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«Que chova, que vente, o ensino non se vende», se escuchó en las protestas
Imposible imaginar un día peor que el de ayer para manifestarse: en Barbanza llovió y ventó y, por tanto, el tiempo invitaba a cualquier cosa menos a recorrer las calles amarrado a una pancarta. Aún así, el rechazo a la Lomce logró escenificarse en la capital de la comarca, Ribeira. Por la mañana hubo una protesta que arrancó de la estación de autobuses y, por la tarde, a ritmo de las cacerolas, se dejó claro el rechazo a la ley del ministro Wert en la plaza del Concello. Los manifestantes adaptaron sus consignas al desapacible día y gritaron a los cuatro vientos consignas como «que chova, que vente, o ensino non se vende».
Sobre las once y media de la mañana arrancó de la estación de autobuses una modesta pero meritoria protesta convocada por la Plataforma Galega en Defensa do Ensino Público. En medio de un intenso aguacero, estudiantes y profesores reclamaron «máis educación e menos relixión» y proclamaron consignas a favor de un «ensino laico, democrático e galego». Los discursos pronunciados en la plaza del Concello, dos de ellos en boca de estudiantes, redundaron en la petición de una norma educativa muy distinta «da que quere impoñer o PP».
Cacerolada al atardecer
Los ribeirenses casi se quedan sordos. Al atardecer, una gran cacerolada frente a la plaza del Concello también sirvió para evidenciar que la Lomce no convence a muchos. Potas, cazos, panderetas...Todo valía para hacer ruido. Aunque se trataba de una reivindicación muy seria, los niños lo pasaron en grande golpeando estos improvisados instrumentos. Había muchos padres que no dudaron en sumarse a la protesta acompañados de los pequeños. «Queremos menos religión y otras asignaturas como audiovisual», afirmaba una de las madres. También se hizo alusión a la necesidad de luchar por una educación que no excluya a los estudiantes con menos recursos económicos. Cuanto más ruido hacían los manifestantes, más vecinos se sumaban a la protesta. Barbanza se mojó, y nunca mejor dicho, por la educación.
Imposible imaginar un día peor que el de ayer para manifestarse: en Barbanza llovió y ventó y, por tanto, el tiempo invitaba a cualquier cosa menos a recorrer las calles amarrado a una pancarta. Aún así, el rechazo a la Lomce logró escenificarse en la capital de la comarca, Ribeira. Por la mañana hubo una protesta que arrancó de la estación de autobuses y, por la tarde, a ritmo de las cacerolas, se dejó claro el rechazo a la ley del ministro Wert en la plaza del Concello. Los manifestantes adaptaron sus consignas al desapacible día y gritaron a los cuatro vientos consignas como «que chova, que vente, o ensino non se vende».
Sobre las once y media de la mañana arrancó de la estación de autobuses una modesta pero meritoria protesta convocada por la Plataforma Galega en Defensa do Ensino Público. En medio de un intenso aguacero, estudiantes y profesores reclamaron «máis educación e menos relixión» y proclamaron consignas a favor de un «ensino laico, democrático e galego». Los discursos pronunciados en la plaza del Concello, dos de ellos en boca de estudiantes, redundaron en la petición de una norma educativa muy distinta «da que quere impoñer o PP».
Cacerolada al atardecer
Los ribeirenses casi se quedan sordos. Al atardecer, una gran cacerolada frente a la plaza del Concello también sirvió para evidenciar que la Lomce no convence a muchos. Potas, cazos, panderetas...Todo valía para hacer ruido. Aunque se trataba de una reivindicación muy seria, los niños lo pasaron en grande golpeando estos improvisados instrumentos. Había muchos padres que no dudaron en sumarse a la protesta acompañados de los pequeños. «Queremos menos religión y otras asignaturas como audiovisual», afirmaba una de las madres. También se hizo alusión a la necesidad de luchar por una educación que no excluya a los estudiantes con menos recursos económicos. Cuanto más ruido hacían los manifestantes, más vecinos se sumaban a la protesta. Barbanza se mojó, y nunca mejor dicho, por la educación.
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