07 diciembre 2010

Entrevista | josé manuel Hermo barreiro


:lvg: | 7/12/2010
Coleccionista de motores en miniatura

«He invertido cinco mil horas en mis cuatro últimos motores »

El mecánico noiés mostrará estos días sus últimas creaciones, acompañadas de vídeos sobre el proceso de elaboración, en la casa de cultura de Portosín


Es un apasionado de la mecánica. De hecho, tras pasarse buena parte de su vida trabajando en este sector, tanto en tierra como en el mar, José Manuel Hermo Barreiro (Noia, 1940), más conocido como Patelo , sigue a día de hoy, ya jubilado, apretando tuercas y tornillos. Lo hace por puro placer, con el fin de incrementar su colección de motores en miniatura. Precisamente, a partir de las 18.00 horas de hoy y hasta el jueves, expondrá parte de sus tesoros en la casa de cultura de Portosín.

-¿Qué podrán ver los espectadores?

-Voy a presentar los cuatro últimos motores de mi colección. Son piezas en miniatura, realizadas a mano, de forma artesanal.

-¿Se trata entonces del resultado de un largo proceso de trabajo?

-Por supuesto. Llevo seis años trabajando y he invertido cinco mil horas en mis cuatro últimos motores. A mayores, en la exposición se verá un vídeo que muestra cómo fue el proceso de elaboración del motor, pieza a pieza, el montaje y las pruebas de funcionamiento.

-¿Cuándo empezó esta afición suya?

-Puede decirse que, desde que era niño. Trabajé en un taller hasta los 22 años y allí hice ya mis dos primeros motores. Luego, estuve doce años embarcado, hasta que me quedé en tierra de inspector, unas tres décadas. Siempre mantuve mi afición pero, desde hace siete años que me jubilé, puede decirse que me dedico a ella en exclusiva.

-Pero, ¿cómo le vino a la cabeza la idea de montar motores en miniatura?

-La mecánica es para mí una vocación; de hecho, si volviera a nacer, volvería a ser mecánico.

-En la actualidad, ¿cuántas horas al día le dedica a esta afición?

-Ahora mismo, pocas, seis o así, pero llegué a dedicarle doce e incluso catorce. Esto engancha mucho. Cuando pongo la primera pieza de un motor ya no puedo parar hasta verlo en marcha.

-Tendrá entonces su casa convertida en un auténtico museo, ¿no?

-Lo cierto es que sí. Tengo una colección de nueve motores en miniatura, a la que pertenecen los cuatro que estos días podrán verse en Portosín. A mayores, tengo una réplica de una sala de máquinas de un barco con tres motores, el principal y los dos auxiliares. En su montaje invertí tres mil horas.

-¿Con qué finalidad hace estos motores?

-Son piezas diseñadas para recorrer institutos y escuelas náuticas. Funcionan con aire comprimido y con solo dos décimas de presión, de forma que no contaminan aunque se pongan en funcionamiento en lugares cerrados.

-¿Tienen entonces un fin didáctico?

-Sí. Son réplicas auténticas de los motores grandes y la idea es que los estudiantes comprueben el proceso de montaje, con el fin de poder aplicar la teoría a la elaboración de máquinas de tamaño real.

-¿Qué proyectos tiene en mente?

-Proyectos, muchos, lo que ocurre es que tengo ya 70 años. No puedo dedicarle tantas horas al día a esta afición, porque requiere trabajar de pie y el esfuerzo es demasiado. Aun así, estoy trabajando en algo.

-¿Puede adelantar algo de este proyecto?

-Es un secreto que quiero presentar cuando esté totalmente finalizado. Llevo ya más de un año trabajando en este proyecto, que es muy ambicioso. Lo que hago siempre es marcarme un reto más difícil y, en este caso, también ha sido así.

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