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Las cuantías para ayudar a personas necesitadas se han duplicado desde el inicio de la crisis y sirven para complementar las aportaciones de Cáritas
Los ayuntamientos siempre han dispuesto de una partida económica para atender casos de emergencia social, pero desde el inicio de la recesión la cuantía presupuestaria asignada a este fin no ha dejado de aumentar. En la actualidad, el conjunto de concellos de la comarca destina unos 200.000 euros anuales a proporcionar ayuda a familias que carecen de recursos para atender necesidades básicas. Este importe seguramente se incrementará a lo largo de este ejercicio porque la carestía va en aumento. En Porto do Son, por ejemplo, el regidor, Luis Oujo, indicó que se duplicará hasta los 10.000 euros.
Dado que la cifra de demandantes de ayuda crece, los ayuntamientos trabajan de forma coordinada con Cáritas y Cruz Roja, con el propósito de llegar al mayor número de familias y evitar duplicidades. A estas aportaciones hay que añadir las que proceden de la Xunta, por medio de la renta de integración social.
La cantidad mayor
En la comarca, Ribeira es el Concello que invierte, de forma directa, la cuantía más importante: 30.000 euros. Ayuntamientos como Rianxo disponen, según explica el teniente de alcalde, Carlos Gey, de un fondo especial del que puede echarse mano en caso de necesidad de forma rápida. Precisamente, la lentitud de los procedimientos burocráticos en los concellos motiva que muchas veces se ralentice la concesión de las ayudas.
El dinero tiene destinos cada vez más diversos. En Outes se le pagó el carné de conducir a una mujer que acababa de ser madre y a la que habían dado un coche. Estos fondos municipales sirvieron para construir un pozo de agua en una vivienda de Mazaricos y para pagar un galpón que había quedado calcinado en este mismo término. Cada vez es más frecuente que este dinero sirva para pagar desplazamientos a hospitales y centros de salud de personas que no tienen dinero ni para el autobús.
La realización de obras de mejora en viviendas que no reúnen las condiciones de habitabilidad, el pago de alquileres, recibos de luz y agua o la adquisición de alimentos son otras de las necesidades que se sufragan con los fondos de emergencia.
Muchos concellos barbanzanos reconocen que aunque se presupuesta una cantidad inicial, a lo largo del ejercicio debe aumentarse porque los recursos no llegan para atender la demanda.
Los ayuntamientos siempre han dispuesto de una partida económica para atender casos de emergencia social, pero desde el inicio de la recesión la cuantía presupuestaria asignada a este fin no ha dejado de aumentar. En la actualidad, el conjunto de concellos de la comarca destina unos 200.000 euros anuales a proporcionar ayuda a familias que carecen de recursos para atender necesidades básicas. Este importe seguramente se incrementará a lo largo de este ejercicio porque la carestía va en aumento. En Porto do Son, por ejemplo, el regidor, Luis Oujo, indicó que se duplicará hasta los 10.000 euros.
Dado que la cifra de demandantes de ayuda crece, los ayuntamientos trabajan de forma coordinada con Cáritas y Cruz Roja, con el propósito de llegar al mayor número de familias y evitar duplicidades. A estas aportaciones hay que añadir las que proceden de la Xunta, por medio de la renta de integración social.
La cantidad mayor
En la comarca, Ribeira es el Concello que invierte, de forma directa, la cuantía más importante: 30.000 euros. Ayuntamientos como Rianxo disponen, según explica el teniente de alcalde, Carlos Gey, de un fondo especial del que puede echarse mano en caso de necesidad de forma rápida. Precisamente, la lentitud de los procedimientos burocráticos en los concellos motiva que muchas veces se ralentice la concesión de las ayudas.
El dinero tiene destinos cada vez más diversos. En Outes se le pagó el carné de conducir a una mujer que acababa de ser madre y a la que habían dado un coche. Estos fondos municipales sirvieron para construir un pozo de agua en una vivienda de Mazaricos y para pagar un galpón que había quedado calcinado en este mismo término. Cada vez es más frecuente que este dinero sirva para pagar desplazamientos a hospitales y centros de salud de personas que no tienen dinero ni para el autobús.
La realización de obras de mejora en viviendas que no reúnen las condiciones de habitabilidad, el pago de alquileres, recibos de luz y agua o la adquisición de alimentos son otras de las necesidades que se sufragan con los fondos de emergencia.
Muchos concellos barbanzanos reconocen que aunque se presupuesta una cantidad inicial, a lo largo del ejercicio debe aumentarse porque los recursos no llegan para atender la demanda.
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