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Cientos de personas acudieron a la romería en la capilla de Seráns
El buen tiempo de la jornada de ayer por la mañana ayudó a que una gran multitud de personas se acercaran a la concurrida romería de san Benito de Seráns, en la parroquia sonense de San Pedro de Muro.
La capilla se quedó pequeña para acoger a todos los fieles deseosos de rendir tributo al santo de las verrugas, como se conoce coloquialmente a este benefactor, y fueron muchos los que se vieron obligados a seguir la misa solemne desde el exterior por medio de un altavoz.
Al terminar la eucaristía, cinco devotos que querían agradecer al santo los favores concedidos fueron los encargados de presidir la procesión, seguidos de los sacerdotes, la banda de música y el resto de los feligreses. Durante el recorrido, un silencio abrumador reinaba en el recinto.
La mayoría de los devotos allí reunidos afirmaban que habían experimentado en su propia carne, o en la de familiares cercanos, los poderes milagrosos de san Benito y, por este motivo, año tras año, cada 11 de julio, se personaban en la localidad de Seráns en señal de agradecimiento. Además de la multitudinaria asistencia, las ofrendas más comunes que recibe el santo son velas, limosnas y gallos.
Pañuelos, aceite y agua
También fueron muchas las personas que cogieron un pañuelo, lo mojaron en el aceite que había sido bendecido y se lo pasaron sobre las verrugas, lunares, manchas o cualquier otra imperfección propia de la piel a las que el santo encuentra cura.
Otra alternativa es la fuente de agua ubicada en las proximidades del templo, y a la que se le atribuyen propiedades curativas. Muchos fieles repiten la misma acción que la realizada con el aceite. Pañuelo en mano, lo humedecen con agua y lo frotan sobre la zona a tratar.
También hubo devotos que rellenaron botellas y se las llevaron a casa, tanto para que algún familiar que no pudo asistir aplique el agua sobre la afección cutánea o, simplemente para consumo propio.
El broche final a esta romería lo pone el momento más esperado por los más jóvenes, la tradicional subasta de gallos. Entre risas y comentarios graciosos, el director de la banda de música comenzó la subasta de once gallos. El dinero recaudado se destina a la Iglesia.
La puja
Los vecinos se disputaban los animales incrementando la oferta económica. Los mejores postores se hicieron con las aves. El momento que provocó mayor desconcierto fue cuando una señora anunció que todavía quedaba otro animal, un cordero, a lo que la gente reaccionó con risas y alboroto. Al final también fue subastado.
Al término de la puja, algunas personas se iban con tres aves, otros con una y una mujer, con un cordero. Nadie se iba con las manos vacías, los que no portaban animales llevaban bajo el brazo rosquillas, novenas o estampas del santo.
Año tras año, y por muy diversos motivos, la romería de Seráns atrae a numerosas personas de la comarca, especialmente si el tiempo acompaña, como ocurrió ayer.
El buen tiempo de la jornada de ayer por la mañana ayudó a que una gran multitud de personas se acercaran a la concurrida romería de san Benito de Seráns, en la parroquia sonense de San Pedro de Muro.
La capilla se quedó pequeña para acoger a todos los fieles deseosos de rendir tributo al santo de las verrugas, como se conoce coloquialmente a este benefactor, y fueron muchos los que se vieron obligados a seguir la misa solemne desde el exterior por medio de un altavoz.
Al terminar la eucaristía, cinco devotos que querían agradecer al santo los favores concedidos fueron los encargados de presidir la procesión, seguidos de los sacerdotes, la banda de música y el resto de los feligreses. Durante el recorrido, un silencio abrumador reinaba en el recinto.
La mayoría de los devotos allí reunidos afirmaban que habían experimentado en su propia carne, o en la de familiares cercanos, los poderes milagrosos de san Benito y, por este motivo, año tras año, cada 11 de julio, se personaban en la localidad de Seráns en señal de agradecimiento. Además de la multitudinaria asistencia, las ofrendas más comunes que recibe el santo son velas, limosnas y gallos.
Pañuelos, aceite y agua
También fueron muchas las personas que cogieron un pañuelo, lo mojaron en el aceite que había sido bendecido y se lo pasaron sobre las verrugas, lunares, manchas o cualquier otra imperfección propia de la piel a las que el santo encuentra cura.
Otra alternativa es la fuente de agua ubicada en las proximidades del templo, y a la que se le atribuyen propiedades curativas. Muchos fieles repiten la misma acción que la realizada con el aceite. Pañuelo en mano, lo humedecen con agua y lo frotan sobre la zona a tratar.
También hubo devotos que rellenaron botellas y se las llevaron a casa, tanto para que algún familiar que no pudo asistir aplique el agua sobre la afección cutánea o, simplemente para consumo propio.
El broche final a esta romería lo pone el momento más esperado por los más jóvenes, la tradicional subasta de gallos. Entre risas y comentarios graciosos, el director de la banda de música comenzó la subasta de once gallos. El dinero recaudado se destina a la Iglesia.
La puja
Los vecinos se disputaban los animales incrementando la oferta económica. Los mejores postores se hicieron con las aves. El momento que provocó mayor desconcierto fue cuando una señora anunció que todavía quedaba otro animal, un cordero, a lo que la gente reaccionó con risas y alboroto. Al final también fue subastado.
Al término de la puja, algunas personas se iban con tres aves, otros con una y una mujer, con un cordero. Nadie se iba con las manos vacías, los que no portaban animales llevaban bajo el brazo rosquillas, novenas o estampas del santo.
Año tras año, y por muy diversos motivos, la romería de Seráns atrae a numerosas personas de la comarca, especialmente si el tiempo acompaña, como ocurrió ayer.
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