:lvg: | 10/4/2011
Tal vez recuerden aquella comedia del año 1981 que, con la excusa de cruzar los EE. UU. de costa a costa, reunía a un puñado de actores famosos. Una película muy en la línea de aquella época cuyo mayor aporte son las caras conocidas y los coches extravagantes. Un remake de la famosa serie de dibujos animados Los autos locos que sin duda no fue mejorada con los personajes de carne y hueso. Pues bien, nuestros políticos se han embarcado también en una especie de carrera que, con esfuerzo y constancia, han convertido en delirante y chusca. Por desgracia, siguiendo el símil, hablamos de todo lo contrario a la precisión y el ansia por mejorar de la Fórmula 1. La carrera hacia el 22 de mayo, al igual que la de la película, podría estar trufada de mentiras, trampas y superficialidad.
En treinta años de democracia hemos devaluado este sistema hasta extremos que ni se imaginaban los actores de la transición. No gana el político que más haya demostrado su valía con una gestión responsable y acertada, en el gobierno o la oposición. Tampoco el más preparado o con un contrastado aval de servicios a la comunidad. Poco a poco la mayor parte de ellos se han ido convirtiendo en actores. Sus compañías teatrales nos han llevado a que elijamos en función de filias y fobias, partidismos radicales o promesas increíbles. Líneas de discurso programadas, repetición de medias verdades y estilismos gregarios cubren la mierda sobre la que pisan: corrupción, favoritismo o nepotismo. En el mejor de los casos irresponsabilidad, ignorancia o simple caradura. Aunque todos dicen antes de la campaña que no entrarán en insultos, injurias o mentiras, la mayoría retozarán en ese lodazal.
Sería bueno para la salud del sistema que pusieran más hechos y menos palabras. En interés de su comunidad, que también los incluye a ellos, que centren sus esfuerzos en construir programas ilusionantes, pero posibles. Cabe esperar que la actual situación, extremadamente delicada para muchas personas y empresas, se refleje en ellos en forma de planes de ahorro y la priorización responsable de los gastos. Después, durante la campaña, que los expliquen a sus conciudadanos de forma sencilla y cercana, evitando la demagogia y las poses de salón que a buen seguro les insuflarán desde sus respectivos partidos. Que no lleven al plano personal lo que no debe salir del plano político, pues eso mediatizará el desarrollo de la futura legislatura lastrando posibles acuerdos; necesarios para salir de esta complicada coyuntura.
Incluso es posible que haya que replantearse -si es de forma seria- la figura de los concellos, sus prestaciones a los ciudadanos y las contribuciones de estos. Pero también las contraprestaciones salariales y ciertas prebendas de los representantes públicos. Pues no es de recibo que los ciudadanos tengan serias dificultades para llenar su depósito mientras sus representantes en Madrid y Estrasburgo viajan cómodamente en primera clase, por poner un ejemplo.
En treinta años de democracia hemos devaluado este sistema hasta extremos que ni se imaginaban los actores de la transición. No gana el político que más haya demostrado su valía con una gestión responsable y acertada, en el gobierno o la oposición. Tampoco el más preparado o con un contrastado aval de servicios a la comunidad. Poco a poco la mayor parte de ellos se han ido convirtiendo en actores. Sus compañías teatrales nos han llevado a que elijamos en función de filias y fobias, partidismos radicales o promesas increíbles. Líneas de discurso programadas, repetición de medias verdades y estilismos gregarios cubren la mierda sobre la que pisan: corrupción, favoritismo o nepotismo. En el mejor de los casos irresponsabilidad, ignorancia o simple caradura. Aunque todos dicen antes de la campaña que no entrarán en insultos, injurias o mentiras, la mayoría retozarán en ese lodazal.
Sería bueno para la salud del sistema que pusieran más hechos y menos palabras. En interés de su comunidad, que también los incluye a ellos, que centren sus esfuerzos en construir programas ilusionantes, pero posibles. Cabe esperar que la actual situación, extremadamente delicada para muchas personas y empresas, se refleje en ellos en forma de planes de ahorro y la priorización responsable de los gastos. Después, durante la campaña, que los expliquen a sus conciudadanos de forma sencilla y cercana, evitando la demagogia y las poses de salón que a buen seguro les insuflarán desde sus respectivos partidos. Que no lleven al plano personal lo que no debe salir del plano político, pues eso mediatizará el desarrollo de la futura legislatura lastrando posibles acuerdos; necesarios para salir de esta complicada coyuntura.
Incluso es posible que haya que replantearse -si es de forma seria- la figura de los concellos, sus prestaciones a los ciudadanos y las contribuciones de estos. Pero también las contraprestaciones salariales y ciertas prebendas de los representantes públicos. Pues no es de recibo que los ciudadanos tengan serias dificultades para llenar su depósito mientras sus representantes en Madrid y Estrasburgo viajan cómodamente en primera clase, por poner un ejemplo.
Todo candidato y candidata que tiene que recurrir a la mentira, al insulto y a la descalificación de su oponente es un "sinvergüenza" y lamentablemente aquí en Porto do Son, nadie se libra. Solo tenemos que hacer un poco de memoria: mitines, pintadas y panfletos dan buena cuenta de ello. Es cierto que para sus militantes y seguidores y puede ser el "maná" y la "chicha" y que coseche numerosos aplausos, pero para los de fuera, para los que solo vamos escuchar propuestas, es pura bazofia, pero como solo se nos "llama" para que escuchemos como corderos, así nos va.Aprovechando el tema y dado que hace unos días me remitieron al correo electrónico el siguiente texto: Ola, son o anónimo nesta entrada: Quiñoy no descarta una alianza con otros partidos si su programa «es bueno», do 5 de decembro de 2010 das 21:16 e por cuestións laborais non puiden rebátelo comentario do anónimo desmemoriado do 7 de decembro de 2010 das 17:15. Aínda que agora si podo, seguramente seria unha discusión de cegos ao non poder colgar imaxes nos comentario, por aquilo de que onde hai papeis calan barbas. É polo que lle pido se ten a bo engadir dito panfleto acompañado da miña mensaxe e que diga agora, se o ten a ben, ¿a quen se lle ve o plumeiro?.
1 comentarios:
Pois aínda tiveron sorte, miren o que lle pasou a este outro http://www.lavozdegalicia.es/ferrol/2011/01/26/0003_201101F26C11994.htm
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