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El sector del cerco no podía estar más contento la semana pasada. Hacía mucho tiempo que no tenía tanta suerte: los barcos habían topado un banco de anchoa, al que le siguieron la pista desde Santander hasta Corrubedo, lo que hizo que pescasen miles de kilos y que sus ingresos subiesen como la espuma pese a no cotizarse demasiado alta la especie. Tanto en el puerto de Ribeira como de Portosín llamaban la atención las enormes cantidades de bocarte alijadas. Una situación que, según expertos en la materia, no se veía desde el año 1996, cuando la flota había dado con otro banco grande de anchoa. Pero la alegría fue efímera. Tras el parón del fin de semana, los barcos ribeirenses y sonenses regresaron ayer al mar. Y no toparon ni una sola anchoa.
Lo más probable, tal y como señalaban distintos armadores, es que el banco de bocarte esté ya en aguas portuguesas. Había la esperanza de que, como ocurriera en 1996, la especie acabase dando la vuelta y viniendo de nuevo hacia el norte. Pero, ayer, eso no había ocurrido aún. Los cerqueros regresaron a tierra con chicharro y otras especies, pero sin rastro del bocarte.
Lo más probable, tal y como señalaban distintos armadores, es que el banco de bocarte esté ya en aguas portuguesas. Había la esperanza de que, como ocurriera en 1996, la especie acabase dando la vuelta y viniendo de nuevo hacia el norte. Pero, ayer, eso no había ocurrido aún. Los cerqueros regresaron a tierra con chicharro y otras especies, pero sin rastro del bocarte.
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