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Sus cuidadores reconocieron a la perra rescatada por un militar del EVA-10 en el Iroite al ver su foto en el periódico
A veces, las historias no tienen un final feliz, sino dos. O un desenlace doblemente feliz, como se prefiera. Es el caso de la perra que apareció el pasado fin de semana atrapada por el cuello en unos alambres con los que a punto estuvo de estrangularse. La intervención de un militar de la base del EVA-10 la rescató de una muerte más que probable y la dejó en manos de la protectora Arca, donde decidieron llamarla «Luna» por el color de su pelo. Hasta aquí, el primer final de cuento para el animal, pero la felicidad no sería completa sin un hogar para ella, y el círculo terminó de cerrarse con la aparición de sus dueños, que explicaron que, en realidad, Luna se llama Crata y su casa está en Porto do Son.
La perra desapareció el pasado día 23, con lo que sus cuidadores vivieron una semana de angustia y desesperación buscándola. El encuentro tuvo lugar a última hora de la tarde del lunes, entre el alivio de sus dueños y la satisfacción de los miembros de Arca: «Nos reconoció en cuanto nos vio». La publicación de la foto de Crata en las páginas de La Voz tras ser rescata fue la que devolvió la esperanza a sus cuidadores, que inmediatamente se pusieron en contacto con la protectora, donde, a esas alturas, ya le estaban buscando una familia de adopción.
Esta vez no fue necesario que viniera nadie al rescate y la perra por fin regresó a casa tras una semana de ausencia, mientras los interrogantes continúan rodeando su desaparición. Su hogar está en Porto do Son, en la aldea de Xestas, a unos doce kilómetros de donde apareció atrapada en los alambres. Esto es lo primero que extraña a sus cuidadores, ya que Crata tiene ya diez años y no suele alejarse. La finca que rodea la casa cuenta con seis hectáreas y además la perra tiene cinco compañeros de juegos que siempre están juntos.
Lapso de tiempo
A la inexplicable desaparición de Crata, se suman las dudas sobre qué fue de ella durante los días que transcurrieron desde que la echaron en falta hasta que fue encontrada en el monte Iroite. Cuentan sus dueños que en la protectora creen que solo estuvo amarrada a los alambres entre el sábado y el domingo pasados, así que no pueden evitar preguntar dónde estuvo hasta entonces y cómo es posible que apareciese tan lejos de su casa sin ningún rasguño o marca.
Fuese como fuese, lo importante es que Crata ha vuelto sana y salva: «Na desesperación pola súa falta durante tantos días, cal foi a nosa sorpresa cando vemos a foto no periódico. Ao momento puxémonos en contacto con Arca para recuperala». No fue fácil, ya que transcurrieron unas horas interminables desde que hablaron con la protectora hasta que lograron llevarla a casa, ya por la tarde «despois de andar todo o día intentando localizala pois non nos daban información de onde estaba». Luego, la angustia dio paso por fin a la alegría de la mascota y sus cuidadores.
A veces, las historias no tienen un final feliz, sino dos. O un desenlace doblemente feliz, como se prefiera. Es el caso de la perra que apareció el pasado fin de semana atrapada por el cuello en unos alambres con los que a punto estuvo de estrangularse. La intervención de un militar de la base del EVA-10 la rescató de una muerte más que probable y la dejó en manos de la protectora Arca, donde decidieron llamarla «Luna» por el color de su pelo. Hasta aquí, el primer final de cuento para el animal, pero la felicidad no sería completa sin un hogar para ella, y el círculo terminó de cerrarse con la aparición de sus dueños, que explicaron que, en realidad, Luna se llama Crata y su casa está en Porto do Son.
La perra desapareció el pasado día 23, con lo que sus cuidadores vivieron una semana de angustia y desesperación buscándola. El encuentro tuvo lugar a última hora de la tarde del lunes, entre el alivio de sus dueños y la satisfacción de los miembros de Arca: «Nos reconoció en cuanto nos vio». La publicación de la foto de Crata en las páginas de La Voz tras ser rescata fue la que devolvió la esperanza a sus cuidadores, que inmediatamente se pusieron en contacto con la protectora, donde, a esas alturas, ya le estaban buscando una familia de adopción.
Esta vez no fue necesario que viniera nadie al rescate y la perra por fin regresó a casa tras una semana de ausencia, mientras los interrogantes continúan rodeando su desaparición. Su hogar está en Porto do Son, en la aldea de Xestas, a unos doce kilómetros de donde apareció atrapada en los alambres. Esto es lo primero que extraña a sus cuidadores, ya que Crata tiene ya diez años y no suele alejarse. La finca que rodea la casa cuenta con seis hectáreas y además la perra tiene cinco compañeros de juegos que siempre están juntos.
Lapso de tiempo
A la inexplicable desaparición de Crata, se suman las dudas sobre qué fue de ella durante los días que transcurrieron desde que la echaron en falta hasta que fue encontrada en el monte Iroite. Cuentan sus dueños que en la protectora creen que solo estuvo amarrada a los alambres entre el sábado y el domingo pasados, así que no pueden evitar preguntar dónde estuvo hasta entonces y cómo es posible que apareciese tan lejos de su casa sin ningún rasguño o marca.
Fuese como fuese, lo importante es que Crata ha vuelto sana y salva: «Na desesperación pola súa falta durante tantos días, cal foi a nosa sorpresa cando vemos a foto no periódico. Ao momento puxémonos en contacto con Arca para recuperala». No fue fácil, ya que transcurrieron unas horas interminables desde que hablaron con la protectora hasta que lograron llevarla a casa, ya por la tarde «despois de andar todo o día intentando localizala pois non nos daban información de onde estaba». Luego, la angustia dio paso por fin a la alegría de la mascota y sus cuidadores.
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