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Algunos núcleos disponen de más de media docena de manantiales para abastecerse y es frecuente que en una parroquia haya varias traídas vecinales
El abastecimiento de agua es una asignatura pendiente en buena parte de los ayuntamientos de la comarca. Bien por problemas técnicos derivados de la propia orografía de la zona, por el elevado coste que supone realizar estas infraestructuras o incluso, en casos muy concretos, por la negativa del propio vecindario, lo cierto es que el suministro público de agua potable continúa sin llegar a más de veinticinco mil barbanzanos.
Buena parte de ellos residen en los municipios de Rianxo, Porto do Son y Outes, que aglutinan a la mitad de los residentes sin prestación. Mención aparte merece el caso de términos eminentemente rurales como Lousame o Mazaricos, donde a la mayoría de la población no llega el suministro público de agua.
Solo dos de los 102 núcleos de población de Mazaricos, A Picota y Pino de Val, tienen traída municipal pese a que en una decena más está realizada la conducción y el reparto interior.
Según los datos de la última Encuesta de Infraestructuras y Equipamientos Locales, promovida por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, casi 11.000 hogares -uno de cada cinco-, repartidos por los once municipios, tienen que buscarse la vida para disponer de agua potable. Lo hacen mediante la explotación de pozos artesanales, la construcción de estructuras de barrena o a través de traídas vecinales, infraestructuras promovidas por los ciudadanos hace más de medio siglo. Estas captaciones, realizadas en manantiales próximos a los núcleos, suelen sufrir fuertes caídas de caudal en verano, llegando incluso a provocar problemas de abastecimiento.
Aumento de las captaciones
En la actualidad se desconoce el número exacto de captaciones para traídas vecinales -en algunos núcleos hay más de media docena-, debido a que buena parte de ellas carecen de la preceptiva inscripción en el registro de Augas de Galicia. Incluso hay un número importante que ni siquiera están gestionadas por una comunidad de usuarios o tienen una normativa que regule su funcionamiento.
Sin embargo, esto empieza a cambiar y cada día son más los usuarios de traídas vecinales, como reconocen en varios municipios, que inician los trámites para la legalización.
El abastecimiento de agua es una asignatura pendiente en buena parte de los ayuntamientos de la comarca. Bien por problemas técnicos derivados de la propia orografía de la zona, por el elevado coste que supone realizar estas infraestructuras o incluso, en casos muy concretos, por la negativa del propio vecindario, lo cierto es que el suministro público de agua potable continúa sin llegar a más de veinticinco mil barbanzanos.
Buena parte de ellos residen en los municipios de Rianxo, Porto do Son y Outes, que aglutinan a la mitad de los residentes sin prestación. Mención aparte merece el caso de términos eminentemente rurales como Lousame o Mazaricos, donde a la mayoría de la población no llega el suministro público de agua.
Solo dos de los 102 núcleos de población de Mazaricos, A Picota y Pino de Val, tienen traída municipal pese a que en una decena más está realizada la conducción y el reparto interior.
Según los datos de la última Encuesta de Infraestructuras y Equipamientos Locales, promovida por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, casi 11.000 hogares -uno de cada cinco-, repartidos por los once municipios, tienen que buscarse la vida para disponer de agua potable. Lo hacen mediante la explotación de pozos artesanales, la construcción de estructuras de barrena o a través de traídas vecinales, infraestructuras promovidas por los ciudadanos hace más de medio siglo. Estas captaciones, realizadas en manantiales próximos a los núcleos, suelen sufrir fuertes caídas de caudal en verano, llegando incluso a provocar problemas de abastecimiento.
Aumento de las captaciones
En la actualidad se desconoce el número exacto de captaciones para traídas vecinales -en algunos núcleos hay más de media docena-, debido a que buena parte de ellas carecen de la preceptiva inscripción en el registro de Augas de Galicia. Incluso hay un número importante que ni siquiera están gestionadas por una comunidad de usuarios o tienen una normativa que regule su funcionamiento.
Sin embargo, esto empieza a cambiar y cada día son más los usuarios de traídas vecinales, como reconocen en varios municipios, que inician los trámites para la legalización.
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