| BarbanzaQue el ejército ha cambiado quedó demostrado, una vez más, el pasado sábado en las instalaciones del EVA-10, situadas en lo alto del monte Iroite, y el dicho se refiere a la comunión que la sociedad barbanzana y el escuadrón ratificaron con motivo de la celebración de la fiesta patronal del cuerpo, la virgen del Loreto. El teniente coronel Lino Iglesias, comandante del acuartelamiento, contó con el «refuerzo» de su jefe, el general del Sistema de Mando y Control, José Luis Triguero, quien, tras pasar revista a las tropas, dio la bienvenida a todos los asistentes.
Como ya es tradicional, la coral polifónica del Liceo de Noia, dirigida por Domingo Barreiros Lago, solemnizó la eucaristía que concelebraron el capellán castrense Marcelino Barros; el párroco de Cespón, Francisco Pena y el de Abanqueiro, José Vilaboa. Fue una celebración entrañable, ya no solo por las canciones de la agrupación, sino también porque incluso los niños tuvieron protagonismo al dar lectura a las plegarias.
Este año se sumaron los acontecimientos para hacer más grande la cita, pero hubo uno especial: la entrega del guion donado por el Concello de Ribeira. Como el acuerdo fue adoptado cuando era alcalde José Luis Torres, fue este el que descubrió una placa, acompañado por su sucesor, Manuel Ruiz, en la zona de mando, donde quedó plasmada para la posteridad la fecha en que la sociedad civil y militar se acercaron más aún.
Como ya es tradicional, la coral polifónica del Liceo de Noia, dirigida por Domingo Barreiros Lago, solemnizó la eucaristía que concelebraron el capellán castrense Marcelino Barros; el párroco de Cespón, Francisco Pena y el de Abanqueiro, José Vilaboa. Fue una celebración entrañable, ya no solo por las canciones de la agrupación, sino también porque incluso los niños tuvieron protagonismo al dar lectura a las plegarias.
Este año se sumaron los acontecimientos para hacer más grande la cita, pero hubo uno especial: la entrega del guion donado por el Concello de Ribeira. Como el acuerdo fue adoptado cuando era alcalde José Luis Torres, fue este el que descubrió una placa, acompañado por su sucesor, Manuel Ruiz, en la zona de mando, donde quedó plasmada para la posteridad la fecha en que la sociedad civil y militar se acercaron más aún.
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