:ecg: | 11/07/2010
Llegó la cita que la selección llevaba esperando durante casi un siglo. Holanda, el rival, y la Roja darán un campeón inédito. La duda es si Pedro seguirá de titular en la final o si volverá Torres; Silva, opción.
Llegó el momento que España lleva esperando durante casi un siglo, el partido de los partidos, la final del Mundial, el último peldaño para entrar en el Olimpo, para alcanzar la gloria, con el majestuoso Soccer City como escenario y Holanda como rival de primera magnitud que también quiere saldar todo lo que le debe el fútbol.
El partido tiene tintes de histórico y se le pueden aplicar todos los calificativos imaginables. La Oranje y la Roja ofrecerán un campeón del mundo inédito. Muchos sueños, todos los sueños, están depositados en el césped del estadio estandarte de este Mundial también histórico, el primero en África.
Digno colofón a un torneo en el que Holanda y España se han mostrado como los más regulares y quizá los que más se han merecido estar en la final. Fueron los únicos en ganar todos sus partidos de la fase clasificatoria.
Atrás quedaron los otros grandes aspirantes, primero cayeron los últimos finalistas, Italia y Francia, y luego han ido despidiéndose equipos como Brasil, Argentina y Alemania.
Holanda ha progresado con solvencia, hasta con cierta tranquilidad, y España ha ido creciendo tras su tropiezo inicial frente a Suiza para llegar lanzada a la final después de una exhibición ante Alemania.
Este bloque, el grupo que Del Bosque heredó de Luis Aragonés, ha alcanzado la cota más alta y lo hace con el convencimiento de dar el último paso para abrazarse de verdad a la gloria.
Esta selección española ganó no solamente la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, sino también la confianza en sí misma, en su modelo, en su estilo de fútbol combinativo, de toque, que le han hecho ser referencia del fútbol mundial.
Del Bosque y los internacionales, toda la delegación, vuelven a administrar las loas y a digerirlas para encarar con la seriedad y la humildad imprescindibles este momento histórico, en el que intentarán mostrar de nuevo al mundo su estilo y con ello acabar con el anhelo tulipán.
Los jugadores saben que si rinden a un nivel como en la semifinal tendrán mucho ganado ante un equipo que también practica un buen fútbol, aunque es más vertical y que se ha mostrado bastante eficaz en ataque y ha tenido importantes dosis de fortuna.
Holanda no tiene más remedio que arrebatar el balón a España. La incógnita es si Holanda volverá a ser un equipo atrevido, osado, o si optará por esperar en su terreno a robar algún balón para salir a la contra con los Sneijder, Robben, Kuyt y Van Persie.
España, que tan solo ha encajado dos goles en el torneo, necesita mantener de nuevo el equilibrio entre defensa y ataque. Del Bosque mantiene la incógnita pública de si repetir el planteamiento de la semifinal, con Pedro o si vuelve al once anterior con Fernando Torres. También Silva puede entrar.
Llegó el momento que España lleva esperando durante casi un siglo, el partido de los partidos, la final del Mundial, el último peldaño para entrar en el Olimpo, para alcanzar la gloria, con el majestuoso Soccer City como escenario y Holanda como rival de primera magnitud que también quiere saldar todo lo que le debe el fútbol.
El partido tiene tintes de histórico y se le pueden aplicar todos los calificativos imaginables. La Oranje y la Roja ofrecerán un campeón del mundo inédito. Muchos sueños, todos los sueños, están depositados en el césped del estadio estandarte de este Mundial también histórico, el primero en África.
Digno colofón a un torneo en el que Holanda y España se han mostrado como los más regulares y quizá los que más se han merecido estar en la final. Fueron los únicos en ganar todos sus partidos de la fase clasificatoria.
Atrás quedaron los otros grandes aspirantes, primero cayeron los últimos finalistas, Italia y Francia, y luego han ido despidiéndose equipos como Brasil, Argentina y Alemania.
Holanda ha progresado con solvencia, hasta con cierta tranquilidad, y España ha ido creciendo tras su tropiezo inicial frente a Suiza para llegar lanzada a la final después de una exhibición ante Alemania.
Este bloque, el grupo que Del Bosque heredó de Luis Aragonés, ha alcanzado la cota más alta y lo hace con el convencimiento de dar el último paso para abrazarse de verdad a la gloria.
Esta selección española ganó no solamente la Eurocopa de Austria y Suiza 2008, sino también la confianza en sí misma, en su modelo, en su estilo de fútbol combinativo, de toque, que le han hecho ser referencia del fútbol mundial.
Del Bosque y los internacionales, toda la delegación, vuelven a administrar las loas y a digerirlas para encarar con la seriedad y la humildad imprescindibles este momento histórico, en el que intentarán mostrar de nuevo al mundo su estilo y con ello acabar con el anhelo tulipán.
Los jugadores saben que si rinden a un nivel como en la semifinal tendrán mucho ganado ante un equipo que también practica un buen fútbol, aunque es más vertical y que se ha mostrado bastante eficaz en ataque y ha tenido importantes dosis de fortuna.
Holanda no tiene más remedio que arrebatar el balón a España. La incógnita es si Holanda volverá a ser un equipo atrevido, osado, o si optará por esperar en su terreno a robar algún balón para salir a la contra con los Sneijder, Robben, Kuyt y Van Persie.
España, que tan solo ha encajado dos goles en el torneo, necesita mantener de nuevo el equilibrio entre defensa y ataque. Del Bosque mantiene la incógnita pública de si repetir el planteamiento de la semifinal, con Pedro o si vuelve al once anterior con Fernando Torres. También Silva puede entrar.
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