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El colectivo de personas con diversidad funcional del Barbanza empezó su lucha en un quiosco; hoy, la causa sigue viva, pero en su camino levantó un centro ocupacional y destapó conciencias
Treinta años pueden ser mucho tiempo... o poco. Según de qué se trate. Milagros Rey Pérez preside la asociación de personas con diversidad funcional del Barbanza (Ambar) desde 1997. Cuando mira hacia delante, ve una sociedad "cambiante" en la que las nuevas generaciones "vienen con una mentalidad mucho más abierta y dispuestas a construir un mundo sin barreras, pero ya no sólo desde la corrección de los errores, sino desde el compromiso y desde la previsión", señala.
Con todo, ve todavía "mucho por hacer" para que las personas con movilidad reducida alcancen una integración total. Porque las barreras "no son sólo físicas".
Pero, al mirar atrás, no deja de sorprenderse de la cantidad y complejidad de los retos superados. Sobre todo si se tiene en cuenta que todo empezó... en un quiosco.
Maximino Rodríguez fue el primer presidente de Ambar. El proyecto para activar la lucha contra las barreras arquitectónicas y la integración social y laboral de las personas con movilidad reducida empezó a diseñarse en el quiosco que José Cabezas (que sería el segundo presidente) atendía en A Pobra. Una lucha que siguió luego en el domicilio particular de Cabezas y que cogió forma al registrarse Ambar como colectivo el 9 de setiembre de 1982. A él le sucederían José Manuel Ouviña Castillo, Manuel Parada Rego y Milagros Rey.
Treinta años pueden ser mucho tiempo... o poco. Según de qué se trate. Milagros Rey Pérez preside la asociación de personas con diversidad funcional del Barbanza (Ambar) desde 1997. Cuando mira hacia delante, ve una sociedad "cambiante" en la que las nuevas generaciones "vienen con una mentalidad mucho más abierta y dispuestas a construir un mundo sin barreras, pero ya no sólo desde la corrección de los errores, sino desde el compromiso y desde la previsión", señala.
Con todo, ve todavía "mucho por hacer" para que las personas con movilidad reducida alcancen una integración total. Porque las barreras "no son sólo físicas".
Pero, al mirar atrás, no deja de sorprenderse de la cantidad y complejidad de los retos superados. Sobre todo si se tiene en cuenta que todo empezó... en un quiosco.
Maximino Rodríguez fue el primer presidente de Ambar. El proyecto para activar la lucha contra las barreras arquitectónicas y la integración social y laboral de las personas con movilidad reducida empezó a diseñarse en el quiosco que José Cabezas (que sería el segundo presidente) atendía en A Pobra. Una lucha que siguió luego en el domicilio particular de Cabezas y que cogió forma al registrarse Ambar como colectivo el 9 de setiembre de 1982. A él le sucederían José Manuel Ouviña Castillo, Manuel Parada Rego y Milagros Rey.
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