:ecg: | 12/07/2010
Minuto 116, segunda parte de la prórroga: la Roja rompe su historia de desencuentros//La calidad lleva a los de Del Bosque al título, el tiqui taca manda. La selección sufrió hasta el final tras haber debido ganar antes.
La jugada está ahí y seguirá en nuestras memorias en esta vida y en la otra, que diría Gladiator: Navas va hacia no se sabe dónde, todo corazón. El balón rebotado le vuelve a Navas, éste a don Andrés Iniesta... la utopía y el sueño se hacen realidad. Hay que decirlo mil veces y bien alto: ¡ESPAÑA ES CAMPEONA DEL MUNDO! Casillas está llorando antes de que acabe el partido, Capdevila sólo puede echar el balón bien lejos, Torres se deja la pierna para demostrarnos que no es un sueño, que es la realidad, los holandeses caen: tras la historia más larga jamás contada, ¡ESPAÑA GANÓ EL MUNDIAL! Éstas serán para siempre nuestras memorias de África.
El orgullo es, por supuesto, ganar una final de un Mundial de fútbol: hacer oficial lo que los españoles hemos sabido toda la vida: que somos los mejores. El orgullo fue ayer, también, ver a los jugadores saltar a una final de un Mundial. Serios, formales, concienciados... ¡y españoles! la foto nunca vista. El orgullo es ser español y ver a tu equipo en la cima del mundo.
Aunque España dejó la timidez y la seriedad para los prolegómenos. Desde que pitó Webb, ese árbitro nefasto (se puede hablar mal de él, para que no digan que es una excusa a la derrota), España fue a lo suyo: jugar, ir hacia la portería rival.. Y si no marcó, fue porque Stekelenburg le ratificó a Sergio Ramos que éste no era su Mundial en la faceta goleadora. o porque Villa lanzó su volea a la red... por fuera.
He hablado antes de Webb, un árbitro con pinta de ajá, les he hecho sentir mi autoridad... un pequeño inútil que desde el comienzo, en vista de la diferencia de calidad, se propuso igualar la cosa dejando a Holanda utilizar un arma que tantas veces vale en fútbol si hay un mal árbitro: la falta continua... o la dureza.
Para resumir el desastre del inglés: los holandeses pegaron desde el inicio, faltas repetidas que nunca fueron tarjeta por reiteración, Van Bommel a la cabeza. Hubo tantas tarjetas para los españoles por tres faltas que para los holandeses por quince. Y cuando paró una contra clara para mostrar a De Jongh, que no hubiera merecido amarilla sino cárcel... en Sudáfrica, una simple amarilla, intuimos que no fue casualidad que España hubiera perdido su único partido contra Suiza... y contra Webb.
Cuando el partido entró de lleno en el terreno de la emboscada continua y se abrió la cacería, la cosa se igualó. España, con Pedro otra vez en el once titular, y otra vez bien, dejó de tocar. Y Holanda se creció, se sintió bien en la guerra de guerrillas. Robben apareció para asustar, Sneijder (otro que se salvó de la tarjeta) empezó a centrar bien centrado... y España lo pasó mal ante los bravos tulipanes.
Holanda es un equipo con calidad colectiva, resultón. No fue sólo culpa de Webb que España dejara de jugar: Holanda siempre está bien puesta. No se llega a la final de un Mundial sólo con suerte: Holanda se ha especializado en ganar. Y cuando el torpe Webb dijo a descansar, pareció bien para España, que sufría.
Aunque Capdevila falló nada más volver de la caseta un gol que todos habíamos cantado, aunque Webb sacó ya más tarjetas (siempre a alguien que no tuviera ya una), la cosa siguió tiñéndose de naranja. Y la sangre roja se heló cuando Sneijder pasó, Piqué no llegó y Robben encaró con suficiencia a Casillas y surgió el milagro de san Iker, en forma de talón de Aquiles.
Holanda crecía... hasta que su sangre naranja también se congeló tras una jugada de Navas, recién llegado, que se tragó Heitinga... y Villa no acertó a decir yo soy el Pichichi del Mundial. Y, sobre todo, cuando Sergio Ramos, con todo a favor, lo dijo otra vez: este no es mi Mundial (en goles).
No fue gol, aunque España recuperó el pulso: ya dominaba, ya tenía cara de dominador, de vencedor... y Holanda y Robben casi se la rompen. San Iker, otra vez.
