Un mar de pulpo en Porto do Son
Decenas de personas se sumaron a la Exaltación do Polbo, en la que se sirvieron cerca de mil kilos de cefalópodo
No necesita una preparación muy elaborada, solo basta con darle la cocción justa y aderezarlo con sal, aceite y pimentón. Esos son los apellidos que van inexorablemente unidos al pulpo, un cefalópodo que ayer se convirtió en el rey de la fiesta en Porto do Son. Las colas de comensales para hacerse con los tiques rojos -los más buscados- se sucedieron desde el mediodía hasta pasadas las tres y media de la tarde, cuando las potas comandadas por el cocinero Manuel Veloso se pudieron dar un respiro después de horas en ebullición.
Los comensales estaban más que satisfechos por el resultado. «As racións están ben, porque van a 12 euros, pero fóra aínda están máis caras e traen menos cantidade. Ademais, de sabor está delicioso», explicaba un vecino sonense, que se ha convertido en un fiel defensor de esta exaltación. Aunque había mucha gente del municipio, lo que más abundaban eran turistas que vinieron a propósito a esta exaltación, así como otros que disfrutan de sus vacaciones en Porto do Son y no quisieron dejar pasar la oportunidad de degustar este manjar que últimamente escasea en las plazas y lonjas.
«Todos los años venimos a esta fiesta. Está todo muy rico, así que volveremos», reconocía un madrileño, que junto a su familia aprovechó también para probar los mejillones, el churrasco, los criollos y las empanadas. De hecho, aunque el pulpo era el protagonista, el resto del menú tuvo mucho éxito.
Tramo complicado
Los que también dieron buena cuenta de todas estas especialidades culinarias que ayer se sirvieron en la carpa instalada en la explanada portuaria sonense fueron los 55 participantes que recorrieron cerca de 22 kilómetros en la Andaina do Polbo.
A la cabeza de los senderistas estaba el alcalde sonense, Luis Oujo, quien confesó que, «ao principio a ruta foi un pouco dura, porque son sete quilómetros de subida ata que chegas ao concello de Porto do Son, que comezas a baixar. Hai unha costa que lle chaman á da Cipriana, e se consegues pasar iso, xa está todo feito».
Además, como premio por tanto esfuerzo, «vimos con moita fame, e así entra todo mellor», reconoció el regidor.
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