03 mayo 2012

La comarca cuenta con más de ocho mil viviendas deshabitadas

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Noia, Muros y Boiro son los municipios en los que hay más casas vacías

Cada vez es más común en un edificio de nueva construcción que la comunidad de vecinos sea un grupo reducido. La burbuja inmobiliaria y la crisis han dejado en la comarca de Barbanza más de ocho mil viviendas deshabitadas, ya sea porque la coyuntura económica ha frenado la compra o porque estas se han quedado en ruinas. Noia, Muros y Boiro son los municipios en los que hay más casas vacías. En el caso del término muradano, donde existen un total de 1.571, se baraja que la lejanía con las grandes ciudades gallegas sea la causa por la que las nuevas generaciones hayan decidido trasladarse a otros concellos.

En cualquier caso, los expertos señalan que en estos tres ayuntamientos barbanzanos los promotores inmobiliarios vieron hace años una oportunidad para construir segunda residencia. Con la que está cayendo, la compra se paralizó y las cifras ahora hablan por si solas. En Noia hay 1.575 viviendas deshabitadas y en Boiro la cifra desciende en tan solo un centenar.

Cabe destacar que en Carnota, la cifra de casas vacías apenas supera el medio millar y que en Ribeira llega a las 532. A pesar de ser la capital barbanzana, no es raro ver casas en ruinas, como ocurre en la calle Lepanto, que da acceso a la ciudad. También en este caso la crisis económica tiene mucho que ver y hacer una reforma parece en muchos casos un gasto demasiado elevado.

Los menos afectados

Lousame, Mazaricos y A Pobra son los municipios que menos padecen esta situación. A Pobra cuenta con 456 viviendas deshabitadas y Mazaricos y Lousame con 162 y 138, respectivamente.

Eso sí, ninguno de los concellos de la comarca se salva de ver en las ventanas de los inmuebles carteles de venta o alquiler. Y es que en muchos casos se pensó en hacer las casas para turistas que finalmente no pudieron comprar. «Estas non foron construídas en proporción ás nosas necesidades de crecemento, senón en base a un negocio especulativo alleo ao territorio e á nosa xente», señala el arquitecto Carlos Fernández Coto.

Todo ello se une al envejecimiento de la población. También las oportunidades de encontrar trabajo son mayores en las ciudades más grandes, y esto hace moverse a los jóvenes.

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