El miedo llevó a la prórroga. Y allí España cantó gol tres veces seguidas: el egoísmo de Cesc impidió el primero, que de milagro no tuvo el castigo de Mathijsen: Iniesta perdió la segunda; Navas tiró y el rebote fue a la red... otra vez por un lado. Y en medio, otra vez Webb tragándose un penalti. Demasiado perdón, en todo caso, con Holanda rendida, muerta.
Y más que lo estuvo cuando Webb se equivocó y expulsó a Heitinga. Ya no se jugó casi al fútbol hasta que llegó esa imagen que no se irá ya nunca: Navas, Navas, Navas... Iniesta. ¡ESPAÑA ES CAMPEONA DEL MUNDO! Iker deja de llorar para alzar la Copa, el sueño, la gloria.
Don Andrés Iniesta
Cuando este chico se quitó la roja
La imagen nos resulta familiar, lleva directamente a ese gol que Iniesta marcó contra el Chelsea. Ayer, don Andrés volvió a quitarse la camiseta... y es tan grande que en ella portaba un mensaje para recordar a Dani Jarque, el héroe que se fue. Iniesta es el fútbol, un genio del fútbol. A su lado todo parece más fácil: es la técnica en estado puro, y se junta a Xavi para fabricar sueños. Ayer jugó otro tremendo partido: controló, mandó, desbordó... y marcó el gol que hace justicia con este genio tan normal, tan nuestro, que nunca se queja, como dice Pep Guardiola, siendo el mejor. ¡Olé!
Ya forma parte del club del ‘doblete’
España siguió los pasos de Alemania, Francia y Brasil al reunir simultáneamente los títulos mundial y continental tras conquistar en 2008 el Europeo. La Alemania de Mueller fue el primero tras vencer la Eurocopa en 1972 y el Mundial 1974; la Francia de Zidane lo hizo en 1998 y 2000, y Brasil, con Ronaldo a la cabeza, sumó la Copa del Mundo en 2002, y dos años después la de América.
Con todos los títulos en la vitrina
El Mundial de Fútbol es el gran título que le faltaba a España para redondear y poner el broche de oro al impresionante palmarés deportivo que atesora en esta primera década del siglo XXI, en el que ha ganado tres veces la Copa Davis de tenis, dos mundiales de Fórmula 1 con Fernando Alonso y un Mundial de baloncesto, entre otras grandes gestas.
La jugada está ahí y seguirá en nuestras memorias en esta vida y en la otra, que diría Gladiator: Navas va hacia no se sabe dónde, todo corazón. El balón rebotado le vuelve a Navas, éste a don Andrés Iniesta... la utopía y el sueño se hacen realidad. Hay que decirlo mil veces y bien alto: ¡ESPAÑA ES CAMPEONA DEL MUNDO! Casillas está llorando antes de que acabe el partido, Capdevila sólo puede echar el balón bien lejos, Torres se deja la pierna para demostrarnos que no es un sueño, que es la realidad, los holandeses caen: tras la historia más larga jamás contada, ¡ESPAÑA GANÓ EL MUNDIAL! Éstas serán para siempre nuestras memorias de África.
El orgullo es, por supuesto, ganar una final de un Mundial de fútbol: hacer oficial lo que los españoles hemos sabido toda la vida: que somos los mejores. El orgullo fue ayer, también, ver a los jugadores saltar a una final de un Mundial. Serios, formales, concienciados... ¡y españoles! la foto nunca vista. El orgullo es ser español y ver a tu equipo en la cima del mundo.
Aunque España dejó la timidez y la seriedad para los prolegómenos. Desde que pitó Webb, ese árbitro nefasto (se puede hablar mal de él, para que no digan que es una excusa a la derrota), España fue a lo suyo: jugar, ir hacia la portería rival.. Y si no marcó, fue porque Stekelenburg le ratificó a Sergio Ramos que éste no era su Mundial en la faceta goleadora. o porque Villa lanzó su volea a la red... por fuera.
He hablado antes de Webb, un árbitro con pinta de ajá, les he hecho sentir mi autoridad... un pequeño inútil que desde el comienzo, en vista de la diferencia de calidad, se propuso igualar la cosa dejando a Holanda utilizar un arma que tantas veces vale en fútbol si hay un mal árbitro: la falta continua... o la dureza.
