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Las iniciativas para recoger plásticos y ayudar a niños continúan floreciendo
En estos tiempos de economía revuelta es complicado que los vecinos se rasquen los bolsillos para apoyar causas solidarias. Quizás por eso, quienes quieren ayudar están explotando al máximo la recogida de tapones solidarios; que abre la puerta a que todo el mundo pueda ejercer la caridad sin gastar dinero. La cosa, en principio, es sencilla. Se juntan tapones de plástico en distintos puntos. Alguien los recoge. Se encarga de embalarlos y de llevarlos a una empresa, que paga un importe por ellos. Y ese dinero se entrega, principalmente, a niños con necesidades especiales. Ese sistema, en principio tan perfecto, está flaqueando por una cuestión. Como surgieron y siguen fundándose tantas plataformas de recogida de tapones en toda Galicia e incluso en toda España, las empresas bajaron su precio; es la ley de la oferta y la demanda. Y el mejor ejemplo de esto que está ocurriendo es Barbanza.
En la comarca, la recogida de tapones se inició para ayudar a la niña Paula de Boiro. Entonces, se logró que una empresa pagara 300 euros por cada tonelada de plástico que se le enviaba. A partir de ahí, se crearon dos plataformas distintas. Por un lado, el Banco de Tapóns de Barbanza, que junta dinero para ayudar a Irene, una niña boirense con parálisis cerebral, y que actúa coordinada con otras plataformas gallegas para intentar, precisamente, que no caigan en picado los precios. Por otro, se fundó el Grupo Solidario de Lampón, que reúne plásticos para ayudar a una pequeña de Escarabote, que padece epilepsia mioclónica.
La tercera
Y, ahora, acaba de florecer una tercera iniciativa, que surge en Padrón pero que está ligada a la comarca. ¿Por qué? El colectivo Mímame recogía hasta ahora tapones para Irene, y por tanto aportaba su granito de arena para el Banco de Tapóns de Barbanza, pero ha decidido volar por sí solo y centrarse en la zona del Sar para ayudar a Jose Manuel, de Vedra, y a Samuel, de Santiago, ambos con distrofia muscular.
Ahora mismo, lo máximo que se consigue por los tapones son 250 euros por tonelada, y las empresas empiezan a hablar ya de pagar solo 200. Hay que cruzar los dedos para que estas iniciativa no mueran de éxito.
En estos tiempos de economía revuelta es complicado que los vecinos se rasquen los bolsillos para apoyar causas solidarias. Quizás por eso, quienes quieren ayudar están explotando al máximo la recogida de tapones solidarios; que abre la puerta a que todo el mundo pueda ejercer la caridad sin gastar dinero. La cosa, en principio, es sencilla. Se juntan tapones de plástico en distintos puntos. Alguien los recoge. Se encarga de embalarlos y de llevarlos a una empresa, que paga un importe por ellos. Y ese dinero se entrega, principalmente, a niños con necesidades especiales. Ese sistema, en principio tan perfecto, está flaqueando por una cuestión. Como surgieron y siguen fundándose tantas plataformas de recogida de tapones en toda Galicia e incluso en toda España, las empresas bajaron su precio; es la ley de la oferta y la demanda. Y el mejor ejemplo de esto que está ocurriendo es Barbanza.
En la comarca, la recogida de tapones se inició para ayudar a la niña Paula de Boiro. Entonces, se logró que una empresa pagara 300 euros por cada tonelada de plástico que se le enviaba. A partir de ahí, se crearon dos plataformas distintas. Por un lado, el Banco de Tapóns de Barbanza, que junta dinero para ayudar a Irene, una niña boirense con parálisis cerebral, y que actúa coordinada con otras plataformas gallegas para intentar, precisamente, que no caigan en picado los precios. Por otro, se fundó el Grupo Solidario de Lampón, que reúne plásticos para ayudar a una pequeña de Escarabote, que padece epilepsia mioclónica.
La tercera
Y, ahora, acaba de florecer una tercera iniciativa, que surge en Padrón pero que está ligada a la comarca. ¿Por qué? El colectivo Mímame recogía hasta ahora tapones para Irene, y por tanto aportaba su granito de arena para el Banco de Tapóns de Barbanza, pero ha decidido volar por sí solo y centrarse en la zona del Sar para ayudar a Jose Manuel, de Vedra, y a Samuel, de Santiago, ambos con distrofia muscular.
Ahora mismo, lo máximo que se consigue por los tapones son 250 euros por tonelada, y las empresas empiezan a hablar ya de pagar solo 200. Hay que cruzar los dedos para que estas iniciativa no mueran de éxito.
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