún cartel explicativo, con unas pequeñas pinceladas históricas.
En este punto coincidía con un matrimonio madrileño que pasaba unos días en Porto do Son. Esta pareja apuntaba que la zona tiene un acceso bastante complicado y que estaría bien que se colocase una pasarela de madera para facilitar la visita a las personas mayores.
LA VOZ DE GALICIA 4/9/09
El castro de Baroña, en Porto do Son, recibe un goteo constante de turistas. Así lo afirmó en varias ocasiones el regidor sonense, Manuel Tomé, quien explicó varias veces que dicho yacimiento arqueológico es el segundo más visitado de Galicia, después del situado en el monte de Santa Tecla. Consciente de la potencialidad del castro, el Concello de Porto do Son, junto con Patrimonio, trabaja en la confección de un plan especial de protección para el lugar; un ambicioso proyecto que todavía está dando sus primeros pasos, pero que no solo los políticos y especialistas en materias relacionadas con la arqueología reclaman, sino que también piden a gritos quienes se acercan a visitar las construcciones circulares.
En esta línea, ayer eran varios los visitantes que se pronunciaban en referencia al asunto. Entre ellos se encontraba un joven que se acercaba por primera vez al lugar. Uno de los aspectos que más llamó la atención de este visitante fue el maravilloso paraje natural, en el que pasó la noche albergado en su tienda de campaña. Sin embargo, a medida que la conversación avanzaba, este hombre dejaba caer que «el castro podría estar mejor conservado». Así, este campista explicaba que las construcciones circulares tienen algunas piedras sueltas, y que lo más correcto, siempre desde su parecer, es que se fijaran de alguna manera para que el yacimiento no siguiese deteriorándose.
Asimismo, este visitante dejaba claro que la conservación del lugar no solo depende de la Administración, sino que también de la conciencia de los ciudadanos. «Hay que tener un poco más de conciencia, evitar tirar papeles al suelo y no mover las piedras de su lugar original. Y esos aspectos solo dependen de quienes se acercan aquí», puntualizaba el muchacho.
En la misma línea se expresaba Óscar Mauján, un madrileño que ya había recorrido el castro de Neixón. Así, este hombre explicaba que uno de los aspectos que más le chocaban es el hecho de que en determinadas áreas de las construcciones circulares creciese la hierba, llegando incluso a sobrepasar la altura de la base de la antigua vivienda.
Más señalización
Pero esto no es todo, puesto que quienes se acercan hasta el castro destacan la escasa señalización que hay, así como la dificultad de los accesos. En este sentido hablaba el austríaco Siegfried Reiter, quien en un casi perfecto español apuntaba que la zona debería de estar mejor señalizada. Asimismo, Reiter también echaba en falta la existencia de algún cartel explicativo, con unas pequeñas pinceladas históricas.
En este punto coincidía con un matrimonio madrileño que pasaba unos días en Porto do Son. Esta pareja apuntaba que la zona tiene un acceso bastante complicado y que estaría bien que se colocase una pasarela de madera para facilitar la visita a las personas mayores.
LA VOZ DE GALICIA 4/9/09
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