Para resumir el desastre del inglés: los holandeses pegaron desde el inicio, faltas repetidas que nunca fueron tarjeta por reiteración, Van Bommel a la cabeza. Hubo tantas tarjetas para los españoles por tres faltas que para los holandeses por quince. Y cuando paró una contra clara para mostrar a De Jongh, que no hubiera merecido amarilla sino cárcel... en Sudáfrica, una simple amarilla, intuimos que no fue casualidad que España hubiera perdido su único partido contra Suiza... y contra Webb.
Cuando el partido entró de lleno en el terreno de la emboscada continua y se abrió la cacería, la cosa se igualó. España, con Pedro otra vez en el once titular, y otra vez bien, dejó de tocar. Y Holanda se creció, se sintió bien en la guerra de guerrillas. Robben apareció para asustar, Sneijder (otro que se salvó de la tarjeta) empezó a centrar bien centrado... y España lo pasó mal ante los bravos tulipanes.
Holanda es un equipo con calidad colectiva, resultón. No fue sólo culpa de Webb que España dejara de jugar: Holanda siempre está bien puesta. No se llega a la final de un Mundial sólo con suerte: Holanda se ha especializado en ganar. Y cuando el torpe Webb dijo a descansar, pareció bien para España, que sufría.
Aunque Capdevila falló nada más volver de la caseta un gol que todos habíamos cantado, aunque Webb sacó ya más tarjetas (siempre a alguien que no tuviera ya una), la cosa siguió tiñéndose de naranja. Y la sangre roja se heló cuando Sneijder pasó, Piqué no llegó y Robben encaró con suficiencia a Casillas y surgió el milagro de san Iker, en forma de talón de Aquiles.
Holanda crecía... hasta que su sangre naranja también se congeló tras una jugada de Navas, recién llegado, que se tragó Heitinga... y Villa no acertó a decir yo soy el Pichichi del Mundial. Y, sobre todo, cuando Sergio Ramos, con todo a favor, lo dijo otra vez: este no es mi Mundial (en goles).
No fue gol, aunque España recuperó el pulso: ya dominaba, ya tenía cara de dominador, de vencedor... y Holanda y Robben casi se la rompen. San Iker, otra vez.
El miedo llevó a la prórroga. Y allí España cantó gol tres veces seguidas: el egoísmo de Cesc impidió el primero, que de milagro no tuvo el castigo de Mathijsen: Iniesta perdió la segunda; Navas tiró y el rebote fue a la red... otra vez por un lado. Y en medio, otra vez Webb tragándose un penalti. Demasiado perdón, en todo caso, con Holanda rendida, muerta.
Y más que lo estuvo cuando Webb se equivocó y expulsó a Heitinga. Ya no se jugó casi al fútbol hasta que llegó esa imagen que no se irá ya nunca: Navas, Navas, Navas... Iniesta. ¡ESPAÑA ES CAMPEONA DEL MUNDO! Iker deja de llorar para alzar la Copa, el sueño, la gloria.
Don Andrés Iniesta
Cuando este chico se quitó la roja
La imagen nos resulta familiar, lleva directamente a ese gol que Iniesta marcó contra el Chelsea. Ayer, don Andrés volvió a quitarse la camiseta... y es tan grande que en ella portaba un mensaje para recordar a Dani Jarque, el héroe que se fue. Iniesta es el fútbol, un genio del fútbol. A su lado todo parece más fácil: es la técnica en estado puro, y se junta a Xavi para fabricar sueños. Ayer jugó otro tremendo partido: controló, mandó, desbordó... y marcó el gol que hace justicia con este genio tan normal, tan nuestro, que nunca se queja, como dice Pep Guardiola, siendo el mejor. ¡Olé!
Ya forma parte del club del ‘doblete’
España siguió los pasos de Alemania, Francia y Brasil al reunir simultáneamente los títulos mundial y continental tras conquistar en 2008 el Europeo. La Alemania de Mueller fue el primero tras vencer la Eurocopa en 1972 y el Mundial 1974; la Francia de Zidane lo hizo en 1998 y 2000, y Brasil, con Ronaldo a la cabeza, sumó la Copa del Mundo en 2002, y dos años después la de América.
Con todos los títulos en la vitrina
El Mundial de Fútbol es el gran título que le faltaba a España para redondear y poner el broche de oro al impresionante palmarés deportivo que atesora en esta primera década del siglo XXI, en el que ha ganado tres veces la Copa Davis de tenis, dos mundiales de Fórmula 1 con Fernando Alonso y un Mundial de baloncesto, entre otras grandes gestas.
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