El matrimonio de jubilados de Porto do Son formado por Antonio Vieites Queiruga y Rosa Melón Maneiro está de fiesta. Y no solo porque el Concello sonense esté en plenas celebraciones del Carme, si no porque su huerta ha dado una calabaza de enormes dimensiones. Aunque a día de hoy todavía no la han pesado, puesto que no pueden con ella, dicen que este ejemplar de excelente tamaño y que creció en un pequeño terreno situado en pleno casco urbano de Porto do Son pesa más de cincuenta kilos.
Pero, ¿por qué creen esto? «O outro día veu o noso xenro e quedouse asombrado ante tremendo tamaño. Quíxoa coller ao peso e non foi capaz. Como tiñamos aí un saco de penso de corenta quilos foi a ver se podía con el e levantouno sen problema, pero sen embargo coa cabaza non puido, por iso pensamos que pesa máis de cincuenta quilos», explica Rosa Melón.
Asimismo, este matrimonio, que regentó toda su vida el Bar Vieites, cercano a la plaza de España, explica que no fueron ellos los únicos que se quedaron con la boca abierta al ver un ejemplar de calabaza de semejantes dimensiones: «Por aquí viñeron un montón de veciños a ver a cabaza e todos se quedaron asombrados. Non paraban de dicirnos que era moi grande e que nunca viran un exemplar destas dimensións. De feito foron eles os que nos animaron a que chamaramos ao periódico para contar a historia», dice Antonio Vieites al tiempo que relaciona el apellido de su mujer con el hecho: «Ela apelídase Melón, e mira para aí», cuenta entre risas y señalando la calabaza.
Abono natural
En cuanto se les pregunta por el secreto de su producción, pues este año en la huerta también hay un calabacín que ronda los diez kilos de peso, el matrimonio responde que desconoce cuál es. Es más, indican que no cuentan con gran experiencia en la plantación de hortalizas, y que esta es la primera vez que ponen las semillas de esta especie alimentaria bajo la tierra de su huerta. Así, Rosa Melón asegura que la simiente procede de los ejemplares que cultivó un vecino «pero os del non son tan grandes. Son bos, pero non así», aseguró.
Luego, este matrimonio explicó que, desde mayo, fecha en la que plantaron las calabazas, no se preocuparon más de ellas, así como que no les proporcionaron ningún cuidado especial a lo largo de estos cuatro meses. Es más, dicen que nunca las regaron ni sulfataron y que el único abono que le echaron a la tierra procede de los excrementos de unos pollos que crían.
«Alugamos a casa durante dous meses no verán e non lle fixemos máis caso á horta. As cabazas incluso estaban cubertas pola herba e foron as persoas que estaban pasando aquí as súas vacacións as que nos dixeron que o exemplar tiña un tamaño fora do normal. Cando cheguei aquí quedei sen fala e coa boca aberta», apunta Rosa Melón Maneiro.
En cuanto se les pregunta sobre cuando tienen previsto recoger la cosecha, incluido este ejemplar, aseguran que una vez que pasen las fiestas patronales. Es más, este matrimonio explica que dado que no tienen fuerza para levantar la calabaza entera, no les va a quedar más remedio que trocearla en la propia finca si quieren llevarla para casa y consumirla en compañía de su familia. Así lo harán en unos días.
La Voz de Galicia 8/9/09
Pero, ¿por qué creen esto? «O outro día veu o noso xenro e quedouse asombrado ante tremendo tamaño. Quíxoa coller ao peso e non foi capaz. Como tiñamos aí un saco de penso de corenta quilos foi a ver se podía con el e levantouno sen problema, pero sen embargo coa cabaza non puido, por iso pensamos que pesa máis de cincuenta quilos», explica Rosa Melón.
Asimismo, este matrimonio, que regentó toda su vida el Bar Vieites, cercano a la plaza de España, explica que no fueron ellos los únicos que se quedaron con la boca abierta al ver un ejemplar de calabaza de semejantes dimensiones: «Por aquí viñeron un montón de veciños a ver a cabaza e todos se quedaron asombrados. Non paraban de dicirnos que era moi grande e que nunca viran un exemplar destas dimensións. De feito foron eles os que nos animaron a que chamaramos ao periódico para contar a historia», dice Antonio Vieites al tiempo que relaciona el apellido de su mujer con el hecho: «Ela apelídase Melón, e mira para aí», cuenta entre risas y señalando la calabaza.
Abono natural
En cuanto se les pregunta por el secreto de su producción, pues este año en la huerta también hay un calabacín que ronda los diez kilos de peso, el matrimonio responde que desconoce cuál es. Es más, indican que no cuentan con gran experiencia en la plantación de hortalizas, y que esta es la primera vez que ponen las semillas de esta especie alimentaria bajo la tierra de su huerta. Así, Rosa Melón asegura que la simiente procede de los ejemplares que cultivó un vecino «pero os del non son tan grandes. Son bos, pero non así», aseguró.
Luego, este matrimonio explicó que, desde mayo, fecha en la que plantaron las calabazas, no se preocuparon más de ellas, así como que no les proporcionaron ningún cuidado especial a lo largo de estos cuatro meses. Es más, dicen que nunca las regaron ni sulfataron y que el único abono que le echaron a la tierra procede de los excrementos de unos pollos que crían.
«Alugamos a casa durante dous meses no verán e non lle fixemos máis caso á horta. As cabazas incluso estaban cubertas pola herba e foron as persoas que estaban pasando aquí as súas vacacións as que nos dixeron que o exemplar tiña un tamaño fora do normal. Cando cheguei aquí quedei sen fala e coa boca aberta», apunta Rosa Melón Maneiro.
En cuanto se les pregunta sobre cuando tienen previsto recoger la cosecha, incluido este ejemplar, aseguran que una vez que pasen las fiestas patronales. Es más, este matrimonio explica que dado que no tienen fuerza para levantar la calabaza entera, no les va a quedar más remedio que trocearla en la propia finca si quieren llevarla para casa y consumirla en compañía de su familia. Así lo harán en unos días.
La Voz de Galicia 8/9/09
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