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Su madre abandona la cooperativa porque ahora le piden 46 toneladas de plástico en vez de 19 alegando que su precio bajó. Aun así, continuará su lucha
Un hecho inesperado ha puesto en jaque a la familia del niño luso Diogo Farinhoto. Más de 2.000 gallegos y portugueses habían hecho posible el sueño del pequeño, que nació hace dos años sin el brazo derecho, recolectando con y para él las 19 toneladas de plástico que le aseguraban su prótesis. Pero el viernes, horas después de que la madre agradeciera en Vilagarcía la solidaridad gallega y a quince días de conseguir su mano, el sueño se tornó pesadilla.
«La cooperativa reunió a los padres y nos informó de que una de las socias abandonaba la entidad y de que para que le colocaran la mano a Diogo debía entregar 46 toneladas», explicó ayer Elisabete Farinhoto. La madre no oculta su «indignación», ya que «desde el principio se acordaron que eran 19 toneladas y hemos entregado 21». La mujer subraya: «Ni los padres, y menos aún los niños, han de pagar los problemas internos que surjan en la cooperativa o estar a expensas de ellos, y si esa socia y portavoz nos confirmó el acuerdo por 19 toneladas todo este tiempo, es lo que se debe asumir independientemente de su marcha».
Elisabete, que al cierre de esta edición mantenía un nuevo encuentro en Póvoa de Varzim con la directiva de la entidad, confirmó que Diogo «abandona la cooperativa, pero no su lucha». La madre, visiblemente afectada por la situación, explicó: «Lo único que queremos antes de irnos es que, o respeten el acuerdo y coloquen la mano a Diogo antes de noviembre, o que nos den el valor del plástico recogido para poder sufragarla». Sostiene, por otra parte: «Nosotros nunca pedimos dinero y no lo vamos a hacer ahora. Ellos alegan que el precio de la tonelada de plástico bajó de 450 a 200 euros y que por eso hay que recoger hasta 46 toneladas, pero ¿cómo íbamos a confiar en que no cambien de nuevo su opinión?». Elisabete afirma que «aunque sea mi hijo, y también por ello, no podemos pagar cualquier precio por la mano, queremos transparencia».
Sobre el tema económico se limitó a señalar: «Varios particulares nos informaron de que iban a hacer donativos en la cuenta de la cooperativa para Diogo; pero esta dice que no han hecho ingresos». Elisabete reitera: «Quiero dejar claro que Diogo solo pide plástico, jamás dinero y que necesitamos más que nunca la ayuda de esos más de 2.000 amigos».
La familia ya ha comenzado a recibir mensajes de apoyo, pero la tensión es palpable. «No es solo Diogo, hay muchos otros niños y seguimos creyendo que podemos coleccionar sueños, pero el golpe es muy duro», señala la madre del pequeño, que confía en que el respaldo de sus amigos gallegos y portugueses le permitan sobreponerse. Avanza acciones legales si la cooperativa no cumple y recuerda que «la campaña sigue». La Voz contactó ayer con la cooperativa, pero no obtuvo una valoración por su parte.
«Aunque sea mi hijo, y también por ello, no podemos pagar cualquier precio por la mano»
Elisabete Farinhoto
Un hecho inesperado ha puesto en jaque a la familia del niño luso Diogo Farinhoto. Más de 2.000 gallegos y portugueses habían hecho posible el sueño del pequeño, que nació hace dos años sin el brazo derecho, recolectando con y para él las 19 toneladas de plástico que le aseguraban su prótesis. Pero el viernes, horas después de que la madre agradeciera en Vilagarcía la solidaridad gallega y a quince días de conseguir su mano, el sueño se tornó pesadilla.
«La cooperativa reunió a los padres y nos informó de que una de las socias abandonaba la entidad y de que para que le colocaran la mano a Diogo debía entregar 46 toneladas», explicó ayer Elisabete Farinhoto. La madre no oculta su «indignación», ya que «desde el principio se acordaron que eran 19 toneladas y hemos entregado 21». La mujer subraya: «Ni los padres, y menos aún los niños, han de pagar los problemas internos que surjan en la cooperativa o estar a expensas de ellos, y si esa socia y portavoz nos confirmó el acuerdo por 19 toneladas todo este tiempo, es lo que se debe asumir independientemente de su marcha».
Elisabete, que al cierre de esta edición mantenía un nuevo encuentro en Póvoa de Varzim con la directiva de la entidad, confirmó que Diogo «abandona la cooperativa, pero no su lucha». La madre, visiblemente afectada por la situación, explicó: «Lo único que queremos antes de irnos es que, o respeten el acuerdo y coloquen la mano a Diogo antes de noviembre, o que nos den el valor del plástico recogido para poder sufragarla». Sostiene, por otra parte: «Nosotros nunca pedimos dinero y no lo vamos a hacer ahora. Ellos alegan que el precio de la tonelada de plástico bajó de 450 a 200 euros y que por eso hay que recoger hasta 46 toneladas, pero ¿cómo íbamos a confiar en que no cambien de nuevo su opinión?». Elisabete afirma que «aunque sea mi hijo, y también por ello, no podemos pagar cualquier precio por la mano, queremos transparencia».
Sobre el tema económico se limitó a señalar: «Varios particulares nos informaron de que iban a hacer donativos en la cuenta de la cooperativa para Diogo; pero esta dice que no han hecho ingresos». Elisabete reitera: «Quiero dejar claro que Diogo solo pide plástico, jamás dinero y que necesitamos más que nunca la ayuda de esos más de 2.000 amigos».
La familia ya ha comenzado a recibir mensajes de apoyo, pero la tensión es palpable. «No es solo Diogo, hay muchos otros niños y seguimos creyendo que podemos coleccionar sueños, pero el golpe es muy duro», señala la madre del pequeño, que confía en que el respaldo de sus amigos gallegos y portugueses le permitan sobreponerse. Avanza acciones legales si la cooperativa no cumple y recuerda que «la campaña sigue». La Voz contactó ayer con la cooperativa, pero no obtuvo una valoración por su parte.
«Aunque sea mi hijo, y también por ello, no podemos pagar cualquier precio por la mano»
Elisabete Farinhoto